sábado, 26 de julio de 2014

Homilía del 17º Domingo del Tiempo Ordinario.

De la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8,28-30.


Hermanos: Sabemos, además, que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, de aquellos que él llamó según su designio.
En efecto, a los que Dios conoció de antemano, los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el Primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, también los llamó; y a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó.

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¿Por qué "equivocarnos"
también es para nuestro bien?
 
Que el Señor les de la paz, hermanos y hermanas.
 
 
Hoy quiero hablar de dos puntos que san Pablo nos habla este domingo, el primero tiene que ver con la pregunta que hago en el titulo de esta reflexión y el otro tiene que ver con la reproducción que hacemos de la imagen de Jesús en nuestras vidas, vayamos con el primero.
 
Pensamos que quien se equivoca ya perdió, que quien comete un error le cuesta caro, quien erra esta acabado. Esto lo pensamos porque así nos lo han enseñado de generación en generación, incluso la herencia más dañina, no son los bienes materiales que nos dejan nuestros ancestros, sino la herencia e ideas, en traumas, en máscaras que nos dejan. No deja de ser dañina la herencia material que nos dejan cuando los hijos se pelean por una casa, por dinero, pero a veces el deseo y el apego a lo material nos lo han heredado ellos.
 
Es lo mismo que pasa con la idea de que si nos equivocamos perdemos, o si las cosas malas que nos pasan no son para nuestro bien o no podemos sacarle algo bueno. Y no es así, hermanos y hermanas. Un error, una equivocación, las cosas malas que nos pasan en la vida son una oportunidad de aprendizaje, es cierto que puede costarnos mucho, pero estoy seguro que entre más nos cueste menos nos equivocaremos. Por ejemplo, cuando  nos pasa un accidente y salimos librados, a veces sentimos que volvemos a nacer y el accidente sirvió para valorar más la vida que tenemos, y a veces ha cambiado nuestro carácter, disfrutamos más de la vida, no se, algo cambia siempre, un mal también se volvió un bien para nosotros. Este "a veces" desaparece cuando tenemos nuestra confianza en Dios, es decir, la vida cambia si amamos a Dios, si le somos fieles antes y después del accidente, si creemos en Él.
 
Otro punto que toca san Pablo es ¿Cómo reproducimos la imagen de Jesús ante los demás?. El ser humano fue creado por Dios a su imagen y semejanza. Antes de que existiera el mundo digital, al que ya estamos acostumbrados, en el cine habían una maquinas que reproducían unas tiras como filminas transparentes y negras con una velocidad moderada, y era como se mostraban las imágenes en la pantalla, si el negativo (las tiras de filminas) estaban mal la imagen no se veía bien, o se veía distorsionada. Es lo mismo que puede pasar con nosotros que somos como la tira de filminas de las cuales se vale Dios para mostrar al mundo sus películas de amor, de compasión, de consuelo, de cercanía. Creo que depende de nosotros que estas películas de Dios se vean bien, que su amor se muestre tal cual es.
 
Queridos hermanos y hermanas, no tengamos miedo a equivocarnos, no tengamos miedo de no aprovechar las cosas "malas" que nos pasan. A la vez aprendamos de nuestros errores y seamos buenas cintas para que las películas de Dios, sus gracias, se manifiesten al mundo. Recordemos que somos sus instrumentos.
 
¡Feliz domingo y disfruten las vacaciones!
 
Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.


Homilía del 16ª Domingo del Tiempo Ordinario.

De la carta del San Pablo a los Romanos 8,26-27.
Hermanos: El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos orar como es debido; pero el Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables.

Y el que sondea los corazones conoce el deseo del Espíritu y sabe que su intercesión en favor de los santos está de acuerdo con la voluntad divina.
 
HHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH
 
¿Por qué Dios no cumple lo que le pido?
 
Hola hermanos y hermanas, paz y bien.
 
 
Una vez vino a mi encuentro una mujer muy afligida y me dijo: "fray le he pedido a Dios que mi madre sane del cáncer que tiene, pero no me ha hecho caso y ahora esta muriendo", trate de consolarla y le pregunte para que pedía la recuperación de su madre y me contesto: "para tenerla más tiempo conmigo, no puedo imaginar la vida sin ella". También me dijo que su madre había sido una gran madre, una buena esposa, que no vivía mucho la fe, pero que era mejor persona que todas esas que van a la Iglesia.
 
Entonces le empecé a persuadir de que su petición fuera distinta, que en lugar de pedirle a Dios que le dejara a su mama por más tiempo que la dejara ir, que la entregará a Dios que es el dueño de la vida. Además le dije que no fuera egoísta, que tal vez su madre había terminado su misión y que ahora tenia que ir a recoger su premio en el cielo, que no había otra cosa más bonita que ver el rostro de Dios después de haber llevado una vida feliz. Mejor pide que se haga la voluntad de Dios sobre tu mamá, y no pidas retenerla contigo por más tiempo. Después que platicamos se fue a su casa más tranquila, disfruto a su mamá durante un mes más pero con una nueva forma aprovechando cada momento como si fuera una eternidad. Después de algún tiempo me agradeció por eso.
 
