sábado, 13 de diciembre de 2014

Homilía del 3er. Domingo de Adviento.

Lectura del libro de Isaías 61,1-2a.10-11.

El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la libertad, para proclamar el año de gracia del Señor. 

Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novio que se pone la corona, o novia que se adorna con sus joyas. Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos.

Homilía del 2do. Domingo de Adviento.

Del libro de Isaías 11: 1-10.

Aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de prudencia y sabiduría, espíritu de consejo y valentía, espíritu de ciencia y temor del Señor. Le inspirará el temor del Señor.

No juzgará por apariencias ni sentenciará sólo de oídas; juzgará a los pobres con justicia, con rectitud a los desamparados. Herirá al violento con la vara de su boca, y al malvado con el aliento de sus labios. La justicia será cinturón de sus lomos, y la lealtad, cinturón de sus caderas. Habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos: un muchacho pequeño los pastorea.

La vaca pastará con el oso, sus crías se tumbarán juntas; el león comerá paja con el buey. El niño jugará en la hura del áspid, la criatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente. No harán daño ni estrago por todo mi monte santo: porque está lleno el país de ciencia del Señor, como las aguas colman el mar. Aquel día, la raíz de Jesé se erguirá como enseña de los pueblos: la buscarán los gentiles, y será gloriosa su morada.

domingo, 30 de noviembre de 2014

Homilía del 1er, Domingo de Adviento.

Lectura del libro de Isaías. 63, 16b-17. 19b; 64,2b-7.

Tú, Señor, eres nuestro padre, tu nombre de siempre es «Nuestro redentor». Señor, ¿por qué nos extravías de tus caminos y endureces nuestro corazón para que no te tema? Vuélvete, por amor a tus siervos y a las tribus de tu heredad. ¡Ojalá rasgases el cielo y bajases, derritiendo los montes con tu presencia! Bajaste y los montes se derritieron con tu presencia, jamás oído oyó ni ojo vio un Dios, fuera de ti, que hiciera tanto por el que espera en él. Sales al encuentro del que practica la justicia y se acuerda de tus caminos. Estabas airado, y nosotros fracasamos; aparta nuestras culpas, y seremos salvos. Todos éramos impuros, nuestra justicia era un paño manchado; todos nos marchitábamos como follaje, nuestras culpas nos arrebataban como el viento. Nadie invocaba tu nombre ni se esforzaba por aferrarse a ti; pues nos ocultabas tu rostro y nos entregabas en poder de nuestra culpa. Y, sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero: somos todos obra de tu mano.

Los lamentos, ¿sirven para algo?

Hola hermanos (as), Paz & Bien.

Les deseo de corazón un feliz inicio de año litúrgico, así como a todos los religiosos un fuerte abrazo por este año que el Papa Francisco a querido que sea dedicado a nosotros. Para la homilía este año tomaré la primera lectura de los domingos. Espero la sigan disfrutando así como yo disfruto escribiendo y expresándome en esta forma sencilla para preparar la homilía que les comparto a los hermanos y hermanas en nuestra parroquia.

Esta semana es la semana del profeta Isaías, es decir, en las celebraciones estaremos oyendo y meditando sobre su extenso mensaje. Poco sabemos de este profeta, por ejemplo no sabemos que en realidad se trata de tres Isaías en todo el libro que lleva su nombre en la Biblia, no se sabe si son tres personas o grupos que estudiaban a este profeta. También este profeta es el más grade y contiene uno de los pasajes proféticos más hermosos sobre la vida del salvador especialmente sobre su nacimiento y pasión.

En este pasaje que se nos presenta este domingo Isaías parece que hace un lamento, una especie de recopilación de los acontecimientos, de los pecados de la generación en la que le toco vivir. Clama a Dios para que vuelva su compañía al pueblo, pues parece que Dios los ha abandonado y no queda ninguna esperanza, lo demuestra en las palabras que dice: "¡Ojalá rasgases el cielo y bajases, derritiendo los montes con tu presencia!.

Pero, ¿sirven de algo lamentarse de la situación que vivimos? Hoy vivimos en México una situación parecida, desapaciones (no solo los últimos 43 jóvenes, sino cuantos antes de ellos) en todo el país, impunidad, "nuestra justicia parece un trapo mugroso", todos estamos como marchitos por tanta maldad, por la situación de violencia que vivimos. Todo esta puesto para desanimarnos, para perder la fe y la esperanza, sin embargo es Dios quien nos sostiene como dice el mismo profeta al final de esta lectura: "Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero: somos todos obra de tu mano", que nuestra oración sea esta en la semana, no desesperemos y confiemos en Dios, estemos alerta como Jesús nos dice en el Evangelio hoy, pues hay muchas cosas que pueden hacernos perder la fe. No permitamos que las circunstancias de la vida, que nuestros propios pecados nos desanimen de tal forma que no tengamos una esperanza.

Un nuevo año es como una nueva oportunidad que Dios nos da para ser mejores personas, no desaprovechemos esta oportunidad y hagamos propósitos que valgan la pena, que valgan el esfuerzo que hacemos. Que no nos pase con los propósitos de inicio de año nuevo, "bajar de peso, cambiar el carácter", sino hagamos propósitos realizables y que nos beneficien más concretamente a nosotros pero también a los hermanos que nos rodean.

¡Feliz Domingo! y alabemos a Dios, caigamos en la cuenta de nuestros retos con los lamentos, pero que no nos desanimen. 

Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Homilía del Domingo de la Conmemoración de los Fieles Difuntos.

De la primera carta del apóstol san Juan; 3, 14-16.

Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos. Quien no ama permanece en la muerte. Quien odia a su hermano es homicida, y saben que ningún homicida posee la vida eterna.

Hemos conocido lo que es el amor en aquel que dio la vida por nosotros. Por eso, también nosotros debemos dar la vida por los hermanos.

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Quien no ama esta muerto.

Hola hermanos y hermanas, Paz y bien.

Hoy a coincidido la Conmemoración de los fieles difuntos con el domingo 31º del tiempo ordinario. Fijemos nuestra atención en este estracto de la primera carta del apóstol san Juan que nos habla de la muerte no en un sentido físico, sino espiritual.

Todas las lecturas nos daban luces para reflexionar sobre las diferentes muertes por las que nosotros pasamos. Pero en esta lectura san Juan refiere un tipo de muerte que a veces no le ponemos importancia. Cuando una persona no ama y odia es como si no viviera, pues su odio o rencor no le deja ser feliz, incluso cuando odiamos a alguien los únicos afectados en una proporción total somos nosotros mismos. Y es que cuando experimentamos un sentimiento de odio, de rencor, es como si inyectáramos a nuestro corazón y nuestra alma dosis muy fuertes de veneno, un veneno que poco a poco va acabando con lo más preciado que tenemos los seres humanos, que es amar y ser amado.

Dice san Juan además que la medida o la prueba del amor la ha dado el Señor Jesús, que al morir en cruz a muerto por amor a nosotros, y que cada vez que vemos la cruz debe hacernos caer en la cuenta en el amor que nos tiene y nos tendrá siempre Dios. Quien odia es un homicida, dice san Juan, esta expresión es muy fuerte como fuerte es la experiencia de odiar, y es cierto, pues cuando odiamos a alguien lo matamos, lo anulamos, no nos interesa para nada. No solo matamos de una forma física sino también de este modo, odiando a los demás. Y aunque las personas que odian siguen viviendo como si no pasará nada, no viven felices, no son plenas, siempre les falta algo y me atrevo a decir que no solo cometen homicidio, como dice san Juan, sino que también suicidio, es decir, se matan a si mismas.

