sábado, 6 de septiembre de 2014

Homilia del 23º Domingo del Tiepo Ordinario.

De la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 13, 8-10.

Que la única deuda que tengan con los demás sea la del amor mutuo. Porque el que ama al prójimo ya cumplió toda la ley. De hecho, los mandamientos: no cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no codiciarás, y cualquier otro precepto, se resumen en éste: Amarás al prójimo como a ti mismo. Quien ama no hace mal al prójimo, por eso el amor es el cumplimiento pleno de la ley.
 

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DEUDAS DE AMOR.
 
Que el Señor les de su paz, hermanos y hermanas.
 
De nuevo les saludo esperando que se encuentren de lo mejor. Hoy quiero hablarles de las deudas de amor que tenemos con hermanos y hermanas que se han portado muy bien con nosotros, aprovechando lo que nos dice san Pablo este domingo 23º del tiempo ordinario.
 
La vida cristiana se resume en amar como Cristo nos amo, amar a los hermanos, a las creaturas que son como reflejo de la gloria de Dios, amarnos a nosotros mismos para amar a los demás. Es común que nos sintamos en deuda con alguien que ha sido muy buena o bueno con nosotros, sin embargo la deuda de amor que tenemos con algunos de los hermanos y hermanas que están a nuestro lado es más grande; por ejemplo con nuestros padres. Todos tenemos una deuda con nuestra madre o nuestro padre, cuantos desvelos pasaron por nosotros, cuanto se sacrificaron por nosotros, cuantas privaciones por darnos lo mejor, todo esto es expresión del amor que tienen por nosotros como hijos. Por eso es triste que terminen sus vidas solos o en un asilo, pues ellos que dieron todo no reciben nuestro amor de la misma manera.
 
Parecido es en las empresas grandes, donde la vida de muchos hermanos y hermanas son gastadas y desgastadas por el bien de los dueños de estas empresas, y al final son relegados, se les paga no muy bien y se descartan porque ya no producen igual. Esta es una deuda de amor. Incluso cuantos hermanos y hermanas en la calle, que duermen en las calles, en las terminales de autobuses o en el metro de nuestras ciudades, y nosotros como que no nos mueve a hacer algo por ellos, incluso damos una moneda a alguno de ellos pero no nos interesamos por ellos, no sabemos como se llaman, la moneda solo sirve para acallar nuestra conciencia. Esta es otra deuda de amor que tiene la sociedad, nosotros particularmente o como comunidad.
 
Cuantos padres y madres que dejan a los hijos, voluntaria o involuntariamente, por el trabajo, porque no quieren responsabilidad, porque no toman conciencia de su rol como padres. Cuantos niños sufriendo de amor, de la deuda de amor de los padres a los hijos. Pero también cuantos padres y madres sufriendo por el hijo que es drogadicto o borracho, el hijo perdido en sus vicios y los padres sufriendo por la deuda de amor de los hijos.
 
Sin duda el sentirnos en deuda con alguien que ha sido bueno es natural, pero también con aquellas personas que nos han dado todo en la vida, e incluso aquellas que nos ha hecho sufrir o que nos han dejado abandonados, o no nos han dado el amor que necesitamos. Queridos hermanos y hermanas, no hagamos mendigar el amor a los que queremos, empecemos a pagar estas deudas de amor pues solo tenemos esta vida para hacerlo, incluso tenemos una gran deuda con Dios y por amor a Él como agradecimiento por su amor, Él nos invita a amar pues así cumplimos la ley, su ley de amor.
 
¡¡Buen domingo y amemos de corazón!! 
 
Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.
 



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