Creo que por eso san Pablo decía que no sabemos pedir lo que nos conviene, y que es necesario que pidamos al Espíritu Santo que nos ayude a pedir, pues no sabemos que pedir o lo pedimos de la forma incorrecta. Dios no es un cumple caprichos, no es Aladino, no es nuestro esclavo para que haga lo que queramos. El es nuestro Padre, un Padre amoroso que nos ayuda en la vida que el mismo nos ha dado; "que nos ayuda", no que nos resuelve nuestro problemas, nuestros caprichos.
 
Dice san Pablo que debemos de saber que le pedimos, y es cierto, tenemos que tener cuidado con lo que pedimos a Dios, pues Él cumple de una forma u otra, en un tiempo o en otro, a veces no con las características que le pedimos, para darnos una lección a nosotros que nos creemos "diocesitos".
 
Hermanos y hermanas, somos sus hijos gracias a Jesús, el Hijo que se hizo hombre. Somos creatura de Dios y no al revés. No son las escopetas las que tiran a los pájaros. Pidamos, antes de pedir algo a Dios, que su mismo Espíritu nos asista para que nos diga las palabras, para que nos inspire la forma correcta con la que le pediremos al Padre por medio del Hijo nuestro hermano. 
 
¡Buen domingo!
 
Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.
 

martes, 22 de julio de 2014

Homilia del 15º Domingo Ordinario.

De la carta del apóstol san Pablo a los Romanos. 8, 18-23.
 
Estimo que los sufrimientos del tiempo presente no se pueden comparar con la gloria que se ha de revelar en nosotros. La creación aguarda ansiosamente que se revelen los hijos de Dios.
 
Ella fue sometida al fracaso, no voluntariamente, sino por imposición de otro; pero esta creación, tiene la esperanza de que será liberada de la esclavitud de la corrupción para obtener la gloriosa libertad de los hijos de Dios.
 
Sabemos que hasta ahora la creación entera está gimiendo con dolores de parto. Y no solo ella, sino también nosotros, los que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, anhelando que se realice plenamente nuestra condición de hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo.

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¿Por qué los mártires tienen el gran valor de morir por CRISTO?
 
 
Hola hermanos y hermanas, que el Señor les de su paz.
 
 
Hoy quiero hacerles esta pregunta sugestiva, pues en estos días el Papa Francisco ha declarado que "hay más mártires hoy que en tiempos de la Iglesia primitiva", cuando la Iglesia era perseguida. Hoy como en ese tiempo hay muchos mártires de los que casi no nos llegan noticias, pues no son noticia. ¿por qué no son noticia? Pues porque simplemente a la prensa amarillista no le interesa que mueran personas convencidas de sus convicciones hacia un hombre-Dios que ha cambiado la historia.
 
La respuesta a la pregunta del titulo esta en las primeras líneas de la lectura que leíamos hoy como segunda lectura: "Estimo que los sufrimientos del tiempo presente no se pueden comparar con la gloria que se ha de revelar en nosotros", esta es la gran convicción de muchos de nuestros hermanos que son perseguidos, humillados, torturados y, por fin, matados por otros hermanos que no comprenden que somos todos hijos de un mismo Dios. Es un gran valor el que se debe de tener para morir por causa de Cristo, este valor es dado por la fe tan arraigada en Jesús, por el ardiente amor con que se vive esta fe y con la firmísima esperanza de tener vida plena con Jesús, aquí en la tierra como en la eternidad. Estos hermanos, que ahora están dando testimonio (mártir) de Cristo, no escatiman nada pues tienen la fe puesta en Dios; ¿Cuánta es nuestra fe? ¿en realidad confiamos plenamente en Dios? ¿recordamos las palabras de nuestro Maestro, cuando nos habla de las persecuciones?
 
Estos hermanos nuestros que sufren en Iraq, Siria, Medio Oriente, Ucrania, han tomado en serio lo que Jesús nos aseguro: "quien pierda su vida por mi, la encontrará", nosotros ¿seremos capaces de creer las palabras del Señor con tal valentía hasta entregar la vida?. Hermanos y hermanas, les invitó a creer en las palabras de Jesús, pues estas nos darán esperanza mientras esperamos su retorno, no se ha manifestado lo que seremos, como dice san Pablo, pero si creemos en las palabras del Señor tendremos como una luz, una idea de lo que seremos, esto lo han contemplado tantos hermanos y hermanas mártires de Cristo.
 
Todo sufre hoy; pues no reconoce a Jesús como Señor de la historia. Todos sufren, gimiendo con dolores como de parto, porque no tienen a Dios, se alejan de Él, lo sacan de sus vidas, o lo tienen según y van al templo pero siguen criticando, siguen en sus mismas costumbres erradas, siguen sin convertirse al Señor de corazón. Ya no hagamos más mártires con nuestra lengua, como dice Jesús, no hablemos mal del hermano o la hermana, pues si hablamos mal es como si lo matáramos, bien-digamos de los demás y seremos una Iglesia que demos testimonio como estos mártires de hoy, pues mientras están leyendo están muriendo hermanos por Cristo.
 
