sábado, 27 de julio de 2013

Reflexión del 17° Domingo del Tiempo Ordinario

LUCAS 11, 1-13 La oración del padrenuestro
Pedid y se os dará, buscad y encontraréis.


¿Qué es la oración?

Hola queridos hermanos y hermanas, paz y bien. De nuevo les saludo, compartiendo con ustedes esta reflexión de este domingo.

El tema principal de este domingo es la oración y la insistencia con que la hacemos. La primera lectura, habla de la insistencia con que Abraham pide e intercede por Sodoma y Gomorra, pues Dios se había dado cuenta de que estas ciudades se habían apartado de sus consejos. Abraham le dice a Dios que si va a castigar aquellas ciudades aunque haya justos en ellas, y cada vez que insiste va regateando a Dios para que por menos justos no destruya las ciudades. Empieza diciéndole que si hay 50 justos va a destruirla, y Dios le dice que no, así le insiste hasta que le dice que si son 10 y el Señor le responde que no destruirá las ciudades en atención a estos justos.

El ejemplo de Abraham nos sirve a nosotros cuando hacemos oración, pues a veces pedimos a Dios algo y no lo concede, pero nos damos por vencidos muy pronto, no somos insistentes en la oración, pero también “no sabemos pedir lo que nos conviene” dice san Pablo. Hacer oración no es poner ojos blancos, elevaciones místicas, arrobamientos, ni tampoco es puro pedir cosas a Dios, como si fuera el genio de la lámpara maravillosa, que nos cumpla nuestros deseos; hacer oración es platicar, pensar, “estar con quien sabemos que nos ama”, decía santa Teresa; hacer oración es estar en relación, en contacto con Dios a un nivel de conciencia máximo, a veces pensamos que estar en presencia de Dios es estar con caras largas o muy serios, estar en su presencia, es pensar, reflexionar, actuar con alegría, pues cuando sabemos que Dios esta con nosotros, esta siempre y en todo lugar, esta haciendo las actividades que hacemos por el bien de los demás, debemos de estar alegres y gozosos. Decía uno de mis maestros en el noviciado (es una etapa muy importante en la formación de los frailes, pues es cuando aprendemos a orar) que el fruto de la oración es la alegría, es decir, que una persona esta haciendo bien la oración, que esta en contacto continuo con Dios debe ser alegre, debe estar inundado de una alegre serenidad.

En el Evangelio los discípulos de Jesús le piden que les enseñe a orar. Era muy común en el tiempo de Jesús que los maestros de la ley (los estudiosos) enseñaran algunas prácticas espirituales a sus discípulos, Jesús también lo hace y resume la oración de los cristianos en la oración tan sencilla del Padrenuestro, y como es tan sencilla podemos sacar muchas enseñanzas de ella, veamos. Jesús inicia diciendo: “Padre nuestro que estas en el cielo”, muchas veces pensamos que Dios es solamente mío, decimos “mi Dios” o “Dios mío”, pero Jesús nos enseño a dirigirnos a Dios como “Padre nuestro”. Dios no es un Dios personal, sino comunitario, es un Dios de todos, de la asamblea (Iglesia), no es un Dios amuleto, un Dios que satisface todo a una sola persona, por eso cuando nos dirigimos a Él a pedirle por algo particular no nos lo concede, pues si lo pidiéramos para todos, tomando en cuenta a los hermanos, a la comunidad entonces si, y es que Dios es comunidad, son tres personas en un solo y único Dios. Por otra parte cuando dice “que estas en el cielo”, no pensemos que Jesús se refiere solo a un lugar, sino más bien a una actitud de vida, es decir, que vivamos con una actitud de cielo aquí en la tierra, para Jesús cuando estuvo entre nosotros su cielo fue, primero, el vientre de la Virgen, y después, el mundo y el ambiente en que vivió, pues vivió, a pesar de las cosas difíciles (como la cruz), con amor y unido al Padre.

“…santificado sea tu nombre”, con esta expresión Jesús nos enseña que hay varias formas de hacer la oración, es decir, no se reduce a pedir, también podemos alabar y santificar a Dios, adorarlo con a boca y con nuestras buenas obras, darle gracias por tantas cosas que nos da, buenas y las que nos parecen malas, también podemos tener oración de contemplación, es decir, por medio de la creación podemos contemplar a Dios o podemos contemplar algún pasaje de la Escritura usando la imaginación o contemplando los misterios de Dios o de la Pasión del Señor.

Hay muchas más otras cosas que Jesús nos enseña de la oración con el Padrenuestro, la síntesis de nuestra oración, pero no quiero agotarlo. Solo quiero hablar de la segunda parte de este Evangelio, en la que Jesús habla de una parábola, de un amigo de un hombre que va y toca la puesta con insistencia porque necesita algo de su amigo, pero este ya esta acostado y no quiere abrirle. Es tanta la insistencia del hombre que hace que el amigo salga, no tanto porque quiera ayudarlo sino por su molesta insistencia. Jesús quiere decirnos con esta parábola que nuestras oraciones o peticiones a Dios debe ser insistente, no debemos de perder la fe y la esperanza en Dios, que siempre es más bueno que un padre o una madre del mundo que pueden abandonar a sus hijos.