Queridos hermanos y hermanas, no pensemos que nuestros hermanos que han muerto y que están en la presencia de Dios están muertos espiritualmente, porque no es así, no seamos ilusos, pues ellos están más vivos que nosotros. Nosotros a veces estamos más muertos que ellos pues por medio del odio estamos  como muertos en vida, ellos en cambio gozan de la plenitud de la vida con Cristo el Señor. Amemos de verdad, trabajemos por la justicia y entonces habrá paz en nuestro corazón y en nuestro entorno. Si seguimos viviendo en el odio, en la violencia, en la desconfianza seguro que seguiremos contribuyendo a la cultura de la muerte que impera.


¡Buen Domingo!

Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap

domingo, 26 de octubre de 2014

Homilía del 30º Domingo del Tiempo Ordinario.

De la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses: 1, 5c-10.


Hermanos: Saben cuál fue nuestra actuación entre ustedes para su bien. Y ustedes siguieron nuestro ejemplo y el del Señor, acogiendo la palabra entre tanta lucha con la alegría del Espíritu Santo. Así llegaron a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya. Desde su comunidad, la palabra del Señor ha resonado no sólo en Macedonia y en Acaya, sino en todas partes. Su fe en Dios había corrido de boca en boca, de modo que nosotros no teníamos necesidad de explicar nada, ya que ellos mismos cuentan los detalles de la visita que les hicimos: cómo, abandonando los ídolos, se volvieron a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús desde el cielo, a quien ha resucitado de entre los muertos y que nos libra del castigo futuro.


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La vida cristiana se contagia cuando se vive con sinceridad.

Hola hermanos y hermanas, paz y bien.

Casi estamos al final del ciclo o año litúrgico, iniciaremos de nuevo un nuevo ciclo. Este domingo la segunda lectura que es de san Pablo a los Tesalonicenses nos da una mensaje muy claro. Y se basa en que si vivimos nuestra fe de verdad se contagia.

El papa Francisco se refirió al papa emérito Benedicto XVI, cuando algunos jóvenes le preguntaban como invitar a sus amigos a abrazar la fe,  veamos un estracto de lo que decía:
“Parto de una frase de Papa Benedicto XVI. La Iglesia no crece por proselitismo sino por atracción… La atracción la da el testimonio.

Nosotros no somos salvadores de nadie. Somos transmisores de alguien que nos salvó a todos. Y eso solamente lo podemos transmitir si asumimos en nuestra vida en nuestra carne, en nuestra historia, la vida de ese alguien que se llama Jesús. O sea testimonio. Y esto no sólo en las obras de caridad. Por supuesto hay que hacerlas porque la medida con la cual nos van a juzgar a todos está en Mateo 25 ¿no cierto? Bueno entonces sí, testimonio en las obras de caridad, etc. ¿No? En el trabajo de promoción, de educación, de hacer cosas por los demás.

No sólo eso no. Sino testimonio de vida. ¿Cómo vivo yo? ¿Tengo doble vida? Es decir ¿me proclamo cristiano y vivo como pagano? La mundanidad espiritual, el espíritu del mundo que Jesús condena tanto. Basta leer el Evangelio de Juan, como es repetitivo en eso. ¿Yo lo comparto más o menos con mi fe cristiana? ¿Mitad y mitad? El testimonio te tiene que agarrar todo. ¿No? Es una opción de vida. Yo testimonio porque esa es la consecuencia de una opción de vida. Así es que eso es el primer paso. Sin testimonio no podés ayudar a ningún joven ni a ningún viejo. ¡A nadie! Y, evidentemente que todos flaqueamos, que todos somos débiles, que todos tenemos problemas y no siempre damos un buen testimonio. Pero la capacidad de humillarnos dentro, la capacidad de pedir perdón cuando nuestro testimonio no es el que debe ser.

Y un testimonio que también tenga dentro la capacidad de movernos, de hacernos salir, de ir en misión, que no es ir a hacer proselitismo. Es ir a ayudar, a compartir, y que vean cómo lo hacemos y qué hacemos. Yo me repito mucho en esto. Una Iglesia que no sale es una Iglesia “de exquisitos”. Un movimiento eclesial que no sale en misión, es un movimiento “de exquisitos”. Y a lo más, en vez de ir a buscar ovejas para traer, o ayudar o dar testimonio, se dedican al grupito, a peinar ovejas. ¿No? Son peluqueros espirituales. ¿No? Eso no va.

Así es que yo te diría: testimonio, para que la luz brille, que no esté escondida debajo de la cama, ¿no?, que brille la luz, y vean las obras buenas que hace el Padre a través de nosotros, obviamente, ¿no? Testimonio. Para que pregunten por qué vivís así, coherencia de vida caminar, caminantes no errantes y cuidarse de la tentación del cansancio. No se me ocurre otra cosa, no cierto. ¿Qué consejo nos da para invitar a nuestros amigos a compartir una vida más plena en Cristo? Creo que con eso basta, ¿no?”

Creo que no hay más que decir, lo explica el Papa muy bien. Solo si vivimos la fe con sinceridad y sin dobles de corazón entonces contagiaremos a otros a creer en Jesùs, a caminar por sus huellas.

Seamos valientes y decididos, hermanas y hermanos para ser testimonio viviente, otros cristos, como los tesalonicenses. Contagiemos con nuestras vidas, con nuestras actitudes de tolerancia, de respeto, pero sobre todo de que somos verdaderos cristianos, cristianos de verdad no de doble vida, no intrigosos, no chismosos o que dividen en lugar de unir. Solo recordemos que si somos instrumentos de la división, somos instrumentos del mal y no del Señor, pues diablo significa división. Ya basta de ver solo por mi grupo, por lo mio y abramos el corazón al hermano, a la unidad, a la gran comunidad que somos la Iglesia de los bautizados. Solo así dejaremos de dar falsos testimonios.


¡Alabado sea Jesucristo!

Fray Juan Gerardo Morga, OFM Cap.




Homilia del Domingo Mundial de las Misiones.

De la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo: 2, 1-8.

Ante todo recomiendo que se ofrezcan súplicas, peticiones, intercesiones y acciones de gracias por todas las personas, especialmente por los soberanos y autoridades, para que podamos vivir tranquilos y serenos con toda piedad y dignidad.

Eso es bueno y aceptable para Dios nuestro salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen a conocer la verdad. No hay más que un solo Dios, no hay más que un mediador, Cristo Jesús, hombre, él también que se entregó en rescate por todos conforme al testimonio que se dio en el momento oportuno; y yo he sido nombrado su heraldo y apóstol —digo la verdad sin engaño—, maestro de los paganos en la fe y la verdad.

Quiero que los hombres oren en cualquier lugar, elevando sus manos a Dios con pureza de corazón, libres de enojos y discusiones.

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Mensaje del Santo Padre Francisco
para la Jornada Mundial de las Misiones 2014.

"Queridos hermanos y hermanas:


Hoy en día todavía hay mucha gente que no conoce a Jesucristo. Por eso es tan urgente la misión ad gentes, en la que todos los miembros de la iglesia están llamados a participar, ya que la iglesia es misionera por naturaleza: la iglesia ha nacido “en salida”. La Jornada Mundial de las Misiones es un momento privilegiado en el que los fieles de los diferentes continentes se comprometen con oraciones y gestos concretos de solidaridad para ayudar a las iglesias jóvenes en los territorios de misión. Se trata de una celebración de gracia y de alegría. De gracia, porque el Espíritu Santo, mandado por el Padre, ofrece sabiduría y fortaleza a aquellos que son dóciles a su acción. De alegría, porque Jesucristo, Hijo del Padre, enviado para evangelizar al mundo, sostiene y acompaña nuestra obra misionera. Precisamente sobre la alegría de Jesús y de los discípulos misioneros quisiera ofrecer una imagen bíblica, que encontramos en el Evangelio de Lucas (cf. 10, 21-23).

