sábado, 2 de febrero de 2013

III Domingo del Tiempo Ordinario.


Llevar la Buena Noticia.
Lc 1, 1-4; 4, 14-21.

Muchos han tratado de relatar ordenadamente los acontecimientos que se cumplieron entre nosotros, tal como nos fueron transmitidos por aquellos que han sido desde el comienzo testigos oculares y servidores de la Palabra. Por eso, después de informarme cuidadosamente de todo desde los orígenes, yo también he decidido escribir para ti, excelentísimo Teófilo, un relato ordenado, a fin de que conozcas bien la solidez de las enseñanzas que has recibido.
Jesús volvió a Galilea con el poder del Espíritu y su fama se extendió en toda la región. Enseñaba en sus sinagogas y todos lo alababan.
Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor.
Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él. Entonces comenzó a decirles: "Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír".

La semana pasada el tema del Evangelio era las bodas de Cana, y el tema de trasfondo era la falta de alegría expresado la frase “se les acabó el vino”. Hoy parece que el tema sigue dando de que hablar, aunque es otro el evangelista, parece seguir el tema. Ahora el tema es el inicio de la predicación de Jesús, pero pareciera que denuncia las situaciones que nos quitan la alegría, es decir “ser pobre, estar preso, estar ciego o  estar esclavizado”.

Pero veamos si esto realmente quita la alegría. Cuando una persona vive en pobreza extrema evidentemente sufre y hay que ayudarle, sin embargo no es necesario tener mucho dinero o todo el dinero del mundo para ser feliz, sino hay que preguntarle a los que lo tienen si en realidad son felices, es que es muy relativo esto de ser pobre. Hay muchas personas que viven agobiadas intentando tener y tener más dinero, sin embargo hay personas que viven muy bien siendo pobres, teniendo lo necesario para la vida, incluso cuando estas mismas personas alcanzan un nivel económico mayor, prefieren permanecer y optan por seguir con sencillez en la vida porque los hace felices, viven en la alegría.

La primera ocasión que visite a las Hermanas Carmelitas Descalzas, (estas hermanas viven la estricta observancia de la regla carmelitana, es decir, no salen para nada de su monasterio, las reglas que observan son muy duras) había una familia que las visitaba y el papa esta familia, le hizo una pregunta a la priora (la superiora del monasterio), esta fue: Madre ¿Cómo es que ustedes, que estando allí dentro encarceladas, son tan felices? Cabe decir que las hermanas reciben a las visitas tras unas rejas, las cuales hacen que casi no se vean entre si las hermanas y las visitas. La priora contesto con una gran sonrisa, y seguida por algunas hermanas con una carcajada, pues son muy alegres: “los que están encarcelados son ustedes, nosotros aquí adentro somos muy libres, muchas veces la vida allá afuera es tan agobiante, estresante, preocupante, en cambio aquí no hay estas cosas solo estamos dedicadas a Dios, Él nos hace cada vez mejores si ponemos de nuestra parte, no nos preocupan las privaciones que pasamos, que estemos encerradas, que no podamos ver o saber que pasa afuera, o pertenecerle por entero a Dios, porque sabemos que al privarnos u ofrecernos como esclavas a Dios, él no nos esclaviza como lo hacemos los hombres, sino más bien nos libera de una forma que somos más libres que si estuviéramos afuera”. Las palabras de la priora fueron una gran enseñanza para mi, no se si para aquella familia, pero para mi si, cuando salí del monasterio dije “quiero ser muy alegre, porque le pertenezco a un Dios que nos hace libres”.

Por otro lado he conocido muchas personas que están privadas de la vista, parcialmente o por completo, y me he admirado porque son muy felices, incluso la mayoría de las personas discapacitadas nos dan alegría aún con su sufrimiento. Según nuestro pensamiento humano estas personas deberían estas apesadumbradas, con tristeza, inconformes por esta condición, pero no, son ellas que muchas veces nos dan ánimos, alentó para seguir nuestra vida cuando la vemos menos complicada que la de ellos. Aquí se cumple la escritura también, como dice el Señor: “los pensamientos de Dios no son los pensamientos de ustedes”, lo que nosotros pensamos que debe dar tristeza y desanimo, Dios dice que es alegría que contagia.

Cuando este pasaje dice que Jesús se sienta y después dice: "Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír". Se cumple por que él esta allí, esta entre ellos aunque no le reconocen, esta sentado entre ellos como aquel que anuncia la alegría a pesar de los problemas y tristezas de esta vida. También hoy se cumple esta palabra que fue pronunciada en todo el mundo si reconocemos a Jesús, nuestra alegría, como esta buena noticia, es decir, solo con Jesús tenemos acceso al amor, a la alegría que se experimenta a pesar de nuestra limitaciones, de las circuntancias adversas, solo con él en medio de nuestra vida, en medio de nuestras relaciones, de nuestras situaciones difíciles, podemos hacerle frente con alegría, así como hubo alegría en Maria y José, en los pastores, en los reyes de oriente, cuando nació el Salvador del mundo, esta palabra que hoy se cumple si vemos atreves de la fe, si oímos sus palabra de vida eterna.
Queridos hermanos y hermanas, hoy se cumple la escritura, si nosotros escuchamos esta palabra con fe, con amor, con alegría. No importa en que situación nos encontremos, siempre hay una salida a todo, aún la muerte tiene remedio, pues el mismo Jesús le ha dado remedio. No perdamos la fe, no perdamos la esperanza, no perdamos hacer las cosas con amor, no desanimemos en nuestro esfuerzo, en nuestro camino que aunque es desconcertante va iluminado por Jesús que ya lo ha recorrido primero. Solo les digo como san Pablo, “estén alegres, les repito, estén alegres en el Señor”, pero no como la alegría del mundo, es decir, que todo será fácil, no hermanos no todo es fácil, pero no por eso perdamos la alegría, y si no es fácil es para que crezcamos, para que nos sirva en el futuro.

Animo, y a estar alegres, verdaderamente alegres, realmente alegres.

Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.

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