Cuando estaba por cumplirse el tiempo de salir de este mundo,
Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén y envió mensajeros delante de
él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaría para prepararle
alojamiento. Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén. Cuando sus
discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: "Señor, ¿quieres que
mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?". Pero él se dio
vuelta y los reprendió. Y se fueron a otro pueblo.
Mientras iban caminando, alguien le dijo a Jesús: "¡Te
seguiré adonde vayas!". Jesús le respondió: "Los zorros tienen sus
cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde
reclinar la cabeza".
Y dijo a otro: "Sígueme". Él respondió: "Permíteme
que vaya primero a enterrar a mi padre". Pero Jesús le respondió:
"Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino
de Dios".
Otro le dijo: "Te seguiré,
Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos". Jesús le respondió:
"El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el
Reino de Dios".
La vocación,
iniciativa de Dios.
Hola hermanos y hermanas, paz y bien.
Hoy las lecturas, no solo el Evangelio, tienen como tema
principal la vocación. Vocación viene de la palabra latina vocare que significa llamar o
evocar. Pero esta llamada de Dios no empieza del hombre o la mujer, es
decir, uno no puede decir que quiere seguir a Jesús, que quiere estar con Dios,
sino es llamado por Él a seguirlo o ha estar con Él.
He sido promotor vocacional varias veces y he notado en
mi poca experiencia que hay diferentes tipos de llamados, unos vienen a estar
con Jesús para refugiarse o para esconderse de algo o de alguien, otros vienen
con una recta intención pero no comprenden, a lo largo de la formación, que son
llamados por Dios de manera libre, y de manera libre están llamados a responder
con generosidad y sin mirar atrás. Sin duda es un gran misterio la vocación,
pues en la medida que se va avanzando, siguiendo al Maestro, se va uno dando
cuenta para que lo ha llamado a su lado.
Hay varios tipos de personas con vocación-llamada, una es
la de los que piensan que ellos son los que siguen a Jesús por su propia
iniciativa. Pero no es uno el que toma la iniciativa, vemos en la primera
lectura que es Dios quien dice a Elías que escoja a Eliseo para que sea su
servidor, es decir, Dios es el que toma la iniciativa llamando, eligiendo,
escogiendo al que Él quiere, por eso cuando vemos a algún joven le interrogamos
diciéndole: “¿te has preguntado si tienes vocación?”, es decir, “¿te has dado
cuenta que Dios tal vez te esta llamando? Pues el seguimiento de Jesús inicia
con una llamada suya, por eso dice Jesús al que le dijo, “Te seguiré a donde
quiera que vayas”, oye no puedo ofrecerte algo, ¿serás capaz de pasar por lo
que yo paso? (aquí estaba contenido el desprecio, las maledicencias y la cruz).
Otros son invitados por Jesús de una forma sincera, pero
ellos no quieren responder con prontitud, son aquellos que son llamados pero
los quehaceres de la vida, la responsabilidad de los padres u otra cosa no les
permite hacer la opción o la respuesta por Jesús. Sin embargo Dios respeta la
decisión, pues nos habla en libertad. De esto habla la segunda lectura de
Pablo, de que la vocación, es decir el llamado, nuestra vocación es la
libertad; Dios nos llama y nosotros tenemos toda la libertad de responderle de
forma positiva o negativa, o decirle que después, sin embargo el mismo Pablo,
habla de que esta libertad no se vuelva egoísmo, es decir, que si Dios nos
llama a seguirle es porque ve en nosotros potencialidades y si no le
respondemos afirmativamente queremos tener este potencial, que nos lo ha dado
Él, solo para nosotros de una forma egoísta. He visto a tantos hermanos que
tienen una vocación-llamado, y reúsan responderle con un “si” sostenido a Dios
por su egoísmo, porque solo piensan en si mismos.
Hay un tercer tipo de llamados, los que responden con
sinceridad al Señor, pero después de un tiempo empiezan a añorar lo que dejaron
por amor a Jesús, es decir, empiezan a pensar que hubiera sido si se hubiesen
casado, si habrían tenido hijos, si no hubieran dejado a sus padres; como dice
Jesús en el Evangelio, estos son los que ponen las manos en el arado pero
voltean hacia atrás. No es malo pensar o tener esta tentación, una vez que se
ha respondido a Jesús afirmativamente, pues aún después de que le hemos dicho
que si, tenemos libertad, pero si le hemos dicho que si libremente, pues
libremente cumplamos, no por obligación sino por amor.
Queridos hermanos y hermanas, todos como bautizados somos
llamados a seguir a Jesús (en cualquier estado de vida: matrimonio, soltería o vida consagrada), Él nos invita a participar de su vida, de su misma
vida divina, nos llama a vivir en el amor y ha dar amor, pero el amor, como la
llamada, no se puede dar sin libertad. Esta es la primera vocación-llamado de Dios
a los seres humanos, a que sean realmente libres, y se es libre, siendo pobre.
Más adelante en este mismo Evangelio de San Lucas, Jesús exhorta a los que lo
siguen como discípulos a no dejarse llevar por los bienes materiales, pues
apropiarse de cosas, de personas, de lugares, de situaciones, nos hace
esclavos, en cambio cuando soltamos todas estas cosas somos libres, es decir,
pobres. La pobreza de Jesús como la de los que Él llama, no se reduce a una
pobreza material, es una pobreza material pero también una pobreza espiritual.
Todos los cristianos, y más especialmente a los que nos
ha llamado a una misión específica de estar con Él y extender su Reino, estamos
llamados a seguirlo por el camino de la pobreza, que nos lleva a la libertad;
con sinceridad, no huyendo a algo; y con fidelidad, sin ver hacia atrás. Que en
nuestro camino de seguimiento de Jesús siempre haya estas características, para
llamarnos sus seguidores, consientes de su llamado-vocación.
¡Animo hermanos y hermanas a seguirlo con generosidad y
entusiasmo!
Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.