sábado, 25 de mayo de 2013

Reflexión del Domingo de la Santísima Trinidad.


LA SANTÍSIMA TRINIDAD.

Juan 16, 12-15.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Aun tengo muchas cosas que decirles, pero todavía no las pueden comprender. Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los irá guiando hasta la verdad plena, porque no hablará por su cuenta, sino que dirá lo que haya oído y les anunciará las cosas que van a suceder. Él me glorificará, por que primero recibirá de mí lo que vaya comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho que tomará de lo mío y se lo comunicará a ustedes”.



DIOS ES COMUNIDAD.

Hola hermanos y hermanas, Paz y bien.

La semana pasada estuve, gracias a Dios, en Monterrey acompañando a los hermanos del Convento San Pio de Pietrelcina en un momento histórico, no solo para la fraternidad de Monterrey, para toda nuestra Custodia de Capuchinos en el Norte de México, recibimos una nueva parroquia en esa Diócesis, que lleva el nombre de la fiesta que celebramos hoy, Santísima Trinidad, así que un abrazo a su párroco, Fray Carlos Silva, y a todos los fieles que pertenecen a esta porción del rebaño de Dios por allá.

Pero la solemnidad que hoy celebramos tiene más significado porque siempre la Santísima Trinidad esta presente en nuestras vidas, aunque no estemos del todo consientes de esto, es verdad. Por ejemplo, cuando pasamos por un templo de seguro que nos persignamos diciendo: “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén”, cuando vamos a iniciar nuestro día hacemos lo mismo, y si asistimos a la Misa, pues más aún, porque iniciamos con la Santísima Trinidad y terminamos con la bendición de la Trinidad Santa. Pero hay una forma más palpable en que podemos vivenciar la Santísima Trinidad, cuando nos llevamos bien con los vecinos, con los compañeros de trabajo o de la escuela, cuando hacemos lo posible por ser positivos y alegres con los que nos rodean estamos haciendo presente la Trinidad. Pues el Padre y el Hijo, junto con el Espíritu Santo (que es amor) son una comunidad perfecta y ellos, las tres personas de la Trinidad, son ejemplo de toda comunidad humana. El Padre y el Hijo tiene una perfecta relación, por el Espíritu Santo (amor) que los une, y si tienen una perfecta relación significa que están en perfecta comunicación, en perfecta unión, en perfecta armonía.

A veces vivimos en medio de muchos problemas, de pareja, en el trabajo, en la comunidad de la parroquia, en los grupos políticos, etc. Y la raíz de los problemas es la comunicación, pues aunque vivimos en la era de las comunicaciones, es un reto comunicarse efectiva, afectiva y asertivamente, podemos tener muchos amigos en el internet, pero con los que estamos siempre, con los hermanos más próximos (prójimos) no tenemos buena comunicación. Tenemos miedo de comunicarnos, pues esto supone salir de nuestro “yo”, de nuestro “egoísmo”, para ir al encuentro del otro, muchos hermanos prefieren vivir en la indiferencia o siempre peleando porque no quieren dialogar, pues el dialogo implica encontronazos, implica tiempo, implica ponerse de acuerdo, y eso no nos gusta a muchos, sin embargo, hermanos y hermanas, esto