domingo, 23 de marzo de 2014

Homilía del 3er. Domingo de Cuaresma.

JUAN 4, 5-42

Llegó una mujer de Samaría a sacar agua. Jesús le dijo: "Dame de beber"... "¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?"

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Hola hermanos y hermanas, paz y bien. La reflexión que les comparto no es mia es de un fraile que escribe en una pagina que me gusta mucho, pueden checarla si gustan: www.feadulta.com


Hoy y los dos próximos domingos vamos a leer evangelios de Juan: La Samaritana, el ciego de nacimiento y Lázaro. El "yo soy" característico de Juan, se repite en los tres: yo soy agua, yo soy luz, yo soy vida. En Juan todo son símbolos que quieren trasmitirnos la teología más avanzada de todo el NT. Esto no quiere decir que el hecho no haya sucedido. Seguramente sucedieron cosas parecidas más de una vez.


El de hoy es una catequesis en toda regla, que invita a un seguimiento de Jesús como dador de verdadera Vida. Los cambios que propone en la manera de relacionarse el hombre con Dios, nos deberían hacer pensar un poco. Ni en este templo, ni en Jerusalén, ni en ningún otro templo se puede dar el verdadero culto a Dios. Lo que entendemos por culto, en la mayoría de los casos no es más que idolatría, un intento de domesticar a Dios. Jesús se encuentra de paso por Samaría. Samaría y Galilea eran una misma nación, antes de la división entre Judea y Palestina. Aunque tenía los mismos antecedentes religiosos, su trayectoria había sido muy distinta. Por eso, los samaritanos eran despreciados por los judíos como herejes. El peor insulto para un judío era llamarle samaritano.

El manantial de Jacob era un pozo muy famoso por ser el único en toda la región. Estuvo en uso desde el año 1000 a. C. hasta el 500 de C. No hace falta destacar la importancia del agua para la vida de una comunidad. Sin agua la vida es imposible, por eso se convirtió, con el de la luz, en el símbolo de la Vida en el espíritu. Jesús va a ocupar el lugar del pozo. Él es el agua viva, que va a sustituir la ley el templo. La sustitución de templo y Ley por Jesús, es la clave de todo el relato. La mujer no tiene nombre, representa la región de Samaría que va a apagar su sed en la tradición (el pozo). Jesús está solo. Se trata del encuentro del Mesías con Samaría, la prostituta, la infiel. El profeta Oseas de Samaría había denunciado la prostitución de esta tierra.

Jesús toma la iniciativa y pide de beber a la Samaritana. Se acerca a la mujer implorando ayuda. Ella tiene lo que a él le falta y necesita, el agua. Es lógica la extrañeza de la mujer. Jesús acaba de derribar una doble barrera: la que separaba a judíos y samaritanos y la que separaba a hombres de mujeres. Se presenta como un ser humano sin pretensiones por el hecho de ser judío. Y reconoce que una mujer puede aportarle algo valioso. Jesús le ha pedido un favor, pero está dispuesto a corresponder con otro mucho mayor. Jesús se muestra por encima de las circunstancias que separan a judíos y samaritanos; se niega a reconocer la división, causada por las ideologías religiosas. La mujer no conoce más agua que la del pozo, figura de la ley, que solo se puede conseguir con el esfuerzo humano. No ha descubierto que existe un don de Dios gratuito.

El agua-Espíritu que da Jesús, se convierte en manantial que continuamente da Vida. Así desarrolla a cada humano desde su dimensión personal. No se trata de añadidos externos (Ley). El Hombre recibe Vida en su raíz, en lo profundo de su ser. Como el agua hay que extraerla del pozo, el agua del Espíritu hay que sacarla de lo hondo de uno mismo. La dificultad de comprender el mensaje está muy bien expresada con el equívoco que se mantiene durante la conversación. Jesús habla del Vida y la Samaritana habla del agua para beber. La mejor demostración de que mantenemos la ambivalencia es que nos han puesto como primera lectura el pasaje de Éxodo (Ex 17,3-7) donde la prueba de que Dios está o no está con el pueblo es que les dé o no el agua para beber.

