lunes, 3 de noviembre de 2014

Homilía del Domingo de la Conmemoración de los Fieles Difuntos.

De la primera carta del apóstol san Juan; 3, 14-16.

Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos. Quien no ama permanece en la muerte. Quien odia a su hermano es homicida, y saben que ningún homicida posee la vida eterna.

Hemos conocido lo que es el amor en aquel que dio la vida por nosotros. Por eso, también nosotros debemos dar la vida por los hermanos.

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Quien no ama esta muerto.

Hola hermanos y hermanas, Paz y bien.

Hoy a coincidido la Conmemoración de los fieles difuntos con el domingo 31º del tiempo ordinario. Fijemos nuestra atención en este estracto de la primera carta del apóstol san Juan que nos habla de la muerte no en un sentido físico, sino espiritual.

Todas las lecturas nos daban luces para reflexionar sobre las diferentes muertes por las que nosotros pasamos. Pero en esta lectura san Juan refiere un tipo de muerte que a veces no le ponemos importancia. Cuando una persona no ama y odia es como si no viviera, pues su odio o rencor no le deja ser feliz, incluso cuando odiamos a alguien los únicos afectados en una proporción total somos nosotros mismos. Y es que cuando experimentamos un sentimiento de odio, de rencor, es como si inyectáramos a nuestro corazón y nuestra alma dosis muy fuertes de veneno, un veneno que poco a poco va acabando con lo más preciado que tenemos los seres humanos, que es amar y ser amado.

Dice san Juan además que la medida o la prueba del amor la ha dado el Señor Jesús, que al morir en cruz a muerto por amor a nosotros, y que cada vez que vemos la cruz debe hacernos caer en la cuenta en el amor que nos tiene y nos tendrá siempre Dios. Quien odia es un homicida, dice san Juan, esta expresión es muy fuerte como fuerte es la experiencia de odiar, y es cierto, pues cuando odiamos a alguien lo matamos, lo anulamos, no nos interesa para nada. No solo matamos de una forma física sino también de este modo, odiando a los demás. Y aunque las personas que odian siguen viviendo como si no pasará nada, no viven felices, no son plenas, siempre les falta algo y me atrevo a decir que no solo cometen homicidio, como dice san Juan, sino que también suicidio, es decir, se matan a si mismas.

Queridos hermanos y hermanas, no pensemos que nuestros hermanos que han muerto y que están en la presencia de Dios están muertos espiritualmente, porque no es así, no seamos ilusos, pues ellos están más vivos que nosotros. Nosotros a veces estamos más muertos que ellos pues por medio del odio estamos  como muertos en vida, ellos en cambio gozan de la plenitud de la vida con Cristo el Señor. Amemos de verdad, trabajemos por la justicia y entonces habrá paz en nuestro corazón y en nuestro entorno. Si seguimos viviendo en el odio, en la violencia, en la desconfianza seguro que seguiremos contribuyendo a la cultura de la muerte que impera.


¡Buen Domingo!

Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap

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