1. El evangelista cuenta que el Señor envió a los setenta discípulos, de dos en dos, a las ciudades y pueblos, a proclamar que el Reino de Dios había llegado, y a preparar a los hombres al encuentro con Jesús. Después de cumplir con esta misión de anuncio, los discípulos volvieron llenos de alegría: la alegría es un tema dominante de esta primera e inolvidable experiencia misionera. El Maestro Divino les dijo:

«No estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo. En aquella hora, Jesús se llenó de alegría en el Espíritu Santo y dijo: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra...” (…) Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: “¡Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis!”» (Lc 10, 20-21. 23).Son tres las escenas que presenta San Lucas. Primero, Jesús habla a sus discípulos, y luego se vuelve hacia el Padre, y de nuevo comienza a hablar con ellos. De esta forma Jesús quiere hacer partícipes de su alegría a los discípulos, que es diferente y superior a la que ellos habían experimentado.

2. Los discípulos estaban llenos de alegría, entusiasmados con el poder de liberar de los demonios a las personas. Sin embargo, Jesús les advierte que no se alegren por el poder que se les ha dado, sino por el amor recibido: «porque vuestros nombres están inscritos en el cielo» (Lc 10, 20). A ellos se les ha concedido experimentar el amor de Dios, e incluso la posibilidad de compartirlo. Y esta experiencia de los discípulos es motivo de gozosa gratitud para el corazón de Jesús. Lucas entiende este júbilo en una perspectiva de comunión trinitaria:«Jesús se llenó de alegría en el Espíritu Santo», dirigiéndose al Padre y glorificándolo. Este momento de profunda alegría brota del amor profundo de Jesús en cuanto Hijo hacia su Padre, Señor del cielo y de la tierra, el cual ha ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las ha revelado a los pequeños (cf. Lc 10, 21). Dios ha escondido y ha revelado, y en esta oración de alabanza se destaca sobre todo el revelar. ¿Qué es lo que Dios ha revelado y ocultado? Los misterios de su Reino, el afirmarse del señorío divino en Jesús y la victoria sobre Satanás.

Dios ha escondido todo a aquellos que están demasiado llenos de sí mismos y pretenden saberlo ya todo. Están cegados por su propia presunción y no dejan espacio a Dios. Uno puede pensar fácilmente en algunos de los contemporáneos de Jesús, que Él mismo amonestó en varias ocasiones, pero se trata de un peligro que siempre ha existido, y que nos afecta también a nosotros. En cambio, los “pequeños” son los humildes, los sencillos, los pobres, los marginados, los sin voz, los que están cansados y oprimidos, a los que Jesús ha llamado “benditos”. Se puede pensar fácilmente en María, en José, en los pescadores de Galilea, y en los discípulos llamados a lo largo del camino, en el curso de su predicación.

3. «Sí, Padre, porque así te ha parecido bien» (Lc 10,21). Las palabras de Jesús deben entenderse con referencia a su júbilo interior, donde la benevolencia indica un plan salvífico y benevolente del Padre hacia los hombres. En el contexto de esta bondad divina Jesús se regocija, porque el Padre ha decidido amar a los hombres con el mismo amor que Él tiene para el Hijo. Además, Lucas nos recuerda el júbilo similar de María: «Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador» (Lc 1, 47). Se trata de la Buena Noticia que conduce a la salvación. María, llevando en su vientre a Jesús, el Evangelizador por excelencia, encuentra a Isabel cantando el Magnificat exulta de gozo en el Espíritu Santo. Jesús, al ver el éxito de la misión de sus discípulos y por tanto su alegría, se regocija en el Espíritu Santo y se dirige a su Padre en oración. En ambos casos, se trata de una alegría por la salvación que se realiza, porque el amor con el que el Padre ama al Hijo llega hasta nosotros, y por obra del Espíritu Santo, nos envuelve, nos hace entrar en la vida de la Trinidad.

El Padre es la fuente de la alegría. El Hijo es su manifestación, y el Espíritu Santo, el animador. Inmediatamente después de alabar al Padre, como dice el evangelista Mateo, Jesús nos invita:

«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y Yo os aliviaré. Tomad mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera» (11,28-30).
«La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 1).

De este encuentro con Jesús, la Virgen María ha tenido una experiencia singular y se ha convertido en “causa nostrae laetitiae”. Y los discípulos a su vez han recibido la llamada a estar con Jesús y a ser enviados por Él para predicar el Evangelio (cf. Mc 3, 14), y así se ven colmados de alegría. ¿Por qué no entramos también nosotros en este torrente de alegría?

4. «El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 2). Por lo tanto, la humanidad tiene una gran necesidad de aprovechar la salvación que nos ha traído Cristo. Los discípulos son los que se dejan aferrar cada vez más por el amor de Jesús y marcar por el fuego de la pasión por el Reino de Dios, para ser portadores de la alegría del Evangelio. Todos los discípulos del Señor están llamados a cultivar la alegría de la evangelización. Los obispos, como principales responsables del anuncio, tienen la tarea de promover la unidad de la Iglesia local en el compromiso misionero, teniendo en cuenta que la alegría de comunicar a Jesucristo se expresa tanto en la preocupación de anunciarlo en los lugares más distantes, como en una salida constante hacia las periferias del propio territorio, donde hay más personas pobres que esperan.

En muchas regiones escasean las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. A menudo esto se debe a que en las comunidades no hay un fervor apostólico contagioso, por lo que les falta entusiasmo y no despiertan ningún atractivo. La alegría del Evangelio nace del encuentro con Cristo y del compartir con los pobres. Por tanto, animo a las comunidades parroquiales, asociaciones y grupos a vivir una vida fraterna intensa, basada en el amor a Jesús y atenta a las necesidades de los más desfavorecidos. Donde hay alegría, fervor, deseo de llevar a Cristo a los demás, surgen las verdaderas vocaciones. Entre éstas no deben olvidarse las vocaciones laicales a la misión. Hace tiempo que se ha tomado conciencia de la identidad y de la misión de los fieles laicos en la Iglesia, así como del papel cada vez más importante que ellos están llamados a desempeñar en la difusión del Evangelio. Por esta razón, es importante proporcionarles la formación adecuada, con vistas a una acción apostólica eficaz.

5. «Dios ama al que da con alegría» (2 Co 9, 7). La Jornada Mundial de las Misiones es también un momento para reavivar el deseo y el deber moral de la participación gozosa en la misión ad gentes. La contribución económica personal es el signo de una oblación de sí mismos, en primer lugar al Señor y luego a los hermanos, porque la propia ofrenda material se convierte en un instrumento de evangelización de la humanidad que se construye sobre el amor.

Queridos hermanos y hermanas, en esta Jornada Mundial de las Misiones mi pensamiento se dirige a todas las Iglesias locales. ¡No dejemos que nos roben la alegría de la evangelización! Os invito a sumergiros en la alegría del Evangelio y a nutrir un amor que ilumine vuestra vocación y misión. Os exhorto a recordar, como en una peregrinación interior, el “primer amor” con el que el Señor Jesucristo ha encendido los corazones de cada uno, no por un sentimiento de nostalgia, sino para perseverar en la alegría. El discípulo del Señor persevera con alegría cuando está con Él, cuando hace su voluntad, cuando comparte la fe, la esperanza y la caridad evangélica.

