sábado, 11 de febrero de 2012

Reflexión de P. Pio de Pietrelcina para febrero.


Febrero  2012





Estimados amigos de Padre Pío,



Que la esperanza en el Reino de Dios les infunda con ánimo a santificar lo ordinario en tu vida.

Estamos en tiempo ordinario de nuevo, un buen tiempo de evangelizar y proclamar la cercanía del Reino de Dios. Pero si no sabemos hacer esto en la vida diaria, menos vamos a saber hacerlo en momentos más retadores y difíciles. La mayoría de nosotros no hacemos grandes cosas o avanzamos con pasos notables en la vida espiritual aunque lo quisiéramos. ¿Cómo, entonces, seguir adelante sin desanimarnos? Padre Pío en su carta a  Fray Marcelino Diconsole el 20 de enero de 1919 nos ofrece un consejo:



Te he dicho muchas veces que, en la vida espiritual, es necesario caminar de buena fe, sin perjuicios y sin soberbias. Haz de este modo: aplícate, en la medida en que lo permitan tu capacidad y tu debilidad, a querer hacer siempre el bien. Si lo consigues, alaba y da gracias al Señor por ello; si, a pesar de toda tu atención y buena voluntad, no consigues hacerlo totalmente o en parte, humíllate profundamente ante Dios, pero sin desanimarte; proponte estar más atento en el futuro, pide el auxilio divino, y continúa adelante.

Sé bien que tú no quieres hacer el mal intencionadamente. Y los otros males que el Señor permite y que tú cometes sin que lo desees, que te sirvan para humillarte, para mantenerte lejos de la vanagloria. Por tanto, no temas y no te angusties en adelante por las dudas de tu conciencia; porque sabes bien que, después de esforzarte y de hacer cuanto está en tus manos, no hay motivo para temer y angustiarse.



Notamos mucha comprensión y compasión de parte de Padre Pío a la situación de este fraile. En primer lugar afirma su sinceridad y buena voluntad, pero también exhorta contra el desánimo y angustia. Finalmente aconseja resignificar la inhabilidad de no lograr el avance deseado como oportunidad de practicar la humildad ante Dios y pedirle más auxilio. En el trasfondo de estos consejos se ve que Padre Pío mantiene esperanza en Dios Padre misericordioso en su corazón. Resignifica la lucha del fraile rastrando énfasis en el sentimiento negativo asociado con su inhabilidad y aumentando la importancia de su buena y sincera intención. Además, encausa la impotencia sentido por fray Marcelino de ser una pérdida a ser una ganancia en cuanto provee la oportunidad de practicar la humildad.

Todo esto manifiesta el efecto transformador que puede tener la esperanza en Dios en nuestras vidas diarias. En vez de dejarnos llevar por los sentimientos negativos que nos quita la esperanza y ánimo, hagamos caso a nuestra sincera intención de hacer el bien. Así validamos nuestro juicio y recuperamos más control y libertad en nuestra vida. Cuando hacemos algo, lo insignificante que sea, por Dios y con Él, santificamos así nuestra vida. ¡Animo y éxito!



Dios le bendiga a cada uno,



Fray Guillermo Trauba, OFM Cap.

jueves, 9 de febrero de 2012

Reflexión del 6to. Domingo del Tiempo Ordinario

(pinchar cita para leer evangelio)

AMIGO DE LOS EXCLUIDOS


Jesús era muy sensible al sufrimiento de quienes encontraba en su camino, marginados por la sociedad, despreciados por la religión o rechazados por los sectores que se consideraban superiores moral o religiosamente.

Es algo que le sale de dentro. Sabe que Dios no discrimina a nadie. No rechaza ni excomulga. No es solo de los buenos. A todos acoge y bendice. Jesús tenía la costumbre de levantarse de madrugada para orar. En cierta ocasión desvela cómo contempla el amanecer: "Dios hace salir su sol sobre buenos y malos". Así es él.

Por eso, a veces, reclama con fuerza que cesen todas las condenas: "No juzguéis y no seréis juzgados". Otras, narra pequeñas parábolas para pedir que nadie se dedique a "separar el trigo y la cizaña" como si fuera el juez supremo de todos.

Pero lo más admirable es su actuación. El rasgo más original y provocativo de Jesús fue su costumbre de comer con pecadores, prostitutas y gentes indeseables. El hecho es insólito. Nunca se había visto en Israel a alguien con fama de "hombre de Dios" comiendo y bebiendo animadamente con pecadores.

Los dirigentes religiosos más respetables no lo pudieron soportar. Su reacción fue agresiva: "Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de pecadores". Jesús no se defendió. Era cierto. En lo más íntimo de su ser sentía un respeto grande y una amistad conmovedora hacia los rechazados por la sociedad o la religión.

Marcos recoge en su relato la curación de un leproso para destacar esa predilección de Jesús por los excluidos. Jesús está atravesando una región solitaria. De pronto se le acerca un leproso. No viene acompañado por nadie. Vive en la soledad. Lleva en su piel la marca de su exclusión. Las leyes lo condenan a vivir apartado de todos. Es un ser impuro.

De rodillas, el leproso hace a Jesús una súplica humilde. Se siente sucio. No le habla de enfermedad. Solo quiere verse limpio de todo estigma: «Si quieres, puedes limpiarme». Jesús se conmueve al ver a sus pies aquel ser humano desfigurado por la enfermedad y el abandono de todos. Aquel hombre representa la soledad y la desesperación de tantos estigmatizados. Jesús «extiende su mano» buscando el contacto con su piel, «lo toca» y le dice: «Quiero. Queda limpio».

Siempre que discriminamos desde nuestra supuesta superioridad moral a diferentes grupos humanos (vagabundos, prostitutas, toxicómanos, sidóticos, inmigrantes, homosexuales...), o los excluimos de la convivencia negándoles nuestra acogida, nos estamos alejando gravemente de Jesús.
        
José Antonio Pagola

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