miércoles, 27 de febrero de 2013

Reflexión sobre la renuncia de BENEDICTO XVI.


Así de sencillo.


El Papa renunció a una vida normal. Renunció a tener una esposa. Renunció a tener hijos. Renunció a ganar un sueldo. Renunció a la mediocridad. Renunció a las horas de sueño, por las horas de estudio. Renunció a ser un cura más, pero también renunció a ser un cura especial. Renunció a llenar su cabeza de cosas vanas, para llenarla de teología. Renunció a llorar en los brazos de sus padres. Renunció a teniendo 85 años, estar jubilado, disfrutando a sus nietos en la comodidad de su hogar y el calor de una fogata. Renunció a disfrutar su país. Renunció a tomarse días libres. Renunció a su vanidad. Renunció a defenderse contra los que lo atacaban. Vaya, me queda claro, que el Papa fue un tipo apegado a la renuncia.

Y hoy, me lo vuelve a demostrar. Un Papa que renuncia a su pontificado cuando sabe que la Iglesia no está en sus manos, sino en la de algo o alguien mayor, me parece un Papa sabio. Nadie es más grande que la Iglesia. Ni el Papa, ni sus sacerdotes, ni sus laicos, ni los casos de pederastia, ni los casos de misericordia. Nadie es más que ella. Pero ser Papa a estas alturas del mundo, es un acto de heroísmo (de esos que se hacen a diario en mi país y nadie nota). Recuerdo sin duda, las historias del primer Papa. Un tal..Pedro. ¿Cómo murió? Si, en una cruz, crucificado igual que a su maestro, pero de cabeza. Hoy en día, Ratzinger se despide igual. Crucificado por los medios de comunicación, crucificado por la opinión pública y crucificado por sus mismos hermanos católicos. Crucificado a la sombra de alguien más carismático. Crucificado en la humildad, esa que duele tanto entender. Es un mártir contemporáneo, de esos a los que se les pueden inventar historias, a esos de los que se les puede calumniar, a esos de los que se les puede acusar, y no responde. Y cuando responde, lo único que hace es pedir perdón. ‘Pido perdón por mis defectos’. Ni más, ni menos. Que pantalones, que clase de ser humano. Podría yo ser mormón, ateo, homosexual y abortista, pero ver a un tipo, del que se dicen tantas cosas, del que se burla tanta gente, y que responda así..ese tipo de personas, ya no se ven en nuestro mundo.

Vivo en un mundo donde es chistoso burlarse del Papa, pero pecado mortal burlarse de un homosexual (y además ser tachado de paso como mocho, intolerante, fascista, derechista y nazi). Vivo en un mundo donde la hipocresía alimenta las almas de todos nosotros. Donde podemos juzgar a un tipo de 85 años que quiere lo mejor para la Institución que representa, pero le damos con todo porque “¿con qué derecho renuncia?”. Claro, porque en el mundo NADIE renuncia a nada. A nadie le da flojera ir a la escuela. A nadie le da flojera ir a trabajar. Vivo en un mundo donde todos los señores de 85 años están activos y trabajando (sin ganar dinero) y ayudan a las masas. Si, claro.

Pues ahora sé Señor Ratzinger, que vivo en un mundo que lo va a extrañar. En un mundo que no leyó sus libros, ni sus encíclicas, pero que en 50 años recordará cómo, con un simple gesto de humildad, un hombre fue Papa, y cuando vio que había algo mejor en el horizonte, decidió apartarse por amor a su Iglesia. Va a morir tranquilo señor Ratzinger. Sin homenajes pomposos, sin un cuerpo exhibido en San Pedro, sin miles llorándole aguardando a que la luz de su cuarto sea apagada. Va a morir, como vivió aún siendo Papa: humilde.

Benedicto XVI, muchas gracias por renunciar.

sábado, 9 de febrero de 2013

V Domingo del tiempo Ordinario




    

   
LA PESCA MILAGROSA. LC 5, 1-11.

En aquel tiempo, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes. Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca.
Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: "Navega mar adentro, y echen las redes". Simón le respondió: "Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes". Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse. Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían.
Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: "Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador". El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: "No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres". Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron.

 “DUC IN ALTUM”



En ocasiones el miedo no nos deja actuar, no queremos realizar cambios en nuestra  vida, porque tenemos miedo al que dirán, tengo miedo de entregar la vida a Dios para servirle en los hermanos, porque no se que pasará en el futuro con mi vida, tengo miedo de salir de mi casa por tantos peligros que hay fuera, etc. Pero cada vez que el miedo nos paraliza nos hace infelices. Hay muchos símbolos que quiero compartir con ustedes en este trozo Evangelio.

Jesús se encuentra en medio de dos mareas; por una parte la multitud que no lo dejaba siquiera respirar, porque “se amontonaba alrededor” suyo; y por otra la marea del lago de Genesaret. En ocasiones también nosotros experimentamos esto que Jesús experimentó, nos sentimos como entre la espada y la pared, no hayamos soluciones contundentes sobre algún problema que estamos pasando, Jesús nos enseña que debemos de tomar distancia de estas dos mareas y subirnos a la barca, a la barca del silencio, de la tranquilidad, no hay porque desesperar o tener miedo ante una situación o una decisión en la vida, pero hay que tomar en cuenta que siempre necesitamos un espacio para tranquilizarnos y luego tomar una decisión, no podemos tomar una decisión si no estamos en paz. Otra cosa que enseña Jesús con su misma vida, es que tenemos que pedir ayuda, los demás hermanos no pueden adivinar que es lo que ocupamos, tenemos que ser humildes y pedir ayuda.

El mar, las aguas profundas, siempre han causado temor en nosotros los hombres, y es que más bien tenemos miedo de enfrentarnos a lo desconocido, a lo que no hemos experimentado, es muy contradictorio lo que pasa con la generación actual, quiere experimentar todo, pero cuando se trata de Dios todos huyen, porque piensan que Dios les va a coartar la libertad, y es al contrario, con Dios experimentamos todo y somos más libres.

Jesús dice a Simón, “Duc in altum”, es decir, “navega mar adentro”, y Simón experto en la pesca le dice a Jesús, pero Señor, te la bañas, como que vamos a volver, si llevamos toda la noche y no hemos pescado nada  bueno palabras más, palabras menos  “pero si tú lo dices, echaré las redes”. Lo que pasa después es pura admiración, pues la pesca que lograron casi rompía las redes, tuvieron que llamar otra barca y las dos barcas estaban a punto de hundirse por la pesca abundante. Pero de inmediato aparece el miedo, expresado en lo que dice Simón: "Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador", muchas veces pensamos que estamos lejos de Dios, que Él no nos escucha, incluso cuando vemos a una monjita o un padrecito, le decimos que pida por nosotros “pues están más cerca de Dios”.

En realidad queridos hermanos y hermanas todos estamos cerca de Dios, Él esta en nuestro interior, esta de nuestro lado, es “Dios con nosotros = Emmanuel”, es un Dios-persona con quien podemos hablar como con un amigo, esta cuando tenemos dificultades, esta cuando queremos emprender algún cambio en nuestra vida, pues es el Dios-cambio, el no es un Dios aburrido, que quiere vernos aburridos o tristes, es un Dios alegre. Tenemos que meditar este evangelio y escuchar también nosotros, como los apóstoles, "No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres", y como ellos dejarlo todo por seguir a Jesús, pues la vida cristiana, el ser cristianos de verdad es seguir las huellas de Jesucristo, no necesitamos parecernos a Él físicamente, ni copiar todas sus actitudes o palabras, tenemos que seguirlo con nuestra propia forma de ser, con nuestras debilidades, con razón le dice a Simón –después que lo elige– “tu eres Simón, pero ahora te llamaré Kefas, es decir, piedra o Pedro”. Dios nos da los medios, él nos confirma en la fe, y nos dice que confiemos en él, que rememos mar adentro, al mar desconocido de lo que somos y lo que es Él. No tengamos miedo de experimentar a Dios en nuestras vida, dejemos viejos rencores con Él, por el mal ejemplo de los hermanos, porque soy un gran pecador –todos somos pecadores–, rememos hacia lo desconocido, pues es allí donde esta Dios, nos espera siempre y quiere que seamos felices. Y les digo como el Beato Juan Pablo II: …“no tengan miedo queridos Jóvenes a entregar su vida a Dios, pues el no quita nada y lo da todo”.

¡¡¡Confiemos en Dios y “DUC IN ALTUM” hermanos y hermanas, echemos fuera los miedos!!!
Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.