domingo, 27 de septiembre de 2020

La justicia de Dios la humildad, la justicia del hombre la obediencia.

Al hablar de justicia siempre imaginamos a Dios como un dios que dicta sentencia implacable o incluso arbitraria, porque el tiene el poder, la potestad. Pero es todo lo contrario, Dios cuando ejerce su justicia lo hace con humildad y nuestra respuesta tendría que ser una obediencia sincera a su amor,  a su misericordia.

| NO ES JUSTO EL PROCEDER DE DIOS | Primera lectura

Dios aunque podría usar su poder, su estatus de Dios implacable no lo hace, incluso prefiere no juzgar a nadie. Comprende, justifica, ama con amor misericordioso a sus hijos, es humilde su proceder, no toma en cuenta la ofensa. Y cuando Dios actúa de esta manera nosotros nos enojamos con Él porque somos duros de corazón, somos rígidos de mente, somos jueces del mismo Dios, solo queremos que actué humilde y misericordioso cuando nos toca a nosotros.

Es frecuente el juicio de los hombres hacia Dios, he escuchado muchos comentarios de "por qué les va bien a los malos", "por qué Dios es bueno con quien se porta mal o lo persigue", incluso "por qué escoge a los más pecadores para servirlo", creemos que Dios actúa de una manera injusta porque es contrario a nuestra lógica de justicia, pero en realidad es nuestra lógica la que esta turbia y nublada. ¿Quiénes somos nosotros para juzgar el proceder de Dios? ¿Qué no puede hacer Dios lo que el quiera, no puede ejercer su característica principal que es la humildad? ¿Por qué no dejamos ser dios a Dios? ¿Por qué no no dejamos ser Dios?

| DESCÚBRENOS, SEÑOR, TUS CAMINOS | Salmo y segunda lectura

Sin duda debemos decir con el salmista: "Descúbrenos, Señor, tus caminos". Pues los caminos de Dios son la verdad, el amor y la ternura, solo quien anda en la verdad, solo quien ama con pasión y solo quien es "ternuroso" con su prójimo puede andar por los caminos de Dios. Es que Él atrae con su ternura a los humildes y con su bondad a los pobres. 

Que bonito sería que en la Iglesia "llenáramos de alegría a Dios", teniendo todos un mismo acuerdo, un amor entrañable los unos a los otros, que aspiráramos todos ha hacer el bien y que fuéramos una sola alma y un mismo corazón. Que bonito sería que entre nosotros no hubieran rivalidades, celos o envidias, que todos imitáramos la justicia de Dios que se hizo humilde, es decir, que no considero aferrarse a su condición divina, sino que se hizo siervo. 

| LA RESPUESTA NUESTRA, LA ODEDIENCIA | Evangelio

Obediencia viene el del verbo "escuchar o poner atención" pero esta precedido por un apostrofe "ad" que significa "a alguien", entonces podemos decir que obediencia significa "escuchar o poner atención a alguien" en nuestro caso es a Dios. Pero no siempre queremos escuchar o poner nuestra atención a Dios, y es lo que narra el Evangelio de hoy.

Un padre le dice a su hijo que fuera a trabajar y el hijo le dijo que si pero no fue, en cambio le dijo a un segundo hijo y dijo que no, pero se arrepintió y fue. Con frecuencia nos identificamos con el segundo hijo, pero en realidad los dos hijos están en su derecho de atender la llamada de Dios a trabajar en su viña con sus propias características, con su bondad, con humildad, con amor, con ternura, o también a decirle a Dios "no". Los dos hijos están bien, porque los dos ejercen su libertad y Dios quiere que todos sus hijos sean libres y que libres escuchen o atiendan (obedezcan) su voz. Pero quien dice que no y se arrepiente ya lleva la delantera, por eso dice que los pecadores públicos y las prostitutas nos llevan la delantera a nosotros que venimos a misa todos los domingos, haciendo que somos buenos o que cambiamos y estamos iguales.

Fray Yolo



domingo, 13 de septiembre de 2020

SI ERES PERDONADO, PERDONA.

En el padre nuestro pedimos que Dios nos perdone "así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden", pero lo cierto es que cuesta mucho perdonar, nos encanta sentir esa sensación de ser perdonados, ese alivio por habernos reconciliado, pero es más difícil otorgar perdón, ese perdón sincero que hace que tratemos al que nos ha ofendido como si nada hubiera pasado.

- COSAS ABOMINABLES SON EL RENCOR Y LA CÓLERA. Así dice la primera lectura que escuchamos, por qué perdonar hace bien al que perdona, le conviene a quién lo otorga, no hacerlo puede llevar al corazón del hombre a enfermarse de odio y de tristeza. Además no se tiene cara de pedir perdón a Dios, si uno no perdona al prójimo, una condición indispensable para obtener el perdón de Dios es reconciliarse con el hermano, es abominable que uno comulgue en la misa el Cuerpo del Señor cuando no se ha reconciliado con el hermano que le ofendió, o peor aun, que por rencor o enojo hace venganza a su hermano. El odio y el rencor son la manifestación clara del orgullo de quien no quiere perdonar, pareciera que hace mal al prójimo, pero sin embargo se hace más mal a si mismo.

En muchas ocasiones enfocamos hacia los sentimientos nuestro actuar, pero tendríamos de aprender de Dios que "es compasivo y misericordioso", tendríamos que enfocar más nuestros sentimientos a Dios, nuestra mirada en sus sentimientos, para fijarnos que a pesar de que no le correspondemos como se debe Él sigue siendo rico en paciencia y abundante de ternura. Cumplamos con esa sencilla oración que Jesús nos enseño del padre nuestro que reza, "perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden".

pardon | Pedir perdón, Cartas de perdon, Imagenes de arrepentimiento
Una persona es valiente para pedir perdón, pero es mas valiente quien lo concede.