Dirigimos nuestra oración a María, modelo de evangelización humilde y alegre, para que la Iglesia sea el hogar de muchos, una madre para todos los pueblos y haga posible el nacimiento de un nuevo mundo".

Vaticano, 8 de junio de 2014, Solemnidad de Pentecostés.

PP. Franciscus



martes, 21 de octubre de 2014

Homilia del 28º Domingo del Tiempo Ordinario

De la carta del apóstol san Pablo a los filipenses: 4, 12-14. 19-20.
Sé lo que es vivir en la pobreza y también en la abundancia. Estoy plenamente acostumbrado a todo, a la saciedad y el ayuno, a la abundancia y la escasez. Todo lo puedo en aquel que me da fuerzas. Con todo, hicieron bien en mostrarse solidarios de mis sufrimientos. Mi Dios, colmará todas sus necesidades según su riqueza y generosidad por medio de Cristo Jesús. Al Dios y Padre nuestro sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
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"TODO LO PUEDO EN AQUEL QUE ME DA FUERZAS"
 
Hermanos y hermanas, ¿Cómo están?, les deseo la paz que viene de Dios.
 
San Pablo nos da un testimonio hoy, él se encuentra encarcelado en Tesalónica y los hermanos de la Iglesia de Filipos le envían una ayuda para su sustento mientras se encuentra en la cárcel, les agradece y constata que esta desprendido de los bienes materiales y tiene bien definido que lo que importa más en la vida son los bienes de Dios, les agradece no solo por el dinero que le mandan, sino por ser generosos y solidarios con él, con lo que sufre en la cárcel. Y por esta generosidad les dice que Dios les pagara todo lo que hacen por él.
 
El mensaje de esta lectura de hoy es que tenemos que ser solidarios en toda circunstancia, a padecer con los que padecen y a tender la mano a quienes nos necesitan. Pero no nos conformemos con dar una moneda, también preguntemos el nombre de la persona a quien ayudamos, pues lo primero que necesita es que le reconozcamos como persona, que reconozcamos la dignidad que posee por el solo hecho de ser persona, además de reconocer a la persona como hijo de Dios, amada por Él. Solo se puede exclamar como san Pablo "todo lo puedo en aquel que me da fuerzas", cuando tenemos el apoyo de alguien, y ese alguien por supuesto que es Dios, pero Dios se hace patente con tu solidaridad concreta, es decir, si eres generoso, si ayudas a los demás, si les reconoces su dignidad estas siendo fuerza para que el que la pasa mal pueda levantarse.
 
Cuanto nos hace falta para ser una civilización del amor, cuanta indiferencia e individualismo podemos constatar, cuanto rechazo de aquellos que no piensan como nosotros, que no sienten como nosotros, que no desean como nosotros, que no prefieren como nosotros, antes de llamarnos cristianos tendríamos que ser plenamente humanos. Un cristiano debe esforzarse por ser verdaderamente humano, de ser solidario, de erradicar de su persona el egoísmo, el materialismo, el utilitarismo, si esto hiciéramos cada uno seria más feliz, más pleno, más humano.
 
El mensaje de san Pablo para nosotros la Iglesia es: "ser solidarios no en razón de nuestro amor propio, sino en razón del amor de Dios que se hizo hombre en Jesús". Dios se hizo solidario, se hizo uno de nosotros para solidarizarse y no solo eso, pago por nosotros la deuda de amor al Padre. Cuantos años hace que Él realizo este solidario gesto, este amor generoso a la humanidad y la humanidad no hemos aprendido a ser humanos de verdad, "a amar como Él nos amo". Cuanta falta nos hacen los testigos de Cristo que aman de verdad, sin esperar nada a cambio, cuanta falta le hacen a Él hombres y mujeres valerosos que sean solidarios, que demuestren el amor de Dios. Tu y yo somos esos hombres y mujeres, ¡testimoniemos este amor solidario!
 
Muchos hermanos y hermanas andan mendigando amor en el mundo, y nosotros que hemos conocido el amor de Dios, tenemos el caro deber de testimoniar el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu que sigue hoy, más que nunca, vigente y tan urgente de que sea conocido y reconocido. No tengamos miedo de ser solidarios, de demostrar el amor, no solo digamos que estamos "bendecidos" cuando nos preguntan como estamos, sino que bendigamos a todos sin distinción, anunciemos que Dios "se hizo pobre con el pobre, se hizo rico con el rico, se hizo todo a todo para ganarlos a todos".
 
¡Feliz domingo!
 
Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.
 
 


domingo, 5 de octubre de 2014

Homilía del 27º Domingo del Tiempo Ordinario.

De la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos: 4, 6-9.

Hermanos: No se angustien por nada, y en cualquier circunstancia, recurran a la oración y a la súplica, acompañadas de acción de gracias, para presentar sus peticiones a Dios. Entonces la paz de Dios, que supera todo lo que podemos pensar, tomará bajo su cuidado los corazones y los pensamientos de ustedes en Cristo Jesús.
 
En fin, mis hermanos, todo lo que es verdadero y noble, todo lo que es justo y puro, todo lo que es amable y digno de honra, todo lo que haya de virtuoso y merecedor de alabanza, debe ser el objeto de sus pensamientos. Pongan en práctica lo que han aprendido y recibido, lo que han oído y visto en mí, y el Dios de la paz estará con ustedes.
 
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"ORA, TEN FE, NO TE PREOCUPES"
San Pio de Pietrelcina.
 
 
Hola a todos, que el Señor les de su paz.
 
Hay muchas preocupaciones en nuestras vidas, hay muchas desilusiones, nos desanimamos por todo, nos estresamos por nada, nos enojamos por insignificancias, pensamos que los demás nos hacen muchos problemas y el problema somos nosotros mismos, pues nos preocupamos de más y no hacemos oración por lo que nos preocupa, por el problema, pensamos incluso que el problema que tenemos es más importante que otra cosa.
 
Cuando pensamos que los problemas que tenemos son imposibles de resolver, lo son eh, cuando pensamos que es una carga, lo es, cuando damos un poder extra a las dificultades que cada uno tenemos estamos encerrándonos en nosotros mismos y no permitimos ni siquiera la ayuda de Dios y menos de los hermanos que viven con nosotros. En cambio una persona que ora y tiene fe, ve en los problemas, en las dificultades, en los retos, una oportunidad de crecer como persona. Por eso san Pio, que acabamos de celebrar el 23 de septiembre decía: "ora, te fe y no te preocupes", es decir, hablar con Dios antes de decir que tu problema es grande y no tiene remedio, ver el problema con ojos de fe, pues si se ve sin fe se ve el problema, el reto o la dificultad más grande que nuestras propias fuerzas y más grande que Dios.
 
No sirve de nada preocuparse, no sirve de nada patalear o hacer berrinche como un niño que no sabe hacer con una situación y se tira en el suelo para llamar la atención. En cambio si sirve mucho orar y tener fe, tener confianza en que Dios nos ayuda siempre y nos ayuda por medio de los demás. Si todo lo que pensáramos fuera "verdadero y noble, todo lo que es justo y puro, todo lo que es amable y digno de honra, todo lo que haya de virtuoso y merecedor de alabanza", todo seria mejor, pero no siempre estamos conscientes de esto que nos dice san Pablo, por eso hay que permanecer en continua oración con Dios, en continua comunión y comunicación con Dios.
 
