domingo, 26 de julio de 2015

Homilía del DOMINGO XVII DEL TIEMPO ORDINARIO.

Del segundo libro de los reyes 4, 42-44.

Uno de Baal-Salisá vino a traer al profeta el pan de las primicias, veinte panes de cebada y grano reciente en la alforja. Eliseo dijo:
   —Dáselos a la gente, que coman. El criado replicó:
   —¿Qué hago yo con esto para cien personas?

Eliseo insistió:
   —Dáselos a la gente, que coman. Porque así dice el Señor: Comerán y sobrará.

Entonces el criado se los sirvió, comieron y sobró, como había dicho el Señor.



¡GENEROSIDAD, 
una actitud de vida que no esta de moda!

Hola a todos los hermanos y hermanas amados del Señor, Paz y bien.

El tema de las lecturas del día de hoy es la generosidad, por la gran generosidad de Elíseo comió mucha gente, una viuda y sus hijos. Por esta misma generosidad de un "muchacho con sus cinco panes y dos peces", Jesús realizó el milagro más grande y la enseñó a todos los que le siguen que la generosidad debe ser una constante en el cristiano, y más de aquel que quiera llamarse "buen cristiano", hoy en día tanto la palabra como la actitud de la GENEROSIDAD no están de moda.

Recuerdo en mi infancia que mi abuela era muy generosa, vivían en el rancho y cuando alguien iba a visitarlos lo primero que les ofrecía era un vaso con agua, una limonada, un agua con jamaica o alguna agua fresca, después de platicar un poco y de calentar la comida les daba de comer, y si llegaban así fueran muchos visitantes, se repetía la historia con todos. Yo siempre me preguntaba: ¿como le hace mi abuela para que alcance para tanta gente?, esta pregunta es parecida a la que el Evangelio le hace Andrés a Jesús, después de que aquel muchacho les ofrece sus cinco panes y dos peces. Hoy cuando vas a una casa en nuestras ciudades, si bien te va y si te conocen te dejan pasar a su casa, también se comprende porque las casas son tan pequeñas. Y en el peor de los casos te reciben como el cobrador. El profeta Eliseo nos enseña a los que tenemos una responsabilidad o somos mensajeros del Señor que compartamos lo que tenemos, que no porque le regaron al padrecito tal o cual cosa no lo va a compartir, al contrario, el padrecito tiene que ser generoso, debe de ser el primero, si es agarrado, si es pichicato, si es codo, no quiero imaginar como serán los demás. 

Pero la GENEROSIDAD debe de ir acompañada de CARIDAD, una generosidad sin caridad tiende a ser pura filantropia. Pongo un ejemplo que nos pasa a diario. En los cruceros es muy común encontrarse con algún mendigo que pide una moneda, si bien le va le decimos que a la vuelta, pero nunca llega la vuelta o le damos la moneda que nos pide, y se la damos de una forma muy fea. No lo vemos a los ojos, no le preguntamos su nombre, no le decimos que Dios le ama mucho, no tenemos una mínima atención hacia Él, incluso cuando le damos la moneda ni lo tocamos, como si tuviera lepra y nos la fuera a contagiar. ¿A esto se reduce nuestra generosidad? pues si a esto se reduce, les tengo una noticia: no somos buenos cristianos. El o la que ayudamos es una persona como nosotros y merece ser tratada como tal, no nos damos cuenta que la vida da muchas vueltas y podemos ser cualquiera de nosotros el que este en un crucero.

Hermanos y hermanas, ciertamente la actitud y la palabra GENEROSIDAD no esta de moda, pero les invito a que la pongamos de moda, hagamos el bien a todos, hay que ser generosos con todos. Y recordemos que la generosidad no solo se reduce a compartir algo material, sino también los dones que Dios nos ha dado. Que feo es ver que una persona, un hermano o hermana que es generoso sirviendo en la Iglesia, pero no es amable, no es compasivo, no es bondadoso, no soporta (apoya) a los demás, es chismoso, es conflictivo, no se convierte, también todas estas cosas son signos de la generosidad para con los hermanos y hermanas.