- EL PERDÓN NOS HACE SER DEL SEÑOR. La característica principal de Dios es que siempre es misericordioso, muchos alegan que Dios "es justo y también es misericordioso", pero en realidad es justo porque cumple con su principal característica que es la misericordia, la compasión, el perdón. "Somos del Señor, en la vida y en la muerte", como dice san Pablo en la segunda lectura, si practicamos siempre esta característica de Dios, y tenemos paciencia y perdonamos nos parecemos a Jesús "que resucito para ser Señor de vivos y muertos".

Perdonar nos vuelve a la vida, nos regresa a nuestra condición originaria de "ser como Dios", semejante a Él, cuando perdonamos Dios dice con mucho orgullo "ese es mi hijo amando". Si quieres ser del Señor, perdona siempre.

- SETENTA VECES SIETE. De hecho esta recomendación de "perdonar siempre" es la que hace Jesús a Pedro en el evangelio, es necesaria esta disposición del corazón a siempre estar dispuesto a ofrecer el perdón, a justificar al hermano de como se comporta, porque siempre detrás de un comportamiento o actitud nefasta, también hay heridas y traumas. 

Quien más experimenta el amor, la misericordia y la compasión de Dios, nuestro Padre amoroso, más debe de perdonar las ofensas del prójimo. Quien no perdona o tiene misericordia muy poco a sentido o experimentado el amor desinteresado de Dios.  

#FrayYOLO

domingo, 6 de septiembre de 2020

LA CONDICIÓN PARA CORREGIR, QUE TENGAS AMOR EN EL CORAZÓN.

Cuando en una comunidad de creyentes hablamos de corregir, pensamos que hay que hacerlo con criterios bien humanos, a nuestra forma de pensar, según como uno es, y de alguna manera lo hacemos así, pero hay que tener en cuenta una característica esencial para corregir al que esta errado, equivocado o en "pecado": se necesita que la persona que corrija tenga AMOR EN EL CORAZÓN.

Es tan delicado y complicado corregir, que hay que hacerlo con la única actitud de que la persona corregida se sienta amada, porque una corrección solo para hacer sentir mal a la persona no sirve, por eso hay que cuidar esto en tres niveles:

- EN LA CORRECCIÓN FRATERNA. No se puede corregir a alguien sino se tiene la plena certeza de que "somos hermanos". Cuando la corrección se hace en el ámbito fraterno, en un ambiente verdaderamente humano y cristiano, va a tener un verdadero fruto la corrección. Y este fruto esperado es que la persona corregida capte de lo que se esta perdiendo por estar en un camino errado, de lo que se pierde por tener una actitud arrogante o soberbia. Esta corrección entre hermanos siempre se debe hacer cara a cara, de frente como hermanos que tienen diferencias, pero que sobre todo se aman. Tambien ha de hacerse con profunda humildad, porque la persona que corrige puede estar, en otro momento, mucho más errada que el hermano que corrige.

Por otro lado, no se puede recibir una corrección si la persona no es suficientemente equilibrada o sana emocionalmente. Muchos desentendidos se dan cuando la persona que es corregida hace una telenovela de todo el proceso de corrección, cuando no ha tratado sus propias heridas, cuando no es sana mental y emocionalmente. Incluso, no solo no da fruto la corrección sino que es peor, porque se distancian los hermanos. Es una tristeza que por no haber conseguido una sana y equilibrada personalidad, se pierda la oportunidad de crecimiento.

- EN LA RECONCILIACIÓN SACRAMENTAL. Dos actitudes básicas que pueden ayudar en la confesión de los pecados son: la humildad del confesor en reconocer que se puede caer igual o peor que el penitente, nunca escandalizarse, nunca violar la conciencia de las personas, nunca constituirse como juez implacable. Por otro lado, no hacer del confesionario una cámara de tortura, esto último lo aconseja el Papa Francisco muchas veces, que el confesionario sea un lugar de encuentro con el Señor, un encuentro amoroso y efectivo, un encuentro que marque un antes y un después en la vida de las personas, pero sobre todo un encuentro que acerque de verdad al hijo con su Padre.

- EN LA PLEGARIA ANTE NUESTRO PADRE. Se constata que ningún padre va a ser malo con su hijo, que le va a desear siempre lo mejor, incluso el padre o la madre dan la vida por su hijo, y aunque esto no fuera así, si lo es en nuestra relación con Dios. Él como un Padre amoroso nunca desoye lo que sus hijos le piden, siempre esta pendiente de lo que sus hijos necesitan, esta dispuesto a darse así mismo por sus hijos. Por eso el Evangelio de hoy nos invita a que confiemos plenamente en que lo que pidamos se nos concederá, pero que lo pidamos en comunión con los hermanos. Que a pesar de las diferencias, a pesar de las correcciones al final es "tan hermoso ver convivir los hermanos unidos", y más aún unir la voz en la plegaria al Padre para ser beneficiados de su amor, su bondad y su misericordia.

Pidamos la gracia de "la madurez espiritual", para que trascendamos a un nivel más humano, más cercano al otro, más comprensivo al otro, a pesar de las limitaciones por las heridas del pasado y podamos asemejarnos al que vino a ser verdaderamente humano y a enseñarnos que quien realmente es humano también es divino.

Fray Yolo