El sentido de los versículos, que se refieren a los maridos, hay que buscarlo en el trasfondo profético, que nos lleva a la infiel relación de Samaría con Dios. En Os 1,2 la prostituta y en Os 3,1 la adúltera, son la imagen del reino de Israel que tenía a Samaría como capital. Su prostitución consistía en haber abandonado al verdadero Dios.

Los samaritanos eran descendientes de dos grupos:

a) resto de los israelitas que no fueron deportados cuando cayó el reino del norte en el 722 a, C.:

b) Colonos extranjeros traídos de Babilonia y Media por los conquistadores. Estos trajeron también sus dioses que con el tiempo, fueron aceptados por el resto de los habitantes. Entre los samaritanos y los judíos había una verdadera confronta¬ción, sobre todo por razones teológicas.

El número cinco es simbólico: Los samaritanos admitían solo los 5 libros del Pentateuco. Los colonos traídos por los asirios eran de 5 ciudades y de cada una habían traído su propio dios. En 2 Re 17,24 se mencionan 5 ermitas en el territorio de Samaría. En hebreo se usaba el termino "Ba´al" (dueño, señor) para designar al esposo, pero era también el nombre de una divinidad. El simbolismo es claro. La mujer que representa a Samaría ha tenido cinco dioses, y el que tiene ahora (Yahvé) al compartirlo, tampoco es su (Ba´al).

Samaría se ha entregado a otros maridos-señores-dioses (ba´alim). Está pues alejada de Yahvé. La única solución es recuperar su verdadero esposo (Dios). Os 2,18: "Aquel día... me llamarás esposo mío, ya no me llamarás baal mío. Le apartaré de la boca los nombres de los baales".

Jesús dice a la mujer que su culto está prostituido, eso explica que ella pase más tarde al tema del templo.

La mujer reconoce su situación. Pretendían dar culto al Dios de los judíos, pero al admitir otros dioses, en realidad habían roto con él.

En Jesús se personifica la actitud de Dios que no ha roto con ella, sino que la busca. El agua tradicional (Ley) no había apagado la sed. La búsqueda les había llevado a la multiplicidad de maridos-señores-dioses. El agua que da Jesús es el encuentro definitivo con el Dios verdadero.

La Samaritana descubre que Jesús es un profeta por la profundidad del planteamiento religioso. La imagen de profeta que tiene la mujer es la de Dt 18,15, profeta semejante a Moisés (Taheb) que restauraría el verdadero culto.

La mujer sigue aferrada a la tradición "nuestros padres". Piensa que hay que encontrar la solución sin salir de lo antiguo, que es la única realidad que conoce. No ha descubierto aún la novedad de la oferta de Jesús.

Jesús no parte de la perspectiva de la mujer, sino de otra muy distinta. También el templo de Jerusalén está prostituido. Las dos alternativas son equivocadas. Su oferta es algo nuevo. Se trata de un cambio radical. Jesús mismo será el lugar de encuentro con Dios. Dios adquiere un nombre nuevo "Padre". Esta paternidad excluye privilegios y exclusiones. Esta relación con Dios directa, sin intermediarios, hará posible la unidad.

"Dios es Espíritu". Espíritu, desde la mentalidad griega, significa un ser no material. Desde la mentalidad judía, significa que Dios es fuerza, dinamismo de amor, vida para los hombres. El agua viva es la experiencia constante de la presencia y el amor del Padre. Padre, porque comunica su propia Vida y trasforma al hombre en espíritu.

El culto antiguo exigía del hombre una renuncia de sí, era una humillación ante un Dios soberano. El nuevo culto no humilla, sino que eleva al hombre, haciéndole cada vez más semejante al Padre. El culto antiguo subrayaba la distancia; el nuevo la suprime. Dios no necesita ni espera dones.

