viernes, 8 de marzo de 2013

Reflexión del IV Domingo de Cuaresma.

Lc 15, 1-3. 11-32.

Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: "Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos". Jesús les dijo entonces esta parábola: 


Jesús dijo también: "Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte de herencia que me corresponde". Y el padre les repartió sus bienes. Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa. Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones. Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. Él hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. Entonces recapacitó y dijo: "¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre! Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros". Entonces partió y volvió a la casa de su padre.

Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó. El joven le dijo: "Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo". Pero el padre dijo a sus servidores: "Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado". Y comenzó la fiesta.

El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza. Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó qué significaba eso. Él le respondió: "Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo". Él se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, pero él le respondió: "Hace tantos años que te sirvo, sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!". Pero el padre le dijo: "Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado"


"Padre he pecado contra el Cielo y contra ti"

Cuando leemos este pasaje de la Escritura nos emocionamos con el, sin embargo a veces por simple distracción pasamos por alto algunas cuestiones valiosas del texto, veamos.

En este pasaje hay que notar tres actitudes, puesto que son tres personajes principales: una es la del hijo menor, otra la del hijo mayor y la más importante para mi es la del Padre. El hijo menor tiene una actitud que caracteriza a los adolescentes, es decir, quiere lo que le toca, exige, critica, despilfarra lo que no es suyo. El hijo mayor tiene la actitud del hijo obediente, sumiso, responsable, que no esta a gusto con las actitudes de su papa. Y la del padre es la actidud de un Padre que da todo a los hijos, que los ama entrañablemente, que los ama tanto que esconde sus errores, que les da todo a manos llenas, casi como un papa alcahuete.

De alguna forma, queridos hermanos y hermanas, a lo largo de la vida vamos jugando el rol de  todos estos personajes, pasamos todos por estas etapas de la vida, en un tiempo somos hijos menores, después mayores y por último padres. Y es seguro que después de que pasamos de una etapa a otra comprendemos lo que no comprendíamos lo que no entendíamos en la anterior, es decir, solo comprendemos al padre cuando nosotros nos hacemos padre, solo comprendemos al hermano menor cuando somos el mayor. Hoy en día es difícil ser padres, es muy complicado, pues los padres, ahora, no son los únicos formadores de sus hijos, lo son también los medios de comunicación, las opiniones de los maestros, de la opinión pública, la opinión de los compañeros que están igual o peor que los hijos.

También es difícil ser papa, pues nadie enseño a nadie a serlo. Sin embargo en este pasaje, Jesús nos enseña como ser padres, como ser hijos y como enfrentar las rivalidades entre hermanos. Primero, si uno como papa es alcahuete, como parece serlo el padre de la Escritura, tiene que estar consiente de los efectos de serlo, es decir, que el padre que ama entrañablemente al hijo que tapa sus errores, tiene que estar consciente del efecto y de las consecuencias de su actitud. No es malo ser alcahuete con los hijos, sin embargo hay consecuencias que hay que tomar en cuenta. El padre del Evangelio tiene un amor inmenso por sus hijos, que les da todo, sin embargo cuando digo todo, no me refiero a lo material, es decir, como los padres de hoy que piensan que dándoles a los hijos todo lo material ya se pueden realizar. No queridos hermanos y hermanas, lo más importante que el "padre misericordioso" da a su hijo es amor, una amor incondicional, un amor que acepta todo, un amor que es abarcante no solo al primer hijo, o al que quiero más, sino a todos.

Hoy hermanos estamos invitados por Jesús a hacer un examen de como fuimos o somos hijos, como somos hermanos, y como somos padre, si lo somos. La mayoría de los males que nos aquejan hoy son por que no hemos sabido como ser hijos, como ser hermanos y como ser padres. Pero la base de la vida no es saber o no, sino amar, pero también tenemos que aprender a amar al estilo de Jesús, pues amamos como el mundo dice, como los papas dicen, como los amigos dicen, pero no amamos como Jesús dice. Cuando Jesús nos dice que nos da un mandamiento nuevo resumía esta parábola de modo magistral: "les doy un mandamiento nuevo, amense los unos a los otros COMO YO LOS HE AMADO". El ejemplo, la medida del amor, es Jesús, nuestro problema es que no amamos como Jesús. 

En esta parábola  la actitud más importante es la del padre, pues es la del "padre misericordioso". Un amor de padre y madre. Por eso en esta pintura de Rembrandt que pongo al inicio, el padre tiene una mano de hombre y otro de mujer, una mano tosca y otra delicada, es así como es el amor del padre, en el cabe como dice Leonardo Bof, "la ternura y el vigor". Pero cada uno dirá, pero como que tengo que amar como Dios, si no soy dios, nunca vamos a ser igual que Dios en ningún sentido o bajo ningún aspecto, pero como dice el mismo Jesús, la tarea se cumple en la medida que cada uno se esfuerza por ser verdaderamente seguidor suyo, no seremos igual a Dios en el amor, pero si podemos ser semejantes, a su imagen, pues así fuimos creados.

nos hace falta hermanos creer más, confiar más en Dios, tener los ojos puestos en Jesús, en Dios como padre amoroso, aveces nuestros ojos están puestos en nosotros mismos y no vemos a Dios, tenemos los ojos puestos en mis problemas y no en Dios que puede resolverlos, y cuando la regamos feo, como dicen los chavos, hay que ir con suma humildad y decirle a Dios: "Padre he pecado contra el cielo y contra ti..." y Dios entonces hará fiesta por nuestra vuelta. Hoy en el mundo hay muchos hijos perdidos, y aveces es por el testimonio de los hijos mayores, o los que se dicen mayores. Jesús nos enseña en esta parábola  que todos debemos de ser humildes al reconocer lo que somos y las faltas que cada uno tenemos, para poder salir de la mediocridad, tenemos que ser autocríticos y críticos de tanta información que recibimos, pues es facil en este tiempo perder lo más importante en el mundo, "EL AMOR DE DIOS" y si perdemos el amor, entonces nos volvemos unos hijos como el menor o como el mayor.

¡¡¡Animo hermanos, tenemos que ser misericordiosos como nuestro padre es misericordiosos!!! Para que digamos como el Salmista: "cantaré eternamente las misericordias del Señor", y este verbo "cantaré" solo puede ser realizado en nuestras vidas.

Fray Juan Gerardo  Morga, OFMCap.

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