domingo, 6 de julio de 2014

Homilia del 14° Domingo Ordinario.


De la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 8, 9. 11-13.

 
Pero ustedes no están animados por los bajos instintos, sino por el Espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no le pertenece. Y si el Espíritu del que resucitó a Jesús de la muerte habita en ustedes, el que resucitó a Cristo de la muerte dará vida a sus cuerpos mortales, por el Espíritu suyo que habita en ustedes.
 
Hermanos, no somos deudores de los bajos instintos para vivir a su manera. Porque, si viven de ese modo, morirán; pero, si con el Espíritu dan muerte a las bajas acciones, entonces vivirán.
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¡No nos engañemos!
 
Hola hermanos y hermanas, paz y bien.
 
 
Quiero volver a iniciar con estas reflexiones, esperando que les sirva. A mi me sirve mucho porque es una preparación para la homilía del domingo. Hoy el gran tema es la humildad, que en el nuevo testamento tiene un nombre y es una persona, JESUCRISTO Nuestro Señor.
 
Pero quiero poner el énfasis en la segunda lectura, que por lo regular no tiene nada que ver con las otras lecturas, en esta ocasión san Pablo nos propone que actuemos de la forma como Dios nos pensó desde el principio. Es cierto que tenemos nuestra muy particular forma de pensar, pero Dios nos pensó desde siempre de forma que todos seamos felices.
 
Cuando somos adolescentes pesamos que debemos pensar y hacer lo que nosotros queramos, incluso nos enojamos cuando nuestros padres o nuestros hermanos mayores nos demuestran que nuestra forma de pensar o actuar no esta bien, sin embargo nos hacen ver nuestro errores por que nos aman, solo alguien a quien no le importamos no nos corrige, solo alguien que no nos ama nos deja sumergidos en nuestros errores. Ciertamente que no cualquier persona nos puede "llamar la atención" pues es necesario que nos conozcamos, que nos amémonos, que seamos amigos para que con toda confianza nos corrijamos. También es cierto que cuando nos corrigen o corregimos nos podemos pasar en la forma como corregimos, incluso podemos hacerlo enojados o gritando, y esta no es la forma.
 
Todo iría bien si pensáramos y actuáramos, como dice san Pablo, en el Espíritu de Dios. Pero nos dejamos llevar por el espíritu del mundo, el espíritu negativo que nos corroe, el espíritu de una mayoría que le enseñan como sentirse. Si, hermanos y hermanas, la cultura moderna, los medios masivos, la tecnología basta, nos enseñan como sentirnos, todo lo queremos fácil, el verdadero poder es la persuasión, y nos persuaden para todo: para comprar lo que no necesitamos, para relacionarnos desde el punto de vista materialista, para dominar y hacernos creer que no pasa nada. Cuando nos dejamos llevar por este espíritu del mundo nos sentimos perdidos, nos sentimos son sentido en la vida.
 
El Espíritu de Dios en cambio nos da libertad, de pensar y actuar, pero esta libertad lleva una responsabilidad; también nos da sentido en la vida, por que el Espíritu de Dios, que se da sin medida, sin esperar nada a cambio, no lo quiere o no lo hace todo fácil, es esforzado. El Espíritu de Dios es el amor, y el amor es dar, dar con un corazón grande, con un corazón abierto, con un corazón como el de Jesús que sangra de amor por los demás, pero amar, dar, entregarse tiene que ser de forma libre, pues solo así tiene sentido la vida.
 
Y si, queridos hermanos y hermanas, solo actuando en el Espíritu de Dios seremos felices, nos podemos rendir al plan que Dios pensó para cada uno desde el principio, podemos decirle con toda confianza a Dios, como lo hizo María, "yo soy la esclava (o) del Señor", pues Dios a diferencia de los seres humanos no se aprovechara de nosotros cuando le decimos esto, no nos tomará como esclavos cuando le rindamos el corazón, sino que nos tomará como instrumentos para llevar su amor a los demás.
 
 
No tengamos miedo de seguir el Espíritu de Dios, pues es un Espíritu de libertad, de amor, de paciencia, de esfuerzo, de entrega, de generosidad. Animo y a permanecer, a entregarnos, a poner por obra el plan de Dios en nuestras vidas, a actuar siempre con el Espíritu del Señor para ser felices.
 
¡Buen domingo, que el Señor los bendiga!
 
Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.

 

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