Por eso hermanos hay que confiar siempre en Dios, confiar en que siempre esta con nosotros. Tener la certeza de que siempre nos ayuda, de tener los pensamientos de Cristo cuando tenemos dificultades, preguntarnos ¿Qué haría Jesús en mi lugar? ¿Cómo lo resolvería el Señor?, y así vendan algunas respuestas de las que leemos y reflexionamos cada domingo. Aunque haya muchos problemas en la familia, hay que confiar en Dios que Él nos ayudará, y recordemos que como dice el salmo de hoy: "la viña es la casa de... (ponga cada uno el nombre de su familia) y esta viña no es nuestra sino de Dios, solo somos su administradores, hay que hacer lo mejor para los hijos y hacerlos responsables de sus actos pero conscientes de lo que fallamos también nosotros en relación con nuestro padre Dios. Animados y alegres caminemos hacia ser mejores personas, mejores familias, mejor Iglesia, mejores comunidades, y oremos por el Sínodo sobre la familia que se llevará a cabo esta semana en Roma junto con toda la Iglesia y el Papa Francisco.

 
¡Excelente Domingo y semana!
 
Fray Juan Gerardo Morga, OFM Cap.


domingo, 28 de septiembre de 2014

Homilia del 26º Domingo del Tiempo Ordinario.

De la carta del apóstol san Pablo a los filipenses: 2, 1-11.

Si algo puede una exhortación en nombre de Cristo, si algo vale el consuelo afectuoso, o la comunión en el espíritu, o la ternura del cariño, les pido que hagan perfecta mi alegría permaneciendo bien unidos. Tengan un mismo amor, un mismo espíritu, un único sentir.

No hagan nada por ambición o vanagloria, antes con humildad estimen a los otros como superiores a ustedes mismos. Nadie busque su interés, sino el de los demás.

Tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús, quien, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de ser igual a Dios; sino que se vació de sí y tomó la condición de esclavo, haciéndose semejante a los hombres. Y mostrándose en figura humana se humilló, se hizo obediente hasta la muerte, y una muerte en cruz. Por eso Dios lo exaltó y le concedió un nombre superior a todo nombre, para que, ante el nombre de Jesús, toda rodilla se doble, en el cielo, la tierra y el abismo; y toda lengua confiese: ¡Jesucristo es Señor!, para gloria de Dios Padre.
 
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La humildad,
una virtud de todo cristiano.

 
Hola hermanos y hermanas en Jesús el humilde.
 
No es raro constatar en nuestros grupos parroquiales rivalidades, envidias, ambición o vanagloria. Y a veces pensamos que en la Iglesia no debe de haber esta clase de cosas, incluso pensamos que no esta el diablo en la Iglesia, pero no hermanos y hermanas, todos somos instrumentos de Dios, de a su amor, de su bondad; pero cuando dejamos entrar estas cosas, cuando las alimentamos, entonces dejamos de ser instrumentos de Dios y somos del diablo.
 
La Iglesia particular de los filipenses a la que se dirige Pablo, puede parecerse a nuestras comunidades, en las que hay divisiones, envidias. Pero esto pasa porque no tenemos la mirada fija en Jesús, no nos fijamos que Él no vino a decir ¡he, aquí estoy, soy Dios, háganme "guana guana"!, no vino a reclamar un puesto, un lugar, vino a servir, vino a enseñarnos como se es grande, vino a enseñarnos como tenemos que ser cada persona que decimos que lo seguimos. Veamos el ejemplo de Jesús y quitemos de nuestro corazón aquellos sentimientos que no nos dejan avanzar, cuando a algún hermano o hermana les vaya bien, no los envidiemos sino que demos gracias a Dios y alegrémonos con él. Si alguien te adula diciendo: "que bonito hablo, padrecito" o "que bonito da la catequesis" o "que bueno que es este hermano", da las gracias y reconoce que todo lo bueno que haces viene de Dios y reconoce que eres un pecador, no te la creas, no pienses que tu eres el que haces las maravillas que Dios hace en ti.
 
Recordar que venimos del "humus" (polvo) nos hace bien, recordar que creemos en un Hombre que siendo Dios, no se creyó, sino que obedeció hasta la muerte y muerte en cruz, como es que yo quiero puestos, quiero reconocimiento, quiero bienes, seamos coherentes con Él que creemos. No seamos como el primer hijo, del Evangelio de hoy, que dice si con la boca, pero con sus obras le dice que no. Mejor si hemos sido incoherentes en nuestra vida con el mensaje humilde de Jesús, digamosle como el segundo hijo, me arrepiento y quiero trabajar por ti.
 
Solo habrá credibilidad en la Iglesia si los que somos la Iglesia (los bautizados) somos humildes, anunciamos a Jesús de una forma sencilla, Él (Jesús) quiso ser sencillo para que todos, aún los más sencillos, los pobres, tuvieran acceso a Él, a su Reino. Solo un cristiano que se reconoce "humus", puede doblar la rodilla y aceptar que Jesús es su Señor, pues si se esta en el trono del orgullo, de la vanagloria, si se esta encumbrado pensando "yo trabajo mucho por Jesús" sin reconocer que Él lo hace a través de nosotros, trabaja desparramando. "Tener un mismo amor, un mismo pensar, un mismo sentir" es "tener los mismos sentimientos de Cristo", y cuando nos falta sus seguidores esto, pues nuestra comunidades, perdónenme por decirlo así, son nidos de víboras. Mejor trabajemos para que sean nidos de amor, escuelas de caridad, familia de Dios que se solidariza por los más débiles y necesitados.
 
Tengamos la valentía y el coraje de dejar nuestro macho, y trabajar por la unidad, pues solo unidos tendremos credibilidad ante aquellos que no conocen a Jesús. Solo unidos por el amor, que es el Espíritu Santo, la Iglesia florecerá como Jesús floreció en la cruz del calvario con rosas de sangre, la esposa de Jesús (la Iglesia, tu y yo) será de verdad anunciadora de la gloria de Dios que se anuncia no por el éxito de este mundo, no por la vanagloria de este mundo, sino en la cruz que pareciendo derrota no lo es, pues cuando se da este testimonio Dios engrandece a sus hijos. Seamos grades anunciadores del Reino de Dios, reconociéndonos como instrumentos de Dios, pues como dice san Pablo "llevamos tesoros en vasijas de barro".
 
¡Animo hermanos y hermanas, y feliz domingo!
 
Fray Juan Gerardo Morga, OFM Cap.
 
 

domingo, 21 de septiembre de 2014

Homilía del 25º Domingo del Tiempo Ordinario.

De la carta del apóstol san Pablo a los filipenses: 1, 20-24. 27.

Espero y aguardo no desanimarme por nada; al contrario, estoy completamente seguro que ahora como siempre, viva o muera, Cristo será engrandecido en mi persona. Porque para mí la vida es Cristo y morir una ganancia. Pero si mi vida corporal va a producir fruto, no sé qué escoger. Las dos cosas tiran de mí: mi deseo es morir para estar con Cristo, y eso es mucho mejor; pero para ustedes es más necesario que siga viviendo.

Una cosa importa, que su conducta sea digna de la Buena Noticia de Cristo; de modo que, sea que vaya a verlos o que siga ausente, sepa que se mantienen unidos en espíritu y corazón, luchando juntos por la fe en la Buena Noticia.

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No desanimarse por nada.