Seamos GENEROSOS pero con CARIDAD, con humanidad, recordemos que cada cristiano es extensión de Cristo, y si el mundo tiene hambre hay que darle de comer, no solo de alimento físico, sino de alimento espiritual, de alimento de las virtudes que nos hacen grandes como las que comenta la segunda lectura de hoy: "sean amables, bondadosos y compasivos unos a otros, soportaos mutuamente"

¡Buen domingo y felices vacaciones de verano!

Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.

domingo, 19 de julio de 2015

Homilía del DOMINGO XVI DEL TIEMPO ORDINARIO.

Del libro del profeta Jeremías, 23, 1-6.


¡Ay de los pastores que dispersan y extravían las ovejas de mi rebaño! —oráculo del Señor—. Por eso, así dice el Señor, Dios de Israel, a los pastores que pastorean a mi pueblo: Ustedes dispersaron a mis ovejas, las expulsaron, no se ocuparon de ellas; yo, en cambio, me ocuparé de ustedes y castigaré sus malas acciones —oráculo del Señor— 

Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas en todos los países adonde las expulsé, las volveré a traer a sus pastos, para que crezcan y se multipliquen. Les daré pastores que las pastoreen: no temerán, ni se espantarán, ni se perderán —oráculo del Señor—. Miren que llegan días —oráculo del Señor— en que daré a David un retoño legítimo. Reinará como rey prudente, y administrará la justicia y el derecho en el país; en sus días se salvará Judá, Israel habitará en paz, y le darán el título Señor, justicia nuestra.



¿QUE ES UN BUEN PASTOR?

¡Hola paz y bien a todos y todas!

Muchas veces nos referimos a Jesús como un buen pastor, pero lo cierto es que Él es el único BUEN PASTOR, todos los demás a quienes nos referimos como pastores (en el ámbito católico o protestante), incluso un servidor que es sacerdote, tratamos o nos esforzamos por ser lo mejor posible como el BUEN PASTOR. Pero, ¿qué es un pastor o un buen pastor?

Hay que decir que cuando Jeremías se refiere a los pastores, no se refiere a los sacerdotes de su tiempo, y menos aún a los de ahora, sino a los que guiaban al pueblo, a los que lo representaban, como son los reyes, y es que desde David (el Rey) adquirió el reinado la figura del pastor, pues David era pastor de ovejas, así todos los que siguieron como reyes después de David se les llamaba pastores (rey) que eran servidores del pueblo de Dios. Hoy podríamos decir que los pastores son los servidores públicos, los gobernantes, pues sirven al pueblo, pero por desgracia se sirven a ellos mismos, un buen pastor seria el que se ocupa y preocupa de los demás, de su pueblo.

Pero podríamos decir que cualquier dirigente, los padres de familia, los encargados de un grupo de personas, los maestros, los patrones en las empresas, los lideres carismáticos o no, los sacerdotes, los que dirigen una iglesia, son pastores, pero habría que preguntarnos ¿Soy buen pastor en el ámbito en que me encuentro? ¿Actuamos con justicia, promovemos la paz?, y la respuesta la tendríamos que dar viendo como en un espejo al BUEN PASTOR, a Jesús. Contemplándolo con los ojos de la fe, con los ojos bien abiertos, y sino somos buenos pastores, hay que tener la valentía de esforzarse, de atreverse a serlo.

Cuando el padre de familia no cumple con sus hijos, cuando el dirigente no vela por los intereses de quienes representa, cuando el encargado se cree muy poderoso y trata mal a los demás, cuando los patrones de las empresas se preocupan más por el dinero que ganan que en las personas que trabajan con él, cuando los lideres de opinión no informan críticamente y tergiversan las cosas, cuando el sacerdote se sirve a si mismo o no escucha a los demás para tomar decisiones en la Iglesia, cuando un pastor evangélico solo vela por su familia o por sus intereses, no deberían llamarse pastores o buenos pastores. Para salir de estos vicios y para ser un verdadero pastor hay que ver al que es el BUEN PASTOR, y estas son sus características, según el Evangelio de hoy: la primera es la COMPASIÓN, cuando un pastor no le mueve la compasión por su pueblo, por los suyos, por los que representa, se vuelve indiferente, no le importa lo que pasan los más desfavorecidos, se impermeabiliza. La segunda es ENSEÑAR CON PACIENCIA, cuando una pastor, llámese padre de familia, patrón, dirigente, encargado, catequista, sacerdote, maestro, pastor, gobernante, no enseña con paciencia quiere decir que ha perdido su memoria, no recuerda que fue sacado del mismo pueblo que enseña, no recuerda que hizo padecer a sus padres, no recuerda su origen, no recuerda que si Dios le ha puesto en tal o cual puesto es para servir, incluso la palabra pastor lo dice todo, servidor.

