domingo, 8 de febrero de 2015

Homilía del 5º Domingo del Tiempo Ordinario.


Del libro de Job: 7,1-4.6-7. 
Habló Job, diciendo: «El hombre está en la tierra cumpliendo un servicio, sus días son los de un jornalero; Como el esclavo, suspira por la sombra, como el jornalero, aguarda el salario. Mi herencia son meses baldíos, me asignan noches de fatiga; al acostarme pienso: ¿Cuándo me levantaré? Se alarga la noche y me harto de dar vueltas hasta el alba. 
Mis días corren más que la lanzadera, y se consumen sin esperanza. Recuerda que mi vida es un soplo, y que mis ojos no verán más la dicha.»

 ¿CUANDO ME LEVANTARE?

Hola hermanos y hermanas, paz y bien.

Este domingo el Señor por medio de su Palabra nos invita a reflexionar en nuestra vida personal y comunitaria, sobre todo en el sentido de las depresiones, estrés, desánimo o como dice la lectura del libro Job estamos como fatigados, desolados, vivimos como esclavos o jornaleros sin esperanzas en la vida.

Es cierto que estamos cumpliendo un servicio como padres de familia, como hijos en una familia, como ciudadanos, como empleados, como patrones, como consagrados, como sacerdotes o ministros del Señor, sin embargo no hay que hacerlo con la actitud de un esclavo o como un asalariado.

Podemos pensar que la esclavitud es parte del pasado, sin embargo la Iglesia nos invita a reflexionar el día de hoy, y sobre todo a pedir, por los que son esclavizados en la prostitución, en la trata de personas o en las esclavitudes modernas, como son las tecnologías. Un esclavo hace lo que el dueño le manda y no siempre lo hace por gusto o con  amor, es raro que alguien que es sometido haga las cosas con amor, porque le gusta hacerlo, pues la idea de sometimiento no nos gusta, incluso cuando alguien nos somete no nos sentimos bien y hacemos lo contrario de lo que nos dice o nos manda. A veces también nosotros vamos por la vida como esclavos, trabajamos o hacemos las cosas como sin sentido, sin amor, no porque me guste sino porque me toca hacerlo. Es curioso que trabajamos toda la vida como esclavos y terminamos esclavo de nuestras actitudes, o no queremos ser esclavos pero vivimos con actitudes que nos esclavizan. Somos el único ser viviente que trabaja como esclavo para ganar dinero y pierde todo su dinero para recuperar la salud que perdió por trabajar como esclavo. No perdamos la oportunidad con la familia, con los que nos rodean, no nos esclavicemos aunque tengamos que trabajar como esclavos, pues nuestros horarios en las maquilas de nuestras ciudades son esclavizantes pues no hay tiempo para la familia, no permitamos que el sistema esclavizante que impera, el sistema del "dios dinero" - dice el papa Francisco- nos envuelva, nos quite la oportunidad de relacionarnos como familia, como pareja, como hermanos. Pues el sistema nos va metiendo la idea de que somos enemigos que compiten para hacer mejor las cosas y por tanto ganar más dinero. Sin duda que no podemos ser pasivos, que no trabajen para no hacer caso al sistema, pero tenemos que tomar una actitud de hermanos que trabajan para vivir y vivir bien.

El asalariado compite con sus compañeros, los cree sus enemigos, trata de hacer su trabajo bien pero no porque tenga un gusto por el trabajo sino para ganar más dinero, con el tiempo solo hace su trabajo porque le pagan, lo hace solo por dinero, incluso no tiene amor a lo que hace. Todo lo hace porque le toca, porque tiene la responsabilidad y porque no le pagan. A veces podemos ir por la vida como asalariados, y no precisamente de dinero, sino también de fama, de otras satisfacciones que nos da trabajar o servir en la vida. Pero lo mejor es trabajar y servir con gusto, con ganas, con amor, que no nos importe lo que ganamos, sea dinero, fama, reconocimiento, aprobación, poder. En la Iglesia creo que pecamos mucho de asalariados, no todos los servidores, pero si algunos, no hacemos las cosas con amor, con una sonrisa, con una palabra amable, con un trato cercano, con docilidad, con generosidad.

Que bueno seria que todos estuviéramos conscientes de un servicio con estas características, pensemos lo último que dice esta lectura de Job, nuestros días son un soplo, y si no servimos en la vida con sentido, con gusto, con amor, no veremos con seguridad la dicha como dice Job. 

Un abrazo a todos, y a hacer todo con amor, con gusto, aunque seamos asalariados o nos traten como esclavos, hagamos todo con la certeza y la convicción que viene del amor de un Dios que es cercano con nosotros.

Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.



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