Que el Señor les de la paz, hermanos y hermanas:

En la vida diaria solemos desanimarnos por el ajetreo de la vida, por el estrés que nos hace sentir la vida en las ciudades. Sin embargo cuando se tiene a Jesús como centro de la vida no podemos desanimarnos, pues el nos anima a servir, a amar con pasión, a entregarnos por amor a los demás, es lo que experimenta Pablo y nos lo transmite en esta segunda lectura del domingo.

Cuando una persona esta consciente de que Dios hace maravillas en él, Dios es glorificado en esa persona, es lo que experimento María la madre de Jesús y nuestra madre. Ella dice cuando visita a su prima Isabel que el Poderoso hace grandes cosas por ella, por eso hace en realidad cosas grandes. Cuando uno se reconoce como instrumento de Dios Él lo toma y hace grandes cosas y no nos queda que reconocer que hace grandes cosas a través de nosotros, pero si no lo reconocemos nos volvemos soberbios, arrogantes, altaneros.

Pero llega un momento en la vida como si Dios no nos utilizará porque no hacemos las cosas como antes, por las mismas limitaciones físicas, y es entonces cuando no hay que desanimarse, pues Jesús nos usa para otras cosas, como por ejemplo transmitir la sabiduría a las nuevas generaciones. A veces los adultos mayores tienen miedo de transmitir su sabiduría porque los jóvenes, sus nietos, dicen que están chocheando. Pero no deben desanimarse y atreverse, lanzarse, tener el valor de transmitir con confianza los valores de vida a las nuevas generaciones.

Al contrario de san Pablo a muchos de nosotros nos da miedo la muerte, por la misma razón que nos desanimamos, porque no tenemos a Cristo como nuestro libertador de la muerte. Y es que Jesús vino al mundo para librarnos de la muerte merecida por nuestros pecados, pero si él la venció pues no tenemos que tener miedo a morir, solo así podremos decir como san Pablo que "la vida es Cristo y la muerte una ganancia". 

Si queridos hermanos no debemos de tener miedo de morir, pues si estamos en su camino estaremos con Él, aunque no debemos de pedir por eso, pues mientras duramos en este mundo debemos trabajar por Él. Además esta devoción a la "santa muerte" que ha crecido en muchos ambientes del norte de nuestro país no tiene sentido, si Cristo murió y nos ganó la vida aún después de morir nosotros tendremos vidas con Él. Es una devoción ilógica y que la tienen muchos hermanos y hermanas por ignorancia. 

¡Buen domingo!

Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.


Homilía del 24º Domingo del Tiempo Ordinario.

De la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 14, 7-9.
Ninguno vive para sí, ninguno muere para sí. Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; en la vida y en la muerte somos del Señor. Para eso murió Cristo y resucitó: para ser Señor de muertos y vivos.

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VIVE EN PLENITUD DESDE AHORA.

Hola queridos hermanos y hermanas, paz y bien.

Hoy san Pablo nos invita a vivir ya desde ahora como si estuviéramos en la vida eterna. Es muy común pensar que la vida eterna la alcanzamos cuando morimos, sin embargo la vida eterna se empieza a vivir aquí y ahora.

Cuando hablamos de vida eterna es como decir "vida plena", y la vida plena con Dios, con Jesús es desde ahora, pues la vida eterna es plenitud de esta vida terrena. Uno puede empezar a vivir un infierno desde aquí, pero también una vida plena con Dios. Ciertamente que la vida eterna estará con Dios cuando estemos cara a cara con Él, pero empezamos a vivir esta vida cuando hacemos el bien a los demás, cuando trabajamos por la justicia y la paz. Lo que importa es vivir plenamente esta vida para vivir plenamente la otra, así esta vida se convierte en una extensión de la vida plena con Dios (vida eterna). Pero también si vivimos una vida sombría, sometidos al mal, a nuestros egoísmos, al odio y a la violencia también esta vida es una extensión de la vida oscura, de la vida sin Dios que llamamos a infierno.

Por eso hay que vivir sin miedo por la muerte, haciendo el bien a todos, pues en la vida o en la muerte somos del Señor, como dice san Pablo. Si ya somos del Señor animémonos a vivir ya como salvados, como santos, haciendo obras concretas de amor. La muerte de Jesús nos salvó de una muerte eterna y nos fue dada una vida eterna aunque muramos físicamente con este cuerpo mortal, pero si no reconocemos a Jesús, sino creemos en Él como salvador no puede incluirnos en su salvación. Es como si no quisiéramos abrir la puerta de nuestras casas a un amigo, a un hermano, y Jesús no entra a la fuerza, es un caballero y solo entra si le abrimos.

No tengamos miedo de vivir plenamente, a vivir con Jesús, con Dios, pues desde ahora podemos vivir realmente como Dios nos pensó, ahora somos del Señor en vida o en muerte, porque no existe la muerte eterna. Solo puede existir nuestra muerte eterna si no creemos en Jesús, en Dios, si no aceptamos su mandamiento de amor, si no vivimos de verdad la vida de Jesús en nosotros. Pidamos la ayuda de Jesús siempre, pues no vivimos para nosotros mismos si no para Jesús.
 
¡Feliz domingo!
 
Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.

sábado, 6 de septiembre de 2014

Homilia del 23º Domingo del Tiepo Ordinario.

De la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 13, 8-10.

Que la única deuda que tengan con los demás sea la del amor mutuo. Porque el que ama al prójimo ya cumplió toda la ley. De hecho, los mandamientos: no cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no codiciarás, y cualquier otro precepto, se resumen en éste: Amarás al prójimo como a ti mismo. Quien ama no hace mal al prójimo, por eso el amor es el cumplimiento pleno de la ley.
 

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DEUDAS DE AMOR.
 
Que el Señor les de su paz, hermanos y hermanas.
 
De nuevo les saludo esperando que se encuentren de lo mejor. Hoy quiero hablarles de las deudas de amor que tenemos con hermanos y hermanas que se han portado muy bien con nosotros, aprovechando lo que nos dice san Pablo este domingo 23º del tiempo ordinario.
 
La vida cristiana se resume en amar como Cristo nos amo, amar a los hermanos, a las creaturas que son como reflejo de la gloria de Dios, amarnos a nosotros mismos para amar a los demás. Es común que nos sintamos en deuda con alguien que ha sido muy buena o bueno con nosotros, sin embargo la deuda de amor que tenemos con algunos de los hermanos y hermanas que están a nuestro lado es más grande; por ejemplo con nuestros padres. Todos tenemos una deuda con nuestra madre o nuestro padre, cuantos desvelos pasaron por nosotros, cuanto se sacrificaron por nosotros, cuantas privaciones por darnos lo mejor, todo esto es expresión del amor que tienen por nosotros como hijos. Por eso es triste que terminen sus vidas solos o en un asilo, pues ellos que dieron todo no reciben nuestro amor de la misma manera.
 
Parecido es en las empresas grandes, donde la vida de muchos hermanos y hermanas son gastadas y desgastadas por el bien de los dueños de estas empresas, y al final son relegados, se les paga no muy bien y se descartan porque ya no producen igual. Esta es una deuda de amor. Incluso cuantos hermanos y hermanas en la calle, que duermen en las calles, en las terminales de autobuses o en el metro de nuestras ciudades, y nosotros como que no nos mueve a hacer algo por ellos, incluso damos una moneda a alguno de ellos pero no nos interesamos por ellos, no sabemos como se llaman, la moneda solo sirve para acallar nuestra conciencia. Esta es otra deuda de amor que tiene la sociedad, nosotros particularmente o como comunidad.
 