Los samaritanos aceptan a Jesús y le piden que se quede un tiempo con ellos. Los herejes están más cerca de Dios que los ortodoxos judíos.

domingo, 16 de marzo de 2014

Homilía del 2do. Domingo de Cuaresma.

SEGUNDA LECTURA

DE LA SEGUNDA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A TIMOTEO 1, 8b-10

Querido hermano: Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según las fuerzas que Dios te dé. Él nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestros méritos, sino porque antes de la creación, desde tiempo inmemorial, Dios dispuso darnos su gracia, por medio de Jesucristo; y ahora, esa gracia se ha manifestado por medio del Evangelio, al aparecer nuestro Salvador Jesucristo, que destruyó la muerte y sacó a la luz la vida inmortal, por medio del Evangelio. 

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Muerte eterna o vida inmortal.

Que el Señor les conceda su paz, hermanos y hermanas, en este tiempo de cuaresma.

Pablo este domingo toca un tema relevante, y es que Jesucristo nos ha traído la vida en toda su dimensión, es decir, que el mismo Cristo es la gracia que nos viene del Padre, es la vida plena en este mundo y en el venidera.

El domingo pasado leíamos en la 1ra. lectura del Génesis el relato de la creación, la caída del genero humano simbolizado en Adán (barro, tierra) y Eva (aliento de vida, viviente). A veces podemos pensar que lo más grave al inicio cuando Dios empezó a crear fue el pecado, y que este pecado nos trajo la muerte, esto es cierto, pero recordemos que sobre todo que antes del pecado todo fue creado, incluso el genero humano, en gracia original, antes del pecado original existió la gracia original. Dios dispuso que todo fuera bueno, es lo que el Génesis nos dice, es decir, que todo tuviera el rostro de Dios, su amor, su compasión. Es esto a los que se refiere Pablo cuando dice: "Él nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestros méritos, sino porque antes de la creación, desde tiempo inmemorial, Dios dispuso darnos su gracia..." Podemos pensar que ser santo es solamente ser perfecto, ser puro, ser justo, sin embargo la santidad tiene que ver con las mismas características de Dios, ser amorosos, tener paciencia con los demás, ser compasivos.

Cuando Pablo habla de que "nos llamo a una vida santa" quiere decir, que nos llamó a vivir estas características de Dios, la más importante es la compasión o la misericordia. el Beato Juan Pablo II nos invitaba a reflexionar sobre la misericordia de Dios, incluso fue el primer Papa en instituir una fiesta dedicada a la misericordia de Dios, y esta característica esencial de Dios se trata de compadecerse con el que sufre, es de sufrir con la persona que la esta pasando mal, es solidaridad con el prójimo que nos necesita. Esta es la gracia que perdimos, nos llenamos de egoísmo, de soberbia y no nos abrimos a los demás, el pecado nos ha hecho insensibles, pero ahora que vino a nosotros Jesucristo, Dios nos ha devuelto la gracia original del Génesis, él es la gracia de Dios, él es, como dice el Evangelio, la luz que alumbra nuestras tinieblas, el es nuestra luz.

Si el pecado (separación de Dios, de su amor, de su compasión) nos trajo la muerte, Jesús que es la gracia personificada nos trajo la vida inmortal, es decir, la vida plena. Esto es lo que tenemos que anunciar, como dice Pablo al inicio "Querido hermano: Toma parte en los duros trabajos del Evangelio", pero este anuncio, este trabajo, no es fácil, se necesita valentía, perseverancia, humildad, pues somos siervos del Señor, a veces cuando hay una dificultad en nuestra comunidad, cuando hay chismes, lo primero que pensamos es en dejar de servir a la Iglesia, es dejar tirada la toalla, nos desanimamos. 

