Febrero
2012
Estimados amigos de Padre
Pío,
Que la esperanza en el
Reino de Dios les infunda con ánimo a santificar lo ordinario en tu vida.
Estamos en tiempo ordinario
de nuevo, un buen tiempo de evangelizar y proclamar la cercanía del Reino de
Dios. Pero si no sabemos hacer esto en la vida diaria, menos vamos a saber
hacerlo en momentos más retadores y difíciles. La mayoría de nosotros no hacemos
grandes cosas o avanzamos con pasos notables en la vida espiritual aunque lo quisiéramos.
¿Cómo, entonces, seguir adelante sin desanimarnos? Padre Pío en su carta a Fray Marcelino Diconsole el 20 de enero de
1919 nos ofrece un consejo:
Te he dicho muchas
veces que, en la vida espiritual, es necesario caminar de buena fe, sin
perjuicios y sin soberbias. Haz de este modo: aplícate, en la medida en que lo
permitan tu capacidad y tu debilidad, a querer hacer siempre el bien. Si lo
consigues, alaba y da gracias al Señor por ello; si, a pesar de toda tu
atención y buena voluntad, no consigues hacerlo totalmente o en parte,
humíllate profundamente ante Dios, pero sin desanimarte; proponte estar más
atento en el futuro, pide el auxilio divino, y continúa adelante.
Sé bien que tú no
quieres hacer el mal intencionadamente. Y los otros males que el Señor permite
y que tú cometes sin que lo desees, que te sirvan para humillarte, para
mantenerte lejos de la vanagloria. Por tanto, no temas y no te angusties en adelante
por las dudas de tu conciencia; porque sabes bien que, después de esforzarte y
de hacer cuanto está en tus manos, no hay motivo para temer y angustiarse.
Notamos mucha comprensión y
compasión de parte de Padre Pío a la situación de este fraile. En primer lugar
afirma su sinceridad y buena voluntad, pero también exhorta contra el desánimo
y angustia. Finalmente aconseja resignificar la inhabilidad de no lograr el
avance deseado como oportunidad de practicar la humildad ante Dios y pedirle
más auxilio. En el trasfondo de estos consejos se ve que Padre Pío mantiene
esperanza en Dios Padre misericordioso en su corazón. Resignifica la lucha del
fraile rastrando énfasis en el sentimiento negativo asociado con su inhabilidad
y aumentando la importancia de su buena y sincera intención. Además, encausa la
impotencia sentido por fray Marcelino de ser una pérdida a ser una ganancia en
cuanto provee la oportunidad de practicar la humildad.
Todo esto manifiesta el
efecto transformador que puede tener la esperanza en Dios en nuestras vidas
diarias. En vez de dejarnos llevar por los sentimientos negativos que nos quita
la esperanza y ánimo, hagamos caso a nuestra sincera intención de hacer el
bien. Así validamos nuestro juicio y recuperamos más control y libertad en
nuestra vida. Cuando hacemos algo, lo insignificante que sea, por Dios y con Él,
santificamos así nuestra vida. ¡Animo y éxito!
Dios le bendiga a cada uno,
Fray Guillermo Trauba, OFM
Cap.