Cuantos padres y madres que dejan a los hijos, voluntaria o involuntariamente, por el trabajo, porque no quieren responsabilidad, porque no toman conciencia de su rol como padres. Cuantos niños sufriendo de amor, de la deuda de amor de los padres a los hijos. Pero también cuantos padres y madres sufriendo por el hijo que es drogadicto o borracho, el hijo perdido en sus vicios y los padres sufriendo por la deuda de amor de los hijos.
 
Sin duda el sentirnos en deuda con alguien que ha sido bueno es natural, pero también con aquellas personas que nos han dado todo en la vida, e incluso aquellas que nos ha hecho sufrir o que nos han dejado abandonados, o no nos han dado el amor que necesitamos. Queridos hermanos y hermanas, no hagamos mendigar el amor a los que queremos, empecemos a pagar estas deudas de amor pues solo tenemos esta vida para hacerlo, incluso tenemos una gran deuda con Dios y por amor a Él como agradecimiento por su amor, Él nos invita a amar pues así cumplimos la ley, su ley de amor.
 
¡¡Buen domingo y amemos de corazón!! 
 
Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.
 



sábado, 30 de agosto de 2014

Homilía del 22º Domingo del Tiempo Ordinario.

 
SEGUNDA LECTURA
De la carta del apóstol san Pablo a los romanos:
12, 1-2
Hermanos: Por la misericordia que Dios les ha manifestado, los exhorto a que se ofrezcan ustedes mismos como una ofrenda viva, santa y agradable a Dios, porque en esto consiste el verdadero culto. No se dejen transformar por los criterios de este mundo, sino dejen que una nueva manera de pensar los transforme internamente, para que sepan distinguir cuál es la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le agrada, lo perfecto.
 
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¿Ofrenda viva?
 
Hola hermanos y hermanas, es un gusto saludarles de nuevo, como cada domingo.
 
Era muy común en las culturas de la antigüedad, incluso en nuestras culturas mesoamericanas Mexica (Aztecas), Maya, Teotihuacana, etc. ofrecer algo a los dioses, algo de lo que se producía, se cosechaba, incluso se dice que algunas culturas de nuestro país hacían ofrendas humanas al sol, pues se creía que si no lo hacían iba a dejar de brillar. Hoy san Pablo habla de una "ofrenda viva", pero no se refiere a lo que hacían nuestros ancestros mexicanos, sino a la ofrenda que cada uno hace de su propia vida a Dios en el día a día. Profundicemos mas sobre las ofrendas humanas de los antiguos hermanos nuestros.
 
Hay algunos sectores de la Iglesia o algunos que fuera de la Iglesia critican que se satanice esta ofrenda de los antiguos mexicanos, lo cierto es que para el pensamiento de ellos morir como ofrenda al dios Sol era morir con honor, era morir con gusto. No es como se decía en una película Hollywoodesca, que apresaban adversarios para ofrecerlos como ofrenda, es decir, que solo lo hacía para aplacar al dios de los dioses. Morir o mejor dicho, ofrecer la vida por el dios Sol era un honor. Por eso no podemos satanizar o juzgar a estos hermanos pues seria injusto de nuestra parte, pues ahora tenemos en cuenta el mensaje cristiano, que no dista mucho del de los antiguos moradores mexicanos. ¿Acaso hoy en día, muchos hermanos nuestros en Iraq, en Siria y medio oriente no ofrecen su vida a Dios y los consideramos como una "ofrenda viva" llevada al limite? ¿seriamos capaces de ofrecer a Dios la vida de esa forma?
 
Sin duda lo que les pedía san Pablo a los cristianos de su tiempo, y a nosotros de este tiempo, no era el martirio (ofrenda de la vida por dar testimonio de la fe en Cristo), sino una vida coherente, una vida sensata, una vida que no tenga pliegues, una vida sencilla, una vida que de más vida a los que lo rodean. Ser "ofrenda viva, santa, agradable a Dios" implica lo que hoy dice en el Evangelio "renunciar a uno mismo y tomar la cruz". Pero ¿A que se refiere Jesús cuando dice esto a quien lo quiere seguir?; "renunciar a uno mismo" es sinónimo de amante, es decir, quien ama renuncia a si mismo por agradar al otro, es lo mismo que hace la madre con su hijo, el esposo con la esposa, la esposa con el esposo, y muy poco el hijo con la madre o el padre. Entonces "renunciar a unos mismo" es lo mismo que amar, es sacar el egoísmo de dentro y meter las prioridades de los demás. Cuanta falta hace que un obispo, un sacerdote, una monjita, un laico que sea ofrenda viva, que "renuncie a él mismo y tome la cruz".
 
Pienso que si hubiéramos más católicos, más cristianos como los pide san Pablo, creo que sería "otro cantar" como dice el dicho mexicano. Tenemos que ofrecer la vida en el día a día, a edificar la Iglesia con piedras vivas, con el testimonio cayado, pero que grita por el testimonio creyente de los hermanos y hermanas católicos. Dejemos que la novedad del Evangelio nos transforme siempre, no nos creamos que ya lo sabemos todo. Dejemos que Jesús nos transforme, que haga las obras que Él quiera en nuestras vidas, pero no creyendo que nosotros lo hacemos, reconociendo que somos vasijas de barro que contenemos el Tesoro (Evangelio) de Jesús.
 
¡Un buen domingo para todos!
 
Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.
 
 


domingo, 24 de agosto de 2014

Homilía del 21º Domingo del Tiempo Ordinario

De la carta del apóstol san Pablo a los romanos. 11, 33-36.


¡Qué profunda es la riqueza, la sabiduría y prudencia de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones, qué incomprensibles sus caminos! ¿Quién conoce la mente de Dios? ¿Quién fue su consejero? ¿Quién le dio primero para recibir en cambio? De él, por él, para él existe todo. A él la gloria por los siglos. Amén.

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"DIOS SABE PORQUE HACE LAS COSAS"

Hola hermanos y hermanas, paz y bien.
 
Es común esta expresión cuando hay alguna situación que nos pasa que no comprendemos, y es cuando la decimos o recordamos. Estamos al final del capitulo 11 de esta carta de san Pablo a los romanos, y la lectura que ahora leemos no es una confirmación de esta frase con la que titule esta reflexión.
 
Las cosas, buenas o malas, que nos pasan tienen siempre un porque, y siempre podemos encontrar una causa y un efecto. Casi siempre tienen que ver con las decisiones que tomamos, pues no siempre las tomamos con el discernimiento necesario y menos aún preguntándonos si tienen que ver, estas decisiones, con la voluntad de Dios. Por ejemplo, hace como un mes en nuestra parroquia se dio una situación muy penosa, raptaron a una niña de una quinta (casa de descanso) donde vacacionaban varias familias en la playa, no se supo cual era la intención de los captores, pero la niña apareció, por desgracia, muerta cerca de esta quinta. La perdida fue dificilísima para sus padres, se preguntaban porque Dios permitió esta atrocidad, pero en realidad no fue Dios el que intervino para que esto pasará, fue la decisión, tal vez, de unos hombres desequilibrados o delincuentes que querían sacar provecho de las familias, pudieron ser muchas cosas, sin embargo fue una decisión humana. Incluso su muerte, la muerte de la niña, fue un efecto de la decisión, un efecto que se les salió de las manos. Y no podemos decirle a los familiares que "Dios sabe lo que hace", sino que debemos de dar respuestas, pero sobre todo nuestro respaldo, nuestra oración y nuestra cercanía.
 