Tengamos más confianza en Dios, y hagamos nuestra oración con un animo confiado, y solo así seremos cristianos alegres, como lo ha venido diciendo el Papa Francisco en sus últimas apariciones. El cristiano que no ora con confianza al Padre de todos, no puede ser alegre, el cristiano que reza y esta con Jesús a medias, no puede estar alegre, pues le entristecerá tener el corazón dividido, pues esta sirviendo a dos amos. Tengamos más confianza en Dios pues el mismo Jesús lo prometió: “pues el que busca encuentra, el que toca se le abre y el que pide recibe”.

¡Feliz domingo y disfrútenlo en familia!


Fray Juan Gerardo Morga, OFM Cap.

domingo, 21 de julio de 2013

Reflexión del 16° Domingo del Tiempo Ordinario.

LUCAS 10, 38-42

Marta, Marta, andas preocupada e inquieta con tantas cosas: sólo una es necesaria.

¿Que es la mejor parte?

Hola hermanos y hermanas, paz y bien.

Hoy la liturgia del día y las lecturas que escuchamos en la misa nos invitan a fijarnos más en lo esencial de la vida, en lo que es más importante, pues nos ha hecho creer que lo accesorio, lo superficial es lo más importante.

En la primera lectura y en el Evangelio de Lucas, que leemos este domingo nos habla de una muestra de caridad de varios personajes, es hospedar a quien esta de camino o viene de visita, pero estos personajes dan un sentido específico a este acto de caridad, veamos. En la primera lectura, es Abraham el personaje que ofrece a unos peregrinos hospedaje en su tienda, les ofrece agua para que se laven del camino fatigoso, les ofrece comodidad para descansar del camino, los atiende muy bien, y en premio recibe, sin  que él lo pida, la promesa de que tendrá un hijo, pues no podían tenerlo él y su esposa. El gesto de Abraham con estos hombres es sincero, no esperaba obtener algo de ellos a cambio de hospedarlos, pero su buena acogida hace que ellos (que eran mensajeros de Dios) le prometan una felicidad grande, ser padre. Y es que a veces cuando recibimos a alguien en nuestra casa, puede ser que recibamos ángeles o al mismo Jesús que nos visita.

En el Evangelio, también vemos este tema de la hospitalidad, Martha y María hospedan a Jesús, pero las dos tienen una actitud diferente ante Jesús, las dos lo reciben con alegría, con gusto, pero Martha sigue en los quehaceres de la casa, preocupada por tenerla muy limpia, arreglada, etc. Y María prefiere no hacer nada y estar con Jesús, lo escucha, lo atiende, esta con Él. Jesús elogia a María, sin desprestigiar a Martha, diciendo que “María escogió la mejor parte y que nadie se la quitará”, y es que estar con Jesús es la mejor parte, no solo estar con Jesús en la Misa, en la Iglesia, sino también en nuestro hermano o hermana enferma, aquellos que viven con nosotros y no les ponemos importancia.

He visto a muchos enfermos o ansíanos que viven con sus familiares, pero no son tomados en cuanta, no se les atiende bien, o se les deja solos aunque están con los familiares, se les aísla. Jesús esta con nosotros en estos hermanos y hermanas, le tenemos hospedado en nuestras casas, pero seguimos en nuestros quehaceres diarios y no le ponemos la atención que merecen. Si queridos hermanos y hermanas, Jesús esta en nuestras hermanos enfermos y ansíanos, en nuestros hermanos que sufren, que a veces viven en nuestras casas sin atención debida, como un objeto más o a veces como un objeto para que hablen bien de nosotros, que somos caritativos o almas de Dios, pero no les ponemos la atención que María le puso a Jesús.

Procuremos hermanos y hermanas que nuestras practicas de fe, piadosas, que nuestra vida diaria concuerde con nuestro obrar, solo así seremos “gratos a los ojos de Dios” como dice el salmo hoy, solo el que procede honradamente con su hermano y más con los enfermos se puede decir o designar seguidor de Cristo, pues “en nuestros hermanos enfermos esta su cuerpo sufriente”.

También pasa que cuando nuestros hijos o hijas adolescentes nos necesitan no les ponemos la debida atención y los adultos ocupados en las novelas o en las caguamas y el futbol no les damos la debida atención, me ha tocado que los niños llegan con sus papas para platicar de algo o quieren que les pongan atención, y el papa o la mama le dicen, espérate, no estes chin… y no les ponen atención.

Hoy es una invitación de Jesús a fijarnos que es lo más importante en nuestras vidas, que es lo que importa más en la vida diaria, que es lo que debe ir de acuerdo en nuestra vida cristiana, las dos actitudes de Martha y María son importantes, pero es claro que María escogió la mejor parte.

