martes, 21 de octubre de 2014

Homilia del 28º Domingo del Tiempo Ordinario

De la carta del apóstol san Pablo a los filipenses: 4, 12-14. 19-20.
Sé lo que es vivir en la pobreza y también en la abundancia. Estoy plenamente acostumbrado a todo, a la saciedad y el ayuno, a la abundancia y la escasez. Todo lo puedo en aquel que me da fuerzas. Con todo, hicieron bien en mostrarse solidarios de mis sufrimientos. Mi Dios, colmará todas sus necesidades según su riqueza y generosidad por medio de Cristo Jesús. Al Dios y Padre nuestro sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
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"TODO LO PUEDO EN AQUEL QUE ME DA FUERZAS"
 
Hermanos y hermanas, ¿Cómo están?, les deseo la paz que viene de Dios.
 
San Pablo nos da un testimonio hoy, él se encuentra encarcelado en Tesalónica y los hermanos de la Iglesia de Filipos le envían una ayuda para su sustento mientras se encuentra en la cárcel, les agradece y constata que esta desprendido de los bienes materiales y tiene bien definido que lo que importa más en la vida son los bienes de Dios, les agradece no solo por el dinero que le mandan, sino por ser generosos y solidarios con él, con lo que sufre en la cárcel. Y por esta generosidad les dice que Dios les pagara todo lo que hacen por él.
 
El mensaje de esta lectura de hoy es que tenemos que ser solidarios en toda circunstancia, a padecer con los que padecen y a tender la mano a quienes nos necesitan. Pero no nos conformemos con dar una moneda, también preguntemos el nombre de la persona a quien ayudamos, pues lo primero que necesita es que le reconozcamos como persona, que reconozcamos la dignidad que posee por el solo hecho de ser persona, además de reconocer a la persona como hijo de Dios, amada por Él. Solo se puede exclamar como san Pablo "todo lo puedo en aquel que me da fuerzas", cuando tenemos el apoyo de alguien, y ese alguien por supuesto que es Dios, pero Dios se hace patente con tu solidaridad concreta, es decir, si eres generoso, si ayudas a los demás, si les reconoces su dignidad estas siendo fuerza para que el que la pasa mal pueda levantarse.
 
Cuanto nos hace falta para ser una civilización del amor, cuanta indiferencia e individualismo podemos constatar, cuanto rechazo de aquellos que no piensan como nosotros, que no sienten como nosotros, que no desean como nosotros, que no prefieren como nosotros, antes de llamarnos cristianos tendríamos que ser plenamente humanos. Un cristiano debe esforzarse por ser verdaderamente humano, de ser solidario, de erradicar de su persona el egoísmo, el materialismo, el utilitarismo, si esto hiciéramos cada uno seria más feliz, más pleno, más humano.
 
El mensaje de san Pablo para nosotros la Iglesia es: "ser solidarios no en razón de nuestro amor propio, sino en razón del amor de Dios que se hizo hombre en Jesús". Dios se hizo solidario, se hizo uno de nosotros para solidarizarse y no solo eso, pago por nosotros la deuda de amor al Padre. Cuantos años hace que Él realizo este solidario gesto, este amor generoso a la humanidad y la humanidad no hemos aprendido a ser humanos de verdad, "a amar como Él nos amo". Cuanta falta nos hacen los testigos de Cristo que aman de verdad, sin esperar nada a cambio, cuanta falta le hacen a Él hombres y mujeres valerosos que sean solidarios, que demuestren el amor de Dios. Tu y yo somos esos hombres y mujeres, ¡testimoniemos este amor solidario!
 
Muchos hermanos y hermanas andan mendigando amor en el mundo, y nosotros que hemos conocido el amor de Dios, tenemos el caro deber de testimoniar el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu que sigue hoy, más que nunca, vigente y tan urgente de que sea conocido y reconocido. No tengamos miedo de ser solidarios, de demostrar el amor, no solo digamos que estamos "bendecidos" cuando nos preguntan como estamos, sino que bendigamos a todos sin distinción, anunciemos que Dios "se hizo pobre con el pobre, se hizo rico con el rico, se hizo todo a todo para ganarlos a todos".
 
¡Feliz domingo!
 
Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.
 
 


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