Quienes comemos el PAN DE VIDA también debemos ser pan de vida.
Por Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.
Cuando
escuchamos el Evangelio o damos una reflexión del mismo, en ocasiones damos
interpretaciones demasiado espirituales y no nos damos cuenta que Jesús, muchas
veces, y sobre todo en la sección donde habla en parábolas, es decir, en un
lenguaje simbólico, nos habla en una forma velada, quiere que nosotros quitemos
el velo, para que podamos admirarnos de lo que nos quiere realmente decir. Por
que es, sin duda, muy fácil en nuestro tiempo que perdamos el sentido de
admiración cuando escuchamos, meditamos y saboreamos la Palabra, pues hay
muchas cosas que nos admiran o impactan más que Dios y su Palabra.
Este domingo,
Jesús, nos habla de nuevo con su palabra y con su vida, como es costumbre en
Él. Pero recordemos que san Juan, en su evangelio, no quiere darnos una
historia de Jesús, sino que a partir de su reflexión personal de la vida de
Jesús, invita a todos a ser como Jesús, es decir, no solo presenta a Jesús,
sino también una reflexión de su vida y una forma de seguir sus pasos. San
Juan, pone antes de este texto que leemos este domingo, varios textos que hacen
referencia al pan de la vida, como el de la multiplicación de los panes, cuando
Jesús le sigue mucha gente y él les dice que “no busquen el alimento que perece, sino el que lleva a la vida eterna”,
porque mucha gente lo seguía, no porque escucharan en realidad sus palabras,
sino para que les diera nuevamente de comer.
Hoy Jesús
dice: “Yo soy el pan vivo, que ha bajado
del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo les voy
a dar es mi carne, para que el mundo tenga vida”. Sin duda que cuando Jesús
dice esto esta diciendo que su misma persona es “el pan que baja del cielo”,
que es el mismo y sus palabras que alimenta al mundo, y no solo eso, sino que
el que “coma”, es decir, ponga en practica su vida, sus palabras, “vivirá para
siempre”. Después en la segunda parte de sentencia, quiere decirnos que nos
entregará todo, su vida, y para esto tendrá que quedar si vida, para darnos su
vida, por eso termina diciendo “para que el mundo tenga vida”.
Esta es la
vida del cristiano, hermanos, vivir y ser como otro cristo en la tierra. El
cristiano es el que sigue a Jesús, corre con su misma suerte, camina por el
mundo como hermano que da vida. Comer la carne del Hijo del hombre, como dice
Jesús, significa ser verdaderamente humano, y solo Jesús nos enseña como serlo,
beber su sangre significa vivir su misma vida divina, es decir, ir descubriendo
día a día el germen de divinidad que hay en nosotros, esto es lo que llamamos
santidad. Carne-sangre son nuestro cuerpo y son inseparables, así como en
Jesucristo es inseparable su humanidad y divinidad, nosotros cristianos,
seguidores de Cristo también no podemos separar nuestra vida en el mundo con la
vida con Dios, sería como separar estos dos elementos, y estos elementos
separados, no dan vida.
Cristo no
habla del pan corporal, y lo atestigua el mismo evangelio de san Juan cuando
dice: “éste es el pan que ha bajado del
cielo, no es como el maná que comieron sus padres, pues murieron.” Habla
del pan que es el mismo, habla de un pan como el de la Eucaristía que
celebramos todos los días, y que a veces no tiene ninguna incidencia en nuestra
vida, porque no estamos del todo consientes de lo que Dios puede hacer por
medio de este pan y no lo dejamos actuar. De hecho en la Misa, Dios nos
alimenta con su Palabra, que es Jesús, y con la misma sangre y cuerpo de Jesús.
La Palabra de Dios -Jesús- y la Comunión
-Jesús- son una misma comida, que debe hacerse vida en los que participamos en
el banquete eucarístico. Debemos tener más conciencia de lo que celebramos y
entonces decidiremos mejor seguir a Jesús, si conocemos y somos consientes de
lo que Jesús nos dice, nuestra vida también será comida para otros, nuestro
ejemplo arrastrará a otros hacia Dios, y entonces el “mundo tendrá vida”. A
ejemplo de Jesús decidámonos a ser “pan de vida”, como el único PAN DE VIDA,
JESÚS.
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