domingo, 2 de junio de 2013

Reflexión del 9no. Domingo del Tiempo Ordinario.

Sana al criado de un oficial romano. Lucas 7, 1-10.


Cuando Jesús terminó de hablar al pueblo, entro en Cafarnaúm. Había allí un oficial romano, que tenía a un criado a quien quería mucho, y estaba muy enfermo, apunto de morir. Oyó hablar de Jesús, y envió unos ancianos judíos para rogarle que viniera a sanar a su criado. Los enviados, acercándose a Jesús, le suplicaban con insistencia.

- Merece que se lo concedas, porque ama a nuestro pueblo y ha sido él quien nos ha edificado la sinagoga.

Jesús los acompañó. Estaban ya cerca de la casa cuando el oficial romano envió unos amigos para que le dijeran:

- Señor no te molestes en venir. Yo no soy digno de que entres en mi casa, por eso no me he atrevido a presentarme personalmente a ti; pero basta una palabra tuya, para que mi criado quede sano. Porque yo, que no soy más que un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y si digo a uno de ellos: “ve”, él va; y a otro: “ven”, él viene; y a mi criado: “Haz esto”, él lo hace.

Al oír esto Jesús, quedo admirado y, dirigiéndose a la gente que lo seguía, dijo:

- Les digo que ni en Israel he encontrado una fe tan grande.

Y cuando regresaron a casa, los enviados encontraron sano al criado.

“…una fe tan grande.”

Hola hermanos y hermanas, paz y bien.

El evangelio este domingo nos habla de la fe. La fe que es una virtud teologal, es decir, nos es dada por Dios por medio del bautismo, junto con la esperanza y la caridad. Nosotros usamos en el lenguaje ordinario: “creo que si”, refiriéndonos a una posibilidad, no a una certeza. Es como decir, “tal vez si o tal vez no”.

Pero la fe, es más que una posibilidad. Es la absoluta certeza en alguien o en algo. En nuestra vida ordinaria necesitamos fe para todo, por ejemplo para emprender algo nuevo, necesitamos fe en nosotros mismos, en las personas, en los acontecimientos para poder lograrlo. Sin fe no podemos hacer nada, cuando una persona dice: “no puedo”, no va a poder por más que trate, pues la fe también es una actitud y un estado mental de la persona y cuando esta es negativa, no puede realizar lo que se ha propuesto por no creer que puede hacerlo.

También nos pasa esto con las personas que nos rodean. Nunca hay que influir negativamente en los niños, en los jóvenes, cuando quieren emprender algo nuevo, diciéndoles que no van a poder, porque cuando sean adultos, serán personas inseguras, que no confían en si mismos, o personas negativas o faltas de autoestima. Al contrario, siempre hay que animarlos a que hagan cosas nuevas, que se aventuren y se lancen a realizar sus sueños, pues esto ayudará a que sean personas maduras, seguras de si mismas. Muchas personas viven hoy como un animal agazapado que tiene miedo de todo, como estancados en su vida por que no tienen el coraje y el arrojo de hacer algo nuevo por los demás y a la vez por si mismo, y esto por que les falta fe en si mismos o en los demás. No faltan, hermanos y hermanas, en los grupos de nuestra parroquias con actitud negativa y sin ganas de luchar o seguir, que siempre que se quiere emprender algo nuevo dicen: "es que no se va a poder", "no es posible".

Pero si esto de no tener fe en nosotros o en los demás es grave, no creerle a Dios o no creer en Dios es como estar muerto en vida. Hay muchos que dicen no creer en Dios, o si creen en Dios pero no en la Iglesia, o tienen una fe natural, es decir, creen en un ser que lo ha creado todo, un ser trascendente, absoluto, etc. Sin embargo todos los seres humanos tenemos que creer en algo o en alguien, pues sino no podemos subsistir. Necesitamos creer, para estar seguros, necesitamos tener puesta nuestra confianza en algo o alguien para poder vivir, por desgracia el ser humano moderno hace dioses de todo, del dinero, del placer, las posesiones, el poder, el ser importante. Pero estos son dioses vacíos, que no llenan por más que uno confíe en ellos; en cambio Dios, Jesús, el Espíritu de Amor es un Dios que llena por entero en la sencillez, en la humildad, en el amor a los demás, y entonces nos sentimos plenos, llenos.

Si hermanos y hermanas no nos engañemos pensando que en los dioses que hacemos encontramos la felicidad, la plenitud, la paz, solo en Dios que se da sin esperar nada a cambio es donde encontramos nuestra paz, nuestra felicidad, nuestra plenitud. Pero necesitamos creer en Él para que posamos realizar el amor en medio de este mundo que no quiere amar, que no quiere amor, y que no reconoce a Dios como el Único Bien que puede llenarnos, esto es, vivir la fe amando y dejándose amar con la esperanza de un nuevo cielo, algo así como dice el oficial romano del Evangelio, solo necesitamos “una palabra de Jesús”, y entonces nosotros y todos los hombres quedarán sanos del egoísmo, del materialismo, del poder, del placer desmedido, de la explotación esclavizante.

Pidamos en nuestra oración en este domingo que Dios aumente nuestra fe, primero en Él, que es la fuente, y después en nosotros, en los hermanos y en todas las cosas que vamos realizando en el camino de la vida. No tengamos miedo de creer, de confiar, de adherirnos a Dios, pues aunque los seres humanos esclavizamos o sometemos cuando creen o confían en nosotros, Dios es el único que no falla, es el único que se mantiene fiel, no esclaviza ni somete de forma humillante.

Pidamos que con “una sola palabra suya” nos sane de nuestra mala fe, de nuestra indiferencia, de nuestra desidia, de la negatividad. Y tengamos una fe activa, que se aventura a lo nuevo, que cree aún que todo se vea perdido. Pidamos esta “fe tan grande” como la del oficial romano, para que Jesús haga como dijo María, “cosas grandes por mi”.

“Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme”

Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.

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