sábado, 22 de junio de 2013

Reflexión del 12° Domingo del Tiempo Ordinario.

Lucas 9, 18-24.

Un día que estaba Jesús orando a solas, sus discípulos se le acercaron. Jesús les preguntó:
-          ¿Quién dice la gente que soy yo?
Respondieron:
-          Según unos, Juan Bautista; según otros, Elías; según otros, uno de los antiguos profetas, que ha resucitado.
Él les dijo:
-          Y según ustedes ¿Quién soy yo?
Pedro respondió:
-          El Mesías de Dios.
Pero Jesús le ordenó terminantemente que no hablara de esto con nadie.
Luego les dijo que el Hijo del hombre tenía que sufrir mucho, que sería rechazado por los ancianos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley; que lo matarían y que al tercer día resucitaría.
Entonces se puso a decir a todo el pueblo:
-          El que quiera venir en pos de mi, renuncie a si mismo, que cargue con su cruz de cada día y me siga. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi, ese la salvará.

El camino, Jesús.

Hola hermanos y hermanas, paz y bien.

Jesús dice que “Él es el camino, la verdad y la vida”, sin embargo nos hemos acostumbrado de que el cristianismo sea una doctrina, a veces fría o teórica, y no como lo es en realidad, un camino por donde avanzamos hacia Dios. Y como todo camino tiene que haber unos pasos que seguir, y como es camino, necesitamos estar siempre en movimiento. De tal forma que el cristiano que esta estancado, detenido, acomodado, no es un genuino o auténtico seguidor de Cristo. Pero veamos los pasos que, nos sugiere este Evangelio, hay que seguir para ser un auténtico cristiano (seguidor de Cristo).

EL PRIMER PASO ES CONOCER A JESÚS. Imaginemos que no conocemos el nombre, lo que le gusta o lo que le apasiona en la vida, de la persona que amamos, de la novia o novio, del esposo o esposa. A poco no les ha pasado que se quedan apenados porque no saben lo esencial de la persona amada, y es que sino sabemos esto no amamos de verdad, pues nadie ama lo que no conoce. Así pasa con Jesús, antes de decir que lo amamos debemos conocerlo, aunque no hay que apresurarse o frustrarse porque no lo conocemos suficiente, pues al igual que con las personas, a Jesús lo vamos conociendo en la medida que nos relacionamos con Él, pues también es una persona.

Nuestro proceso de conocimiento de algo o alguien, siempre empieza por lo que dice los demás que es aquello o aquella persona. Pero en realidad lo que cuenta es lo que tu descubras que es aquello o aquella persona, es decir, si queremos conocer de verdad a Cristo, hay que relacionarnos con Él, convivir con Él, encontrarnos con Él en los hermanos, descubrirlo en todo lo que ha creado junto son su Padre y el Espíritu de Amor. La fe, nuestra fe en Jesús, debe de estar anclada en nuestra experiencia personal con Él y no en lo que los demás dicen que es. No somos cristianos-católicos porque lo fueron nuestros mayores, sino porque nos hemos encontrado con Jesús vivo, con Dios en persona.

EL SEGUNDO PASO ES LA REVELACIÓN DE JESÚS. Pero pensamos que conocer a Dios es conocer lo que dicen los libros o catecismos solamente, sin embargo como dijimos, conocer a Dios, conocer a Jesús es relacionarse con una persona.  En esta relación Jesús viene a nuestro encuentro, a veces pensamos que nosotros empezamos este proceso de seguimiento de Jesús y no, Jesús es el que se hace encontradizo, es quien nos encuentra para que lo sigamos.

Jesús se revela como un hombre que sufre desprecios, malentendidos y hasta la muerte en cruz, la muerte de un ladrón sin serlo. Con esto nos quiere decir, que seguirlo no significa que el camino siempre va a ser fácil, es decir, no siempre va a ser fácil ser cristiano o su discípulo, pero sin duda que si caminamos por esta senda, seguro que llegaremos a Dios. No podemos caminar, decía el Papa Francisco en su primera misa, sin Cristo, pues caminamos mucho si, pero sin sentido. Debemos caminar con Él, caminar con los problemas de la vida, con los dolores y sufrimientos de la vida presente, pues después vendrá la recompensa. El camino del cristiano no es un camino de triunfos humanos, pareciera que a los ojos de los hombres el cristiano es un fracasado, masoquista o sumiso, pero no, seguimos a Cristo que paso por esto no por que le gustara, sino porque era necesario para vencer el fracaso en el cayo la humanidad, con el fracaso de un solo hombre. Además, hermanos y hermanas, no vamos solos, pues cuando seguimos el camino de Jesús vamos acompañados por Él.

EL TERCER PASO ES LA INVITACIÓN DE JESÚS A SEGUIRLO. Jesús después de revelar lo que es y lo que vino a realizar a este mundo, invita a que lo sigan, y  que lo sigan por el mismo camino de la cruz, cada uno vive un viacrucis en la vida, consciente o  inconscientemente el ser humano sufre, solo que hay diferencia, no es igual sufrir sin Dios, que sufrir con, por y en Dios. Cuando un enfermo sufre sin Dios, es quejumbroso, se siente mártir, quiere que lo atiendan con lastima, vive aun en su egoísmo, el cambio el enfermo que sufre con Dios, por Dios y en su nombre, es una persona alegre, se siente amado o amada, es independiente en la medida de lo posible, incluso da ánimos a los sanos a que vivan su vida con sentido.

Así también pasa con los que decimos que seguimos a Jesús. Nos encontramos con hermanos tan negativos o tan positivos que parece que no es posible seguir a Jesús. Cuando nos encontramos con Jesús, cuando nos encontramos con su amor seguro que queremos seguirlo y anunciarlo con un equilibrio realista, es decir, no podemos seguir a Jesús con una actitud tan negativa, pero tampoco con una actitud excesivamente positiva que nos haga fantasear, idealizar nuestro seguimiento a veces es decepcionante. Hay que tener una gran pasión al seguir a Jesús, pero no hay que ser ilusos, pues siempre hay retos en el camino.

Hay muchos hermanos que piensan que ellos escogieron seguir a Jesús, pero no queridos hermanos y hermanas, es Jesús siempre quien invita, quien llama, si nos quedamos con la idea de que nosotros decidimos seguir a Jesús somos infelices por el camino, nos desesperamos, se nos acaba la ilusión y la pasión de seguirlo. Y como Él es el que nos llama, los hermanos con quienes nos toca vivir no los escogimos nosotros, es “el Señor que nos da hermanos”, esto es lo que decía san Francisco. Solo con esta certeza y esta conciencia podemos sobre llevar los obstáculos en el camino del seguimiento de Cristo, pues es fascinante seguirlo.

Solo salvaremos la vida si seguimos a Jesús, pues quien sigue a Jesús es salvado por su amor y por haber transitado por su camino, que es su propia vida.

¡No tengamos miedo de seguirlo por el camino de la cruz, pues después de la cruz esta la luz!


Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.

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