viernes, 17 de agosto de 2012

Reflexión del Domingo XX del tiempo ordinario.


Quienes comemos el PAN DE VIDA también debemos ser pan de vida.
Por Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.

Cuando escuchamos el Evangelio o damos una reflexión del mismo, en ocasiones damos interpretaciones demasiado espirituales y no nos damos cuenta que Jesús, muchas veces, y sobre todo en la sección donde habla en parábolas, es decir, en un lenguaje simbólico, nos habla en una forma velada, quiere que nosotros quitemos el velo, para que podamos admirarnos de lo que nos quiere realmente decir. Por que es, sin duda, muy fácil en nuestro tiempo que perdamos el sentido de admiración cuando escuchamos, meditamos y saboreamos la Palabra, pues hay muchas cosas que nos admiran o impactan más que Dios y su Palabra.
Este domingo, Jesús, nos habla de nuevo con su palabra y con su vida, como es costumbre en Él. Pero recordemos que san Juan, en su evangelio, no quiere darnos una historia de Jesús, sino que a partir de su reflexión personal de la vida de Jesús, invita a todos a ser como Jesús, es decir, no solo presenta a Jesús, sino también una reflexión de su vida y una forma de seguir sus pasos. San Juan, pone antes de este texto que leemos este domingo, varios textos que hacen referencia al pan de la vida, como el de la multiplicación de los panes, cuando Jesús le sigue mucha gente y él les dice que “no busquen el alimento que perece, sino el que lleva a la vida eterna”, porque mucha gente lo seguía, no porque escucharan en realidad sus palabras, sino para que les diera nuevamente de comer.
Hoy Jesús dice: “Yo soy el pan vivo, que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo les voy a dar es mi carne, para que el mundo tenga vida”. Sin duda que cuando Jesús dice esto esta diciendo que su misma persona es “el pan que baja del cielo”, que es el mismo y sus palabras que alimenta al mundo, y no solo eso, sino que el que “coma”, es decir, ponga en practica su vida, sus palabras, “vivirá para siempre”. Después en la segunda parte de sentencia, quiere decirnos que nos entregará todo, su vida, y para esto tendrá que quedar si vida, para darnos su vida, por eso termina diciendo “para que el mundo tenga vida”.
Esta es la vida del cristiano, hermanos, vivir y ser como otro cristo en la tierra. El cristiano es el que sigue a Jesús, corre con su misma suerte, camina por el mundo como hermano que da vida. Comer la carne del Hijo del hombre, como dice Jesús, significa ser verdaderamente humano, y solo Jesús nos enseña como serlo, beber su sangre significa vivir su misma vida divina, es decir, ir descubriendo día a día el germen de divinidad que hay en nosotros, esto es lo que llamamos santidad. Carne-sangre son nuestro cuerpo y son inseparables, así como en Jesucristo es inseparable su humanidad y divinidad, nosotros cristianos, seguidores de Cristo también no podemos separar nuestra vida en el mundo con la vida con Dios, sería como separar estos dos elementos, y estos elementos separados, no dan vida.
Cristo no habla del pan corporal, y lo atestigua el mismo evangelio de san Juan cuando dice: “éste es el pan que ha bajado del cielo, no es como el maná que comieron sus padres, pues murieron.” Habla del pan que es el mismo, habla de un pan como el de la Eucaristía que celebramos todos los días, y que a veces no tiene ninguna incidencia en nuestra vida, porque no estamos del todo consientes de lo que Dios puede hacer por medio de este pan y no lo dejamos actuar. De hecho en la Misa, Dios nos alimenta con su Palabra, que es Jesús, y con la misma sangre y cuerpo de Jesús. La Palabra de Dios -Jesús-  y la Comunión -Jesús- son una misma comida, que debe hacerse vida en los que participamos en el banquete eucarístico. Debemos tener más conciencia de lo que celebramos y entonces decidiremos mejor seguir a Jesús, si conocemos y somos consientes de lo que Jesús nos dice, nuestra vida también será comida para otros, nuestro ejemplo arrastrará a otros hacia Dios, y entonces el “mundo tendrá vida”. A ejemplo de Jesús decidámonos a ser “pan de vida”, como el único PAN DE VIDA, JESÚS.

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