¡Animémonos hermanos y hermanas a escoger, nosotros, la mejor parte! 
¡Feliz domingo!

Fran Juan Gerardo Morga, OFMCap.

domingo, 14 de julio de 2013

Reflexión del 15° Domingo del Tiempo Ordinario.




Parábola del buen samaritano. 


Haz tú lo mismo.

Hola queridos hermanos y  hermanas, paz y bien.

En este domingo hay varios temas en las lecturas que escuchamos en la Misa, los mandamientos, la misericordia, la compasión, el buen samaritano. Pero quisiera hablar del mandamiento de Dios.
Cuando escuchamos que “Dios nos da mandamientos” inmediatamente se nos viene a la mente “restricciones”, “prohibiciones”, “leyes”, sin embargo los mandamiento de Dios no son esto, son consejos de Dios para ser feliz cada uno como persona y para que todos vivamos bien. Pues si hacemos caso a los consejos de Dios viviremos en paz, en armonía, seremos felices.

Estos mandamientos, dice la primera lectura están cerca de nosotros, en nuestra mente y en nuestro corazón, por eso cuando no hacemos las cosas bien, el corazón, la conciencia nos habla como agritos diciéndonos que no hicimos bien las cosas, pues estos consejos de Dios están inscritos en nosotros.

Conocemos que son diez los mandatos de Dios, pero en el Evangelio Jesús los resume en uno, que tiene un doble compromiso, un doble amor, una doble invitación. Jesús le pregunta al hombre que le pone a prueba, que lee en la ley de Dios, y este le contesta: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo". De hecho este es el mandamiento más importante para los hombres de este tiempo. Pero Jesús nos invita con una parábola a que vayamos más haya de la ley. La ley más importante de todas es la caridad, no podemos decir que amamos a Dios a quien no vemos, sino amamos al prójimo que si vemos, esto lo dijo san Juan hace mas de mil años y sigue vigente hasta hoy, pues muchas veces nos olvidamos del prójimo, del que esta a nuestro lado. A veces nos importa más cumplir, que amar a nuestros semejantes.

Queridos hermanos y hermanas, lo más importante en la vida cristiana, en el seguimiento de Cristo es amar, no seguimos unos ritos, una doctrina, sino a una persona que se llama Cristo, y esta persona  nos enseña como amar, como tener compasión, que siempre hay que tener misericordia. En ocasiones cumplimos con ir a Misa, pero no queremos cumplir con las obligaciones cotidianas. Una madre de familia es “buena samaritana” cuando pone primero que todo a Dios sirviendo a sus hijos y a su esposo, y después va a Misa, un hijo es un “buen samaritano” cuando obedece y hace feliz a sus padres, no solo se trata de cantar o servir en un grupo de la Iglesia sino de ser coherente, es decir, ser bueno en la Iglesia y es la vida cotidiana. Lo importante es tener en cuenta que la vida de fe y la vida cotidiana esta conectada, vinculada una de otra.

Este domingo es una buena ocasión, para preguntarnos si nuestra fe y amor a los demás, están de acuerdo. Ser cristiano hoy, significa cumplir esta ley de amor, una ley que no esclaviza, sino que libera. Jesús ya nos enseño como ser buen samaritano, pues el lo fue, entonces hermanos y hermanas, hagamos lo mismo.

Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.

domingo, 7 de julio de 2013

Reflexión del 14° Domingo del Tiempo Ordinario.

Del santo Evangelio según san Lucas: 10. 1-2. 17-20.

En aquel tiempo, Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir, y les dijo: “La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por tanto, al dueño de la mies que envié trabajadores a sus campos. Pónganse en camino; yo los envío como corderos en medio de lobos. No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa digan: Que la paz reine en esta casa. Y si allí hay gente amante de la paz, el deseo de paz de ustedes se cumplirá; si no, no se cumplirá. Quédense en esa casa. Coman y beban de lo que tengan , porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa. En cualquier ciudad donde entren y los reciban coman lo que les den. Curen a los enfermos que haya y díganles: ya se acerca el reino de Dios.
Pero si entran en una ciudad y no los reciben, salgan por las calles y digan: hasta el polvo de esta ciudad que se nos ha pegado a los píes nos lo sacudimos, en señal de protesta contra ustedes. De todos modos, sepan que el Reino de Dios está cerca. Yo les digo que en el día del juicio, Sodoma será tratada con menos rigor que esa ciudad”.
Los setenta y dos discípulos regresaron llenos de alegría y le dijeron a Jesús: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre”.
Él les contestó: “Vi a Satanás caer del cielo como rayo. A ustedes les he dado poder para aplastar serpientes y escorpiones y vencer toda fuerza del enemigo, y nada les podrá hacer daño. Pero no se alegren de que los demonios se les sometan. Alégrense más bien de que sus nombres están escritos en el cielo”.