Otra situación penosa fue la muerte de un a periodista que vivía también en el territorio de nuestra parroquia, que al parecer fue una decisión suya la que la llevo a la muerte, pues estaban robando a otra persona y ella se dio cuenta, le quiso ayudar y fue ella la que cargo con la violencia del asaltante al punto de quitarle la vida. Fue una decisión valiente, la de ayudar a una persona que estaba siendo asaltada, pero su acción la llevo a perder la vida, y no podemos decirle a la familia "Dios sabe porque hace las cosas".
 
Pero si hay cosas que nosotros no sabemos con respecto de Dios, como su sabiduría, pues no la podemos medir, ni quien le ha sugerido como hacer lo que existe, ni quien le ayuda a tomar las decisiones. Pero esto es en cuestiones de la naturaleza, de lo creado. Seguro que Dios no tiene consejeros, no tiene alguien que le diga que hacer, pero nosotros por nuestra oración, por nuestra unión con Él podemos ir conociendo mejor lo que Dios es, lo que quiere y lo que hace, pero se necesita un esfuerzo humano para alcanzar un grado de unidad con Él para saber sus designios. El único ser humano que conocía la ciencia, la sabiduría, las decisiones de Dios es su Hijo, Jesucristo Nuestro Señor, y las conocía bien, pues el mismo dice que "quien lo ve a Él ve al Padre". Pero el mismo Jesús tenia algo que dice san Pablo que es una característica de Dios, la prudencia, Jesús a pesar de que sabia los designios de Dios no los revelo, sino quiso que por medio de él ingresáramos al Padre.
 
Hermanos y hermanas, es bueno preguntarse este domingo, ¿Cuánto conozco a Dios? pues nos puede pasar como los apóstoles en el Evangelio de hoy, que no sabían quien era Jesús. Conocemos en realidad a Jesús, después que hemos convivido con Él, o en realidad ¿Hemos convivido con Él?
 
Solo conociendo a Dios en la oración, podemos llegar a la verdad que san Pablo nos dice al final de este capitulo; "de Él, por Él y para Él existe todo". Entremos a la lógica de Dios y encontraremos repuestas a nuestras preguntas, a las situaciones difíciles de nuestra vida. Solo Dios puede darnos las respuestas y Jesús es una respuesta de Dios, por medio de Él nos da las respuestas a las interrogantes de nuestra vida.
 
¡Alabado sea Jesucristo!
 
Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.
 
 
 

lunes, 18 de agosto de 2014

Homilia del 20º Domingo del Tiempo Ordinario.

De la carta del apóstol san Pablo a los romanos. 11, 13-15. 29-32.


Ahora me dirijo a ustedes, los paganos: Dado que soy apóstol de los paganos, hago honor a mi ministerio, para dar celos a mis hermanos de raza y salvar así a algunos. Porque, si su rechazo ha significado la reconciliación del mundo, ¿qué será su aceptación, sino una especie de resurrección? Porque los dones y la llamada de Dios son irrevocables.

En efecto, ustedes antes eran enemigos de Dios, y ahora, por la desobediencia de ellos, han alcanzado misericordia, de la misma manera ahora que ustedes han alcanzado misericordia ellos desobedecen, pero un día también ellos alcanzarán misericordia. Porque Dios ha encerrado a todos en la desobediencia para apiadarse de todos.
 
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Dios ha encerrado a todos en la desobediencia para apiadarse de todos.
 
Hola hermanos y hermanas, les deseo todo bien en Jesús.

Todos somos desobedientes, todos nos hemos equivocado cuando no obedecemos o no confiamos en Dios. Todos nos revelamos del poder factico de los poderosos, incluso pensamos que nuestros padres, o los mismos padres piensan que tienen le poder de manipular, incluso de hacer con sus hijos lo que sea, sin embargo no es así. No hemos comprendido bien esto del poder, del tener o del placer.
 
El único poder que Dios utiliza, lo utiliza para nuestro bien, es decir, Dios no utiliza el poder como nosotros los seres humanos. Nosotros utilizamos el poder para humillar, para desprestigiar, para destruir, incluso dentro de la Iglesia el poder es utilizado por muchos para fines realmente mezquinos. Dios por el contrario utiliza el poder para servir. Él tenia todo el poder para sacarnos al genero humano de la jugada por la desobediencia de los primeros en el Edén, sin embargo, tuvo paciencia y en nuestra era envió a su Hijo para que sirviera como rescate de todos los seres humanos. Incluso cuando vino su hijo algunos no creyeron que era el Hijo de Dios, tanto así que lo atestigua Pablo en esta segunda lectura que leemos este domingo, "los suyos no lo recibieron", no le creyeron, incluso ¿Cuántos cristianos hoy, cuántos católicos le creen realmente a Jesús? creo que muchos pero no todos los que decimos creer en Él.
 
Pero él sigue teniendo paciencia, y sigue utilizando el poder, todo el poder, es más su poder del cual derivan todos los poderes humanos y sobre humanos, naturales y sobre naturales. Todo su poder lo pone al servicio de la creatura que más ama, que somos nosotros, y "ha encerrado a todos en la desobediencia para apiadarse de todos". Ahora mismo nos incluye a todos en la desobediencia para poder compadecerse de todos, sin embargo no se compadece del que no se arrepiente, así que si estas utilizando mal el poder que te ha dado Dios, si estas utilizando mal tu poder de padre, de madre, de gobernante, de político, de sacerdote, de religiosa, de laico comprometido, cualquier otro poder factico, es hora de arrepentirnos para empezar a hacer las cosas bien.
 
El Papa Francisco, que es un Papa muy cercano, un papa que cae bien; dijo en el inicio de su pontificado que el poder, que "el único poder del papa era servir" y así se refirió a cualquier poder humano que si no existe para servir no merece ser llamado poder. Es pronunciamiento del Papa en su homilía aludía no solo al poder político, al poder que se ejerce en ambientes de poder de los gobiernos de los países, también se refería al poder eclesiástico, de un cardenal, de un obispo, de algún sacerdote, de un laico que cree que por tener poder puede hacer lo que quiera y puede pisotear a quien quiera. Creo que no hay otro lugar donde las personas no perdonen los abusos de poder, más que la Iglesia, y es por esto que muchos hermanos dejan la fe, los mismos sacerdotes desviamos el discurso de una Iglesia servidora a ejemplo de Jesús, a una Iglesia poderosa que se mancha, que se alía con poderes terrenos y se olvida de los que sufren. Cierto que la Iglesia ayuda en muchas cosas, pero creo que falta conciencia de servicio en algunos de los que ejercemos el poder desde la jerarquía. Me da pena cuando me encuentro con sacerdotes que piensan que pueden hacer y deshacer en su parroquia sin escuchar a los fieles, sin escuchar a sus colegas sacerdotes, sin escuchar a su obispo y sin escuchar, creo que esto es más grave, a Dios en la oración.
 
Agradezcamos a Jesús, a Dios, su infinita paciencia, cambiando nuestras vidas, nuestra manera de hacer las cosas, de ejercer nuestros poderes. Recordemos que no los tuviéramos si no nos los concede Dios, fue lo que Jesús le dice a Poncio Pilato, y nos lo repite a nosotros. Seria una muy buena oportunidad para reconocer que hemos desobedecido a Dios, y lo hemos puesto como justificación a veces de nuestras faltas, ya basta que otros paguen por los errores de unos cuantos poderos, ya basta de guerras que nada tienen que ver con los que las padecen, ya basta de matar a causa de las religiones o en nombre de Dios. Jesús murió ya por causa de todo esto, ¿Cuántos cristos más tienen que morir?
 
 
¡Alabado sea Jesucristo!
 
Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.