domingo, 21 de septiembre de 2014

Homilía del 25º Domingo del Tiempo Ordinario.

De la carta del apóstol san Pablo a los filipenses: 1, 20-24. 27.

Espero y aguardo no desanimarme por nada; al contrario, estoy completamente seguro que ahora como siempre, viva o muera, Cristo será engrandecido en mi persona. Porque para mí la vida es Cristo y morir una ganancia. Pero si mi vida corporal va a producir fruto, no sé qué escoger. Las dos cosas tiran de mí: mi deseo es morir para estar con Cristo, y eso es mucho mejor; pero para ustedes es más necesario que siga viviendo.

Una cosa importa, que su conducta sea digna de la Buena Noticia de Cristo; de modo que, sea que vaya a verlos o que siga ausente, sepa que se mantienen unidos en espíritu y corazón, luchando juntos por la fe en la Buena Noticia.

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No desanimarse por nada.

Que el Señor les de la paz, hermanos y hermanas:

En la vida diaria solemos desanimarnos por el ajetreo de la vida, por el estrés que nos hace sentir la vida en las ciudades. Sin embargo cuando se tiene a Jesús como centro de la vida no podemos desanimarnos, pues el nos anima a servir, a amar con pasión, a entregarnos por amor a los demás, es lo que experimenta Pablo y nos lo transmite en esta segunda lectura del domingo.

Cuando una persona esta consciente de que Dios hace maravillas en él, Dios es glorificado en esa persona, es lo que experimento María la madre de Jesús y nuestra madre. Ella dice cuando visita a su prima Isabel que el Poderoso hace grandes cosas por ella, por eso hace en realidad cosas grandes. Cuando uno se reconoce como instrumento de Dios Él lo toma y hace grandes cosas y no nos queda que reconocer que hace grandes cosas a través de nosotros, pero si no lo reconocemos nos volvemos soberbios, arrogantes, altaneros.

Pero llega un momento en la vida como si Dios no nos utilizará porque no hacemos las cosas como antes, por las mismas limitaciones físicas, y es entonces cuando no hay que desanimarse, pues Jesús nos usa para otras cosas, como por ejemplo transmitir la sabiduría a las nuevas generaciones. A veces los adultos mayores tienen miedo de transmitir su sabiduría porque los jóvenes, sus nietos, dicen que están chocheando. Pero no deben desanimarse y atreverse, lanzarse, tener el valor de transmitir con confianza los valores de vida a las nuevas generaciones.

Al contrario de san Pablo a muchos de nosotros nos da miedo la muerte, por la misma razón que nos desanimamos, porque no tenemos a Cristo como nuestro libertador de la muerte. Y es que Jesús vino al mundo para librarnos de la muerte merecida por nuestros pecados, pero si él la venció pues no tenemos que tener miedo a morir, solo así podremos decir como san Pablo que "la vida es Cristo y la muerte una ganancia". 

Si queridos hermanos no debemos de tener miedo de morir, pues si estamos en su camino estaremos con Él, aunque no debemos de pedir por eso, pues mientras duramos en este mundo debemos trabajar por Él. Además esta devoción a la "santa muerte" que ha crecido en muchos ambientes del norte de nuestro país no tiene sentido, si Cristo murió y nos ganó la vida aún después de morir nosotros tendremos vidas con Él. Es una devoción ilógica y que la tienen muchos hermanos y hermanas por ignorancia. 

¡Buen domingo!

Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.


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