El pueblo permanecía allí y miraba. Sus jefes, burlándose, decían: "Ha salvado a otros: ¡que se salve a sí mismo, si es el Mesías de Dios, el Elegido!".
le decían: "Si eres el rey de los judíos, ¡sálvate a ti mismo!".
Sobre su cabeza había una inscripción: "Este es el rey de los judíos".
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: "¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros".
Pero el otro lo increpaba, diciéndole: "¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que él?
Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero él no ha hecho nada malo".
Y decía: "Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino".
El le respondió: "Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso".
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¡Viva Cristo Rey!
¡Viva Cristo Rey! Era el grito de
muchos hermanos nuestros en los tiempos oscuros de la represión en México, por
parte del Gobierno a la Iglesia Católica. Sin embargo me pregunto, si estos
hermanos y tantos católicos de ese tiempo y de nuestros tiempos, conocemos
realmente a Cristo Rey.
Hoy celebramos esta fiesta de
“Jesucristo Rey del Universo”, que es propuesta por la liturgia de la Iglesia,
sin embargo creo que hace mucha falta conocer a Cristo Rey, pues cuando
escuchamos este titulo de Jesús, el cual no quería ningún titulo, pensamos en Él
con cetro y corona flamante, con ropas elegantes, incluso los grades pintores
lo pintan así como lo imaginamos. Pero lo cierto es que Jesús, como lo
escuchamos en este Evangelio (Jn 18, 33-37) del día de hoy, no tiene un reino
como los de este mundo, no es un reino de opresión, de soldados, de
implantación de la justicia por la violencia, de apoyar a los pobres y
desprotegidos con enfrentamientos armados. El reino de Jesús es un reino de
amor, de solidaridad con el pecador, de amor hacia los desdichados, de ayuda a
los que menos tienen, sí, pero también de levantar la dignidad de esta gente y
a que ganen este Reino de Dios con el sudor de la frente, en fin, Jesús ofrece
este Reino a todos por igual; y solo se lleva a cabo, como dice Orígenes,
“cuando nos damos cuanta que el Reino de Dios esta en nosotros (pues es Cristo
mismo) y que solo debemos hacer que fructifique en el mundo y en los hermanos”.
Pero veamos algunas características
del reinado de Cristo, Él dice “que su
reino no es de este mundo”, entonces, ¿Cómo es el Reino de Jesús?, esta
mañana me puse a reflexionar sobre esto
recorrí la vida de
Jesús y salió lo que sigue:
ü Reina en un
pobre pesebre, donde comen los animales en el establo.
ü Reina
exiliado en Egipto, más aún, deja su cielo para hacerse como nosotros.
ü Reina
perseguido por Herodes.
ü Reina
escondido en Nazaret, una aldea perdida en el basto Imperio Romano.
ü Reina en el
templo con los doctores, que admirados dice “de donde saca tanta sabiduría”.
ü Reina
sometido a la historia, a sus padres José y María, a costumbres propias.
ü Reina
ayudando, solidarizándose con unos novios que se casaban.
ü Reina entre
lisiados, pobres, pecadores, ciegos, cojos y endemoniados.
ü Reina dando
vida nueva a los muertos.
ü Reina
amando al que no es amado.
ü Reina
teniendo paciencia a sus apóstoles, los cuales eran cabezas duras.
ü Reina
condenado por los poderosos de su tiempo, porque no aguantan el Reino de Jesús
comparado con el suyo.
ü Reina
clavado en una cruz, coronado de espinas, renunciando a todo poder humano, pero
tiene el poder que solo Dios tiene, el de la humildad, el del amor, “da su vida
por los amigos”.
ü Reina
victima de nuestra violencia e ingratitud, y sigue contestando con amor: “Padre
perdónalos, porque no saben lo que hacen”.
ü Reina por
fin glorioso y vivo, y quiere que todos reinemos con Él en el amor, que es la
base de su reino, el amor que no es solo sentimiento sino también decisión, y
más, siempre más.