Seamos todos mártires (testimonio) de Cristo, con nuestra vida diaria y si es necesario con la vida, ellos entregan su vida hasta derramar su sangre y morir, nosotros la entregamos en el día a día hasta derramar sudor y lagrimas para morir a nuestro orgullo, egoísmo, pues nadie a ha dicho que no cueste. Un abrazo y animo en nuestro camino hacia el Cielo, "anhelemos, como dice san Pablo, ha que se realice plenamente nuestra condición de hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo".
 
¡¡¡Buen domingo y un abrazo fraterno a todos!!!
 
Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.
 
 


domingo, 6 de julio de 2014

Homilia del 14° Domingo Ordinario.


De la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 8, 9. 11-13.

 
Pero ustedes no están animados por los bajos instintos, sino por el Espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no le pertenece. Y si el Espíritu del que resucitó a Jesús de la muerte habita en ustedes, el que resucitó a Cristo de la muerte dará vida a sus cuerpos mortales, por el Espíritu suyo que habita en ustedes.
 
Hermanos, no somos deudores de los bajos instintos para vivir a su manera. Porque, si viven de ese modo, morirán; pero, si con el Espíritu dan muerte a las bajas acciones, entonces vivirán.
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¡No nos engañemos!
 
Hola hermanos y hermanas, paz y bien.
 
 
Quiero volver a iniciar con estas reflexiones, esperando que les sirva. A mi me sirve mucho porque es una preparación para la homilía del domingo. Hoy el gran tema es la humildad, que en el nuevo testamento tiene un nombre y es una persona, JESUCRISTO Nuestro Señor.
 
Pero quiero poner el énfasis en la segunda lectura, que por lo regular no tiene nada que ver con las otras lecturas, en esta ocasión san Pablo nos propone que actuemos de la forma como Dios nos pensó desde el principio. Es cierto que tenemos nuestra muy particular forma de pensar, pero Dios nos pensó desde siempre de forma que todos seamos felices.
 
Cuando somos adolescentes pesamos que debemos pensar y hacer lo que nosotros queramos, incluso nos enojamos cuando nuestros padres o nuestros hermanos mayores nos demuestran que nuestra forma de pensar o actuar no esta bien, sin embargo nos hacen ver nuestro errores por que nos aman, solo alguien a quien no le importamos no nos corrige, solo alguien que no nos ama nos deja sumergidos en nuestros errores. Ciertamente que no cualquier persona nos puede "llamar la atención" pues es necesario que nos conozcamos, que nos amémonos, que seamos amigos para que con toda confianza nos corrijamos. También es cierto que cuando nos corrigen o corregimos nos podemos pasar en la forma como corregimos, incluso podemos hacerlo enojados o gritando, y esta no es la forma.
 
Todo iría bien si pensáramos y actuáramos, como dice san Pablo, en el Espíritu de Dios. Pero nos dejamos llevar por el espíritu del mundo, el espíritu negativo que nos corroe, el espíritu de una mayoría que le enseñan como sentirse. Si, hermanos y hermanas, la cultura moderna, los medios masivos, la tecnología basta, nos enseñan como sentirnos, todo lo queremos fácil, el verdadero poder es la persuasión, y nos persuaden para todo: para comprar lo que no necesitamos, para relacionarnos desde el punto de vista materialista, para dominar y hacernos creer que no pasa nada. Cuando nos dejamos llevar por este espíritu del mundo nos sentimos perdidos, nos sentimos son sentido en la vida.
 
El Espíritu de Dios en cambio nos da libertad, de pensar y actuar, pero esta libertad lleva una responsabilidad; también nos da sentido en la vida, por que el Espíritu de Dios, que se da sin medida, sin esperar nada a cambio, no lo quiere o no lo hace todo fácil, es esforzado. El Espíritu de Dios es el amor, y el amor es dar, dar con un corazón grande, con un corazón abierto, con un corazón como el de Jesús que sangra de amor por los demás, pero amar, dar, entregarse tiene que ser de forma libre, pues solo así tiene sentido la vida.
 
Y si, queridos hermanos y hermanas, solo actuando en el Espíritu de Dios seremos felices, nos podemos rendir al plan que Dios pensó para cada uno desde el principio, podemos decirle con toda confianza a Dios, como lo hizo María, "yo soy la esclava (o) del Señor", pues Dios a diferencia de los seres humanos no se aprovechara de nosotros cuando le decimos esto, no nos tomará como esclavos cuando le rindamos el corazón, sino que nos tomará como instrumentos para llevar su amor a los demás.
 
 
No tengamos miedo de seguir el Espíritu de Dios, pues es un Espíritu de libertad, de amor, de paciencia, de esfuerzo, de entrega, de generosidad. Animo y a permanecer, a entregarnos, a poner por obra el plan de Dios en nuestras vidas, a actuar siempre con el Espíritu del Señor para ser felices.
 
¡Buen domingo, que el Señor los bendiga!
 
Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.