Tengamos la valentía de cambiar con nuestras actitudes esta realidad en que vivimos, nos faltan muchos pastores según el corazón de Cristo, según el corazón del Padre del cielo que es nuestro gran pastor, el siendo Dios nos enseña la actitud del BUEN PASTOR: "no vino para servirse, sino para servir, es compasivo, da la vida por sus ovejas, guía a sus ovejas hacia praderas verdes".

¡Buen domingo hermanos y hermanas!

Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.

martes, 14 de julio de 2015

Homilía del DOMINGO XV DEL TIEMPO ORDINARIO.

Del libro del profeta Amós 7,12-15.


Después, Amasías dijo a Amós: "Vete de aquí, vidente, refúgiate en el país de Judá, gánate allí la vida y profetiza allí. Pero no vuelvas a profetizar en Betel, porque este es un santuario del rey, un templo del reino".
Amós respondió a Amasías: "Yo no soy profeta, ni hijo de profetas, sino pastor y cultivador de higos; pero el Señor me sacó de detrás del rebaño y me dijo: 'Ve a profetizar a mi pueblo Israel'.

¡NADIE MERECE A DIOS!

Hola hermanos y hermanas, paz y bien.

Es muy común que cuando uno esta en un grupo de Iglesia, en la vida consagrada, en el seguimiento de Cristo. Inclusos cuando solamente viene uno a Misa a veces se desanima pues la fe no corresponde a la vida, porque aunque no te lo digan parece que te corren, como lo hicieron con el profeta Amós. Sin embargo tenemos que reconocer como el profeta, que no estamos en el seguimiento de Cristo por los demás, ni por méritos propios, ni porque seamos los "buenotes", sino porque Él nos ha llamado aún con nuestros errores y así ha llamado a tantos hermanos que están como cada uno, en camino.

Es muy feo cuando alguien en el camino de la vida cristiana, con una actitud con una palabra, con la misma vida aleja a otros hermanos que quieren seguir a Dios con rectitud de intención. Cuando algún hermano o hermana tienen más preocupación de seguir la ley con rigorismos y no les interesa la persona. Cuando alguien se desentiende de lo que dice la palabra de Dios cuando viene a Misa y dice: "como no vino tal o cual persona para que oyera". O cuando vas a la Misa y hay un padrecito que siempre dice lo mismo, uno dice: "ya se lo que va a decir" y ya no le ponemos atención al mensaje, se parece a Amacías, es decir, no acepta al profeta y el mensaje de Dios que trae su mensajero.

Es fácil desanimarse cuando no se tiene los ojos fijos en Jesús, hay muchos hermanos y hermanas que salen de la vida consagrada, del grupo de la parroquia, de los ambientes de la Iglesia porque no tienen los ojos fijos en Jesús. Si descubres cada día que es Dios quien te llamó y por quien tiene sentido estar a su lado, cerca, con Él, no habrá ningún mal ejemplo que te desanime, ninguna mala palabra que te digan, incluso si no quieren escucharte como mensajero de Dios. Dios tu Padre es el que te ha llamado a seguir las huellas de su Hijo, no estas por la comadre que te invito, aunque le estes agradecido, no estas porque eres buena gente, sino porque quieres ser cada día mejor persona, no estas porque el Sacerdote te pidió ayuda, no te sientas importante o indispensable, es CRISTO que nos ha llamado, es ÉL quien nos sostiene, por ÉL estamos en su Iglesia. Nadie merece a Dios, nadie merece estar en su presencia, pero Él no tiene problema por juntarse o recibirnos pues nos ama, los traumados por los merecimientos, por el honor, por la fama, por la importancia somos nosotros.

