sábado, 1 de marzo de 2014

Homilía del 8° Domingo del Tiempo Ordinario.

De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 4, 1-5.

Que la gente nos considere como servidores de Cristo y administradores de los secretos de Dios.

Ahora bien, a un administrador se le exige que sea fiel. A mí poco me importa ser juzgado por ustedes o por un tribunal humano; ni yo mismo me juzgo. Mi conciencia nada me reprocha, pero no por ello me siento sin culpa; quien me juzga es el Señor. Por tanto, no juzguen antes de tiempo; esperen la llegada del Señor, él iluminará lo que está oculto en las tinieblas y pondrá al descubierto las intenciones del corazón. Entonces cada uno recibirá su calificación de Dios.



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"Servidores y administradores"

Hola hermanos y hermanas, paz y bien.

Este último domingo ordinario, antes de la cuaresma, quisiera hablar de los que servimos en la Iglesia, pues eso es lo que somos aunque le llamemos cargos o puestos. Los que servimos en la Iglesia como servidores (ministros) deberíamos dar un testimonio coherente, pero como todos los seres humanos fallamos en la interpretación de nuestros servicio a la Iglesia y más aún en la práctica de este servicio con actitudes anti-evangélicas.

En estos días el Papa Francisco a nombrado 19 nuevos cardenales (bisagras, es decir, que sirven para que la Iglesia sea UNA como lo quiso el Señor) y en su mensaje a dicho que "no han entrado a una corte, sino a servir a la Iglesia", es decir, que no son príncipes como antes se pensaba, sino los primeros que están al servicio de la Iglesia. También les ha recordado que "no están para mandar, sino para servir"; y creo que estas palabras valen para cualquier servidor de la Iglesia (catequista, ministro, coordinador, animador, agente, diacono, sacerdote, obispo y papa), pues estamos para servir con humildad, con mansedumbre, con amor, con ternura, con alegría a los demás hermanos. Es feo constatar que ni los mismos hermanos que sirven se hablan, se saludan, se dirigen uno a otro con cariño, cuanto más van a pasar esto con las demás personas. Les pongo el mensaje del papa a continuación.


Entonces todos somos servidores, y el sacerdote también es administrador de los misterios de Dios, no son de él sino que es un administrador del dueño que es Dios. A veces los sacerdotes pensamos que la Iglesia nos pertenece, que todos están para que cumplan nuestras ordenes, nos comportamos como funcionarios de alguna empresa más que como pastores. Por eso san Pablo recalca que el administrador, que el servidor debe ser fiel a su vocación, a su servicio, a su ser pastor del rebaño, de ser fiel en amar a todos, aunque esto cueste, y aveces cuesta mucho. Cuantos buenos pastores o cuantos que se estaban preparando para serlo he conocido y se han marchado, por distintas causas, y cuantos nos hemos quedado sin ser los mejores, pero este es el misterio del llamado. Pero tenemos que ser sinceros a la hora de optar por ser servidor y administrador, pues si no se es fiel, si no doy lo mínimo al Señor ¿cómo es que voy a dar lo máximo cuando me lo pida?, tengamos la valentía de decir "si" al Señor con toda honestidad, porque como dice el mismo Pablo, no seremos juzgados por los hombre sino por el mismo Dios que nos ha llamado.

Así, hermanos y hermanas, todos los que servimos en algún ministerio en la Iglesia tenemos que ser humildes al reconocer que somos limitados, que estamos en camino, que no somos ultra-buenos, que somos gente normal, esforzándose por ser mejor persona, mejor cristiano (a), mejor cada día y en toda circunstancia. Que no se nos suba el poder, la arrogancia, el orgullo, la jactancia a la cabeza y pensemos que somos dueños, que tenemos cargo, que tenemos un puesto en la Iglesia, nuestro "único poder, dice el papa Francisco, es servir". Pero este servicio tenemos que hacerlo humilde, generoso, con paciencia, pues vamos a encontrar incomprensiones, tenemos que hacerlo consientes que somos siervos del Señor y que "Él es el dueño de la mies".

La invitación de Jesús en este domingo es que seamos servidores y administradores humildes, pacientes, pues "Él es manso y humilde de corazón", no se anuncia el evangelio con discursos con palabras rimbombantes, con autoridad humana, con sabiduría humana, sino con la sencillez del Evangelio, con la sencillez del mismo Cristo-Evangelio, "que no vino a ser servido sino a servir". Seguro que una mujer humilde, que un niño abandonado, que un hombre que ha sufrido mucho en la vida, que no se han desesperado y confían plenamente en Jesús, en Dios, son mejores anunciadores de buenas noticias. Hagámonos una pregunta este domingo ¿tengo las características de Jesús servidor, yo que me digo ser un servidor suyo en mis hermanos? no te desanimes si no tienes estas características, pidamos la ayuda de Jesús, esta pregunta hay que hacérsela para caer en conciencia de somos servidores de Jesús y por lo mismo hay que adquirir la forma del servicio de Jesús.


¡¡Buen domingo!!

Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.

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