Queridos hermanos y hermanas, los
invito a reflexionar en que Jesús creemos; en Cristo Rey, con corona
majestuosa; o en Jesús coronado de espinas, que comparte nuestro sufrimiento
para que gocemos con Él. Muchos de nuestros hermanos “Cristeros”, como
malamente los llamaban, no supieron muchas veces por cual Jesús peleaban, nosotros
que ahora vivimos en paz y podemos, en cierta manera, expresar y dar razón de
nuestra fe, podemos y debemos, como cristianos, conocer más a Jesús,
profundizar en su vida.
La Iglesia es desde siempre, como lo
mencionan los documentos del Concilio Vaticano II, signo, “sacramento del Reino
de Dios”, “sacramento de salvación”. Por eso, aunque no apoyó abiertamente la
lucha armada en México, si estuvo con los que defendían la fe, pues en sus
normas también se contempla la “legítima defensa”. Y podrá alguien decir: ¿entonces
la Iglesia no sigue a Jesucristo Príncipe de la Paz?, y yo diría, claro que lo
sigue, sin embargo como no es “el Reino de Dios”, ni una “sociedad perfecta”,
como se pensaba antes del citado concilio; es apenas signo de este Reino de
Dios, a veces puede parecer que su estructura es como los reinos de este mundo,
lo cual es cierto, pero también es cierto que en su conjunto, la Iglesia que
somos todos los bautizados, y no solo la jerarquía, da testimonio del Reino de
Dios en el mundo, las noticias malas y sensacionalistas siempre salen, pero las
buenas obras de un cristiano, de un buen religioso, de un excelente sacerdote
nunca sale.
Creo, estoy convencido, que debemos
de recuperar este reinado de Cristo. Recuperar como bautizados la triple dimensión
de la pertenencia a Jesús: Sacerdote, Rey y Profeta. Pues a veces no sabemos
que por nuestra consagración bautismal somos sacerdotes cuando nos ofrecemos
como Jesús a Dios en los demás, que somos reyes precisamente cuando damos
frutos del Reino de Dios y somos profetas cuando anunciamos la buena noticia
(Evangelio) y denunciamos las malas. Sobre este respecto, no se ustedes,
siempre me he preguntado por qué no tenemos una fiesta de Cristo Profeta, y
siempre caigo en la cuenta, que porque es muy difícil ser profeta, porque no
queremos terminar como los profetas del Antiguo Testamento, o degollado como
Juan el Bautista, o como el propio Jesús que aún siendo pacífico y enérgico en
su profetismo tuvo que pagar el precio.
Jesús y los seguidores de Jesús, los
que nos llamamos sus seguidores, tenemos que reflexionar siempre cual es el
Reino que queremos para nuestro mundo. El mundo esta cansado de los reinos de
este mundo, lo vemos, las personas no creen en los políticos, en las
instituciones, en la Iglesia, pues los domingos algunos templos se quedan solos,
y no se diga entre semana. Y esto es porque a veces no hemos comprendido cual
es el reinado de Cristo, no estamos en la misma sintonía de la gente sencilla
que muchas veces sabe más y nos enseña más de la fe, que nosotros que estamos
metidos en libros para aprender una fe teórica, fría. Creo que la fe en Jesús
debe complementarse entre el pueblo sencillo y el pueblo de los
teólogos-religiosos-clérigos, para que juntos podamos dar buen signo del Reino
de Jesús, “reino de amor, reino de justicia, reino de paz y gozo en el Espíritu
Santo”.
Sigamos reinando como Cristo, en lo
que nos toca, en lo escondido, en la fidelidad, en el amor a los hermanos,
aunque cueste hasta el alma y la propia vida a veces. Sigamos reinando a la
manera de Cristo, y desde esta vida tendremos “la corona que no se marchita” y
más aún cuando estemos en el Reino de los Cielos.
Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.