Ojala cada uno seamos conscientes de que somos profetas de Dios por pura misericordia y no por merecimientos, solo así no nos creeremos o no nos desanimaremos cuando nos hagan de menos, cuando nos corran y nos hagan de menos no nos sentiremos heridos, con ganas de salir corriendo como mártires. Solo así seguiremos a Jesús con una fe madura, que sabe cargar la cruz, que sabe asumir los opuestos, los problemas, las rivalidades por amor a Dios. ¡Un abrazo y buen domingo!

Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.

domingo, 5 de julio de 2015

Homilía del DOMINGO XIV DEL TIEMPO ORDINARIO.


De la profecía de Ezequiel 2, 2-5.


En aquellos días, el espíritu entró en mí, me puso en pie, y oí que me decía: «Hijo de Adán, yo te envío a los israelitas, a un pueblo rebelde que se ha rebelado contra mí. Sus padres y ellos me han ofendido hasta el presente día. También los hijos son testarudos y obstinados; a ellos te envío para que les digas: "Esto dice el Señor." Ellos, te hagan caso o no te hagan caso, pues son un pueblo rebelde, sabrán que hubo un profeta en medio de ellos.»


¿Es Dios lo más importante?

Paz y bien a todos hermanos y hermanas.

Dicen que nunca hay que decir siempre, sin embargo para hablar de Dios podríamos decir: "Dios es siempre el más importante", pero esto no es del todo cierto cuando lo comprobamos en nuestra propias vidas.

Nos preocupan muchas cosas, por ejemplo, nos preocupa cuando no tenemos dinero, cuando no tenemos que comer, cuando no tenemos con que vestirnos, nos preocupa la fama, y estás preocupaciones son normales, incluso son de primera necesidad. Pero a veces estas preocupaciones ocupan el lugar más importante en nuestras vidas, hay personas que solo viven preocupadas por el dinero, como ganar más, como aumentar el capital, o los papas están más preocupados por el dinero que van a llevar a casa que los hijos que están en la casa.

Después hay otras cosas que están en las primeras cosas de nuestras prioridades; por ejemplo, cuando hacemos nuestras metas en la vida, decimos yo quiero ser doctor, chófer, mecánico, secretaria, pero nunca pensamos en dedicar nuestras vidas a Dios, incluso si hay alguno de que lo piensa y lo hace, todos dicen que esta loco. Nuestras prioridades no son del todo sinceras cuando decimos que "Dios es el más importante",

Jesús y san Pablo en el Evangelio y la segunda lectura, respectivamente, hablan de que solo en la tierra y en las ocasiones de debilidad es donde se conoce quien esta contigo, quien te cree. Creo que a nivel personal y comunitario tendremos que aceptar que somos, como dice la lectura de Ezequiel, rebeldes, "que somos un pueblo rebelde que de repente se revela contra Dios", que de repente no le cree verdaderamente a Dios, incluso que no pone a Dios como lo más importante. Después de que reconozcamos que somos rebeldes o testarudos (cabeza duras), pues que decimos, pero no ponemos a Dios en lo más importante de nuestras vidas, que somos infieles o pecadores, viene el reconocimiento de que somos un pueblo de Dios errante por el mundo buscando lo que nadie busca, a Dios.

Solo cuando un enfermo alcohólico acepta que es una enfermedad, solo en ese momento empieza a curarse, solo cuando el enfermo se da cuenta de la gravedad de la enfermedad se empieza a cuidar. Debemos de mover nuestro corazón a Dios, antes de que sea muy tarde, hay que renovar la fe que tenemos a Dios y creerle, a poner a Dios en la cumbre de nuestras prioridades, que de verdad sea Cristo el más importante, que Dios sea el centro de nuestras vidas. No seamos orgullosos pensando que soy buen cristiano, que soy buen servidor suyo, que ayudo mucho, aceptemos que todos le fallamos alguna vez y entonces iremos cambiando de verdad. El pueblo o el critiano que no reconoce sus debilidades, sus rebeldías, sus faltas no es un verdadero pueblo de Dios, no es un verdadero cristiano.

Esta semana que comenzamos les invito a decirle a Dios. "Señor dame la fe que me falta" o "Señor aumenta nuestras fe". Tenemos que hacer nuestra confesión pública como pueblo, de que somos un pueblo rebelde pero en camino de salvación, y si hay que hacer alguna conefión privada tengamos la valentia de hacerlo, pues solo así se acrecienta la fe (confianza).

¡Buen domingo!

Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.