sábado, 2 de febrero de 2013

II Domingo del Tiempo Ordinanrio.


“No tienen vino”= “no tienen alegría”.
Jn 2, 1-11.

Las bodas de Caná.
Tres días después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: "No tienen vino". Jesús le respondió: "Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía". Pero su madre dijo a los sirvientes: "Hagan todo lo que él les diga".
Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una. Jesús dijo a los sirvientes: "Llenen de agua estas tinajas". Y las llenaron hasta el borde. "Saquen ahora un poco -agregó Jesús- y llévenlo al encargado del banquete". Así lo hicieron. El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo y le dijo: “Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento”. Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él.

En el mundo en que vivimos es fácil perder la alegría, los asaltos, las violaciones a los derechos humanos fundamentales, la violencia en las calles, los abortos permitidos por la ley o clandestinos, la criminalidad y el narcotráfico que laceran a la sociedad completa, la corrupción en todos los niveles de gobierno, la intolerancia en las calles, etc. Bueno, hasta allí le dejamos porque no quiero parecer sección policiaca del periódico.

Hasta en los templos, católicos o no, nos olvidamos que la Buena Nueva, como llamamos al mensaje de Dios y que es el mismo Jesús, tiene que ser proclamada con alegría, a mi en particular no me gusta escuchar al padrecito o pastor, para que nadie se ofenda voy a decir que de Plutón (al cabo que dicen que no existe), cuando habla en su homilía o discurso lo que todos ya sabemos de antemano, de lo que hice alusión al inicio. Creo que lo que nos hace falta es despertar en nosotros la alegría de ser cristianos, que a pesar de todos los problemas que tenemos estamos alegres porque Jesús esta con nosotros.

Hoy en el evangelio se nos presenta a Jesús en medio de una boda, María se da cuenta de que la fiesta estaba aguada, es decir, no había vino, se acabo. El vino para muchas culturas es sinónimo de alegría, incluso para nosotros mexicanos si no hay “cheves”, “birrias”, “chelas”, “elodias” o como les quieran llamar a las cervezas no es fiesta. Esto es aceptable solo cuando esto no pasa a ser lo primordial, es decir, cuando por la cerveza la fiesta termina en tragedia.

Entonces, María se da cuenta que no hay vino y una boda sin vino, pues seguramente para los judíos, no es fiesta, no hay alegría. En María tenemos un claro ejemplo de como tiene que ser nuestra actitud como cristianos, ella es Madre de la Alegría, y cuando se da cuenta que se termina, lanza a su Hijo para que la devuelva. Como cristianos, creo ese es nuestro papel, llevar la Alegría a los ambientes más vulnerables de la sociedad, muchas veces nos empeñamos en ayudar a los pobres económicamente pero no les llevamos la Alegría que es Jesús, todos podemos hacer cosas maravillosas por los demás, cosas extraordinarias, ser casi como héroes, pero se nos olvida que quien es el verdadero héroe, el que hace los milagros, el que es el amor o la alegría es Jesús.

Jesús mismo constata que el hombre, o mejor dicho la fiesta de los hombres, son aguadas sin él, podemos interpretar esto cuando Jesús les dice a los criados que “llenen de agua estas tinajas”, nosotros los seres humanos no podemos llevar a los demás aquello que no poseemos, solo si llevamos a Jesús podrá convertir la tristeza en alegría, como lo hizo con el agua convertida vino. Y la alegría que brota por tener a Jesús, de estar con él, es mejor que la alegría de este mundo, como el vino, que después de ser convertido por Jesús, es el mejor.

San Juan dice que este fue el primer signo que Jesús hizo, veamos en este signo, hermanos y hermanas, que lo importante es estar con Jesús, que él esté en nuestro corazón, para poder contagiarlo a los demás. El mundo necesita más que nunca de cristianos alegres, de cristianos sonrientes, como decía Madre Teresa de Calcuta. Cuando veamos a algún hermano que esta triste, desolado, sin ánimo, vayamos a su encuentro y tratemos de dejarlo con una sonrisa en la boca. Cuando las tinajas estén llenas de agua, es decir, de angustias, de pesares, de desánimo, digámosle a Jesús que las convierta en vino, es decir, en alegría, en plenitud, en él mismo, pues recordemos que el vino, en la Eucaristía, Dios lo convierte, junto con el pan y por medio del sacerdote, en cuerpo y sangre de su Hijo para que sea nuestro alimento, alimento espiritual que nos da alegría, paz y gozo en el Espíritu Santo.

Muchos querrán vernos tristes, derrotados, sin ánimos, pero hagámosle caso a María la Madre de la Alegría, “hagamos lo que Él nos diga”. Si hacemos lo que Jesús nos dice seguro que cada día te levantarás alegre, por que sabes que Él esta contigo, siempre esta, aunque “la riegues gacho”, como dicen los chavos. Prueba y veras que bueno es el Señor, cuando te despiertes llena tus tinajas de agua y después, cuando ya estén llenas, dile a Jesús que las convierta en vino.

¡¡¡Sonriamos, hermanas y hermanos, sonriamos!!!

Fray Juan Gerardo Morga, OFMcap.

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