Hermanos y hermanas, tengamos claro que anunciar el Evangelio, no es solamente aparecer, pasarla bien, que todo sea bonito. Tengamos presente que los trabajos del Evangelio necesitan ser tomados con valentía, con coraje, con pasión, sino mejor ni meterse a anunciar, pues un o una desanimada no puede contagiar el Evangelio, alguien que le dice a los demás que seguir a Jesús es siempre fácil, siempre bonito, no ha entendido la vida cristiana, el seguimiento de Cristo. Tenemos que padecer con alegría, no solo estar alegres cuando nos va bien, tenemos que ayunar y estar alegres, pues si estamos con cara triste, larga somos hipócritas dice Jesús. Salgamos de la muerte, de "ser cristianos de museo", dice el Papa Francisco, y seamos cristianos con la esperanza en la vida inmortal que ya empieza aquí en esta vida.

No vivamos como muertos, como pecadores que no tienen remedio, porque eso es lo que quiere el maligno, vivamos como quienes poseemos la vida inmortal que nos ha dado Dios por medio de Jesucristo. Un cristiano, un grupo, una parroquia, una diócesis que no ha entendido la forma de anunciar el Evangelio no puede ser trasfigurada como Jesús, que irradia su luz a los apóstoles, dejémonos ser transfigurados por Dios, como lo fue Jesús en el Evangelio, dejemos que la luz del Evangelio (Jesucristo) llegue a todos los hombres, seamos luz para los hermanos, en especial a los pobres, los sin esperanza, los sin voz, sin techo, los que son excluidos por este sistema imperial del materialismo y del dinero. 

Animo en nuestro camino hacia la pascua, donde todos seremos resucitados, pidamos a Jesús que nos resucite de nuestra apatía, de nuestro desanimo, de nuestro letargo, de nuestro poso (pecado), de nuestra falta de compromiso, del protagonismo callado, escondido. No somos el Evangelio (Jesucristo), somos sus servidores, pero unos servidores alegres, audaces, llenos de vida inmortal.

¡Buen domingo, disfruten el puente!

Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.


domingo, 9 de marzo de 2014

Homilía del 1er. Domingo de Cuaresma.

De la carta del apóstol san Pablo a los Romanos: 5, 12-19.

Así como por un hombre penetró el pecado en el mundo y por el pecado la muerte, así también la muerte se extendió a toda la humanidad, ya que todos pecaron.

Antes de llegar la ley, el pecado ya estaba en el mundo; pero, como no había ley, el pecado no se tenía en cuenta.Con todo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, también sobre los que no habían pecado imitando la desobediencia de Adán —que es figura del que había de venir—. Pero el don no es como el delito. Porque si por el delito de uno murieron todos, mucho más abundantes se ofrecerán a todos el favor y el don de Dios, por el favor de un solo hombre, Jesucristo.

El don no es equivalente al pecado de uno. Ya que por un solo pecado vino la condena, pero por el don de Dios los hombres son declarados libres de sus muchos pecados. En efecto, si por el delito de uno solo reinó la muerte, con mayor razón, por medio de uno, Jesucristo, reinarán y vivirán los que reciben abundantemente la gracia y el don de la justicia.

Así pues, como por el delito de uno se extiende la condena a toda la humanidad, así por el acto de justicia de uno solo se extiende a todos los hombres la sentencia que concede la vida. Como por la desobediencia de uno todos resultaron pecadores, así por la obediencia de uno todos resultarán justos.
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La tentación, buena o mala.

Hola queridos hermanos y hermanas, paz y bien.

Les saludo deseándoles que esta cuaresma sea un tiempo de preparación a la Pascua de la Resurrección del Señor, pues la cuaresma no es una preparación a la semana santa sino a la Pascua. Este domingo el tema principal es las tentaciones y el pecado. ¿Pero sabemos que son las tentaciones y el pecado? ¿son malas o buenas las tentaciones?

Las tentaciones son pruebas que nos pone el maligno, son ocasiones para que pequemos o no, es como cuando la novia le pregunta al novio: "me amas", y el novio tiene que responder: "si, te amo", a veces lo hace con toda sinceridad y a veces por compromiso. Las tentaciones nos ayudan a reafirmar nuestra adhesión a Dios si la resistimos, pero si no la resistimos solo nos sirve para caer una y otra vez en el mismo error. La tentación no es mala, el pecado si, porque con él nos apartamos de Dios, nos apartamos de su amor, nos apartamos del camino del bien para el que fuimos creados. 

En la primera lectura del libro del Génesis se narra la tentación y el pecado de Adán, pero ¿cual fue la tentación y el pecado del hombre hecho de tierra (adan) con aliento de vida (eva)? Es la misma tentación y el mismos pecado al cual Jesús resistió en el Evangelio de hoy. Jesús resiste a la tentación del poder, de la fama y de la posesión, cuando la serpiente le dice a Eva que no moriría sino que sería como Dios, en ese momento esta la tentación de tener el mismo poder que Dios, y es por esto que el demonio es desterrado de la presencia de Dios, cuando la serpiente engaña al la mujer de que poseería el saber allí esta la tentación de poseer. 

Todos caemos en la tentación de poder, de fama y de tener, que son como el resumen de todas las tentaciones, lo malo no es que tengamos tentaciones o no, lo malo es que no resistamos a la tentación, no tengamos miedo a la tentación, pidamos la ayuda, la fuerza de Dios para esos momentos. Todos somos pecadores, pues como dice esta lectura de san Pablo a los romanos, el pecado entro por un solo hombre, pero por un solo hombre entro la salvación, Jesucristo nuestro Señor. Por eso cuando escuches en tu interior, cuando sientas la moción de que eres un pecador sin remedio, de que eres una persona que no vale nada, de que no hay esperanza para ti, recuerda que no puede ser Dios, pues Dios (Jesús) ama al pecador, y no quiere su muerte, no quiere su destrucción, no quiere que pague, por eso pagó por nosotros al estar en la cruz, es el diablo el que nos quiere ver derrotados, tristes, sin remedio, quiere vernos crucificados, sufriendo, caídos.

Si, hermanos y hermanas, digamos no a la tentación del mal de vernos sumidos en la tristeza, en el poso profundo, en la desesperación, en el pecado, y siempre reconozcamos que Dios nos ama, digamos como el salmista "misericordia, Señor, hemos pecado" y pidamos su ayuda para salir del mal, si lo estamos, no nos venzamos, no somos pecadores que no tenemos remedio, siempre podemos ser mejor. 

Animo a todos en este camino de preparación, no nos cansemos de pedir perdón a Dios pues él nunca se cansa de perdonarnos, nunca dudemos del amor de Dios, pues si por un hombre entro el pecado en el mundo (Adán) por uno también nos vino la salvación (Jesucristo). Somos un pueblo en marcha, animo hermanos y hermanas, no tengamos miedo de la tentación o del pecado, tengamos miedo de quedarnos tirados, en el poso, de quedarnos derrotados. 

¡Feliz domingo!

Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.

sábado, 1 de marzo de 2014

Homilía del 8° Domingo del Tiempo Ordinario.

De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 4, 1-5.

Que la gente nos considere como servidores de Cristo y administradores de los secretos de Dios.

Ahora bien, a un administrador se le exige que sea fiel. A mí poco me importa ser juzgado por ustedes o por un tribunal humano; ni yo mismo me juzgo. Mi conciencia nada me reprocha, pero no por ello me siento sin culpa; quien me juzga es el Señor. Por tanto, no juzguen antes de tiempo; esperen la llegada del Señor, él iluminará lo que está oculto en las tinieblas y pondrá al descubierto las intenciones del corazón. Entonces cada uno recibirá su calificación de Dios.



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"Servidores y administradores"

Hola hermanos y hermanas, paz y bien.

Este último domingo ordinario, antes de la cuaresma, quisiera hablar de los que servimos en la Iglesia, pues eso es lo que somos aunque le llamemos cargos o puestos. Los que servimos en la Iglesia como servidores (ministros) deberíamos dar un testimonio coherente, pero como todos los seres humanos fallamos en la interpretación de nuestros servicio a la Iglesia y más aún en la práctica de este servicio con actitudes anti-evangélicas.

En estos días el Papa Francisco a nombrado 19 nuevos cardenales (bisagras, es decir, que sirven para que la Iglesia sea UNA como lo quiso el Señor) y en su mensaje a dicho que "no han entrado a una corte, sino a servir a la Iglesia", es decir, que no son príncipes como antes se pensaba, sino los primeros que están al servicio de la Iglesia. También les ha recordado que "no están para mandar, sino para servir"; y creo que estas palabras valen para cualquier servidor de la Iglesia (catequista, ministro, coordinador, animador, agente, diacono, sacerdote, obispo y papa), pues estamos para servir con humildad, con mansedumbre, con amor, con ternura, con alegría a los demás hermanos. Es feo constatar que ni los mismos hermanos que sirven se hablan, se saludan, se dirigen uno a otro con cariño, cuanto más van a pasar esto con las demás personas. Les pongo el mensaje del papa a continuación.


Entonces todos somos servidores, y el sacerdote también es administrador de los misterios de Dios, no son de él sino que es un administrador del dueño que es Dios. A veces los sacerdotes pensamos que la Iglesia nos pertenece, que todos están para que cumplan nuestras ordenes, nos comportamos como funcionarios de alguna empresa más que como pastores. Por eso san Pablo recalca que el administrador, que el servidor debe ser fiel a su vocación, a su servicio, a su ser pastor del rebaño, de ser fiel en amar a todos, aunque esto cueste, y aveces cuesta mucho. Cuantos buenos pastores o cuantos que se estaban preparando para serlo he conocido y se han marchado, por distintas causas, y cuantos nos hemos quedado sin ser los mejores, pero este es el misterio del llamado. Pero tenemos que ser sinceros a la hora de optar por ser servidor y administrador, pues si no se es fiel, si no doy lo mínimo al Señor ¿cómo es que voy a dar lo máximo cuando me lo pida?, tengamos la valentía de decir "si" al Señor con toda honestidad, porque como dice el mismo Pablo, no seremos juzgados por los hombre sino por el mismo Dios que nos ha llamado.

Así, hermanos y hermanas, todos los que servimos en algún ministerio en la Iglesia tenemos que ser humildes al reconocer que somos limitados, que estamos en camino, que no somos ultra-buenos, que somos gente normal, esforzándose por ser mejor persona, mejor cristiano (a), mejor cada día y en toda circunstancia. Que no se nos suba el poder, la arrogancia, el orgullo, la jactancia a la cabeza y pensemos que somos dueños, que tenemos cargo, que tenemos un puesto en la Iglesia, nuestro "único poder, dice el papa Francisco, es servir". Pero este servicio tenemos que hacerlo humilde, generoso, con paciencia, pues vamos a encontrar incomprensiones, tenemos que hacerlo consientes que somos siervos del Señor y que "Él es el dueño de la mies".

La invitación de Jesús en este domingo es que seamos servidores y administradores humildes, pacientes, pues "Él es manso y humilde de corazón", no se anuncia el evangelio con discursos con palabras rimbombantes, con autoridad humana, con sabiduría humana, sino con la sencillez del Evangelio, con la sencillez del mismo Cristo-Evangelio, "que no vino a ser servido sino a servir". Seguro que una mujer humilde, que un niño abandonado, que un hombre que ha sufrido mucho en la vida, que no se han desesperado y confían plenamente en Jesús, en Dios, son mejores anunciadores de buenas noticias. Hagámonos una pregunta este domingo ¿tengo las características de Jesús servidor, yo que me digo ser un servidor suyo en mis hermanos? no te desanimes si no tienes estas características, pidamos la ayuda de Jesús, esta pregunta hay que hacérsela para caer en conciencia de somos servidores de Jesús y por lo mismo hay que adquirir la forma del servicio de Jesús.


¡¡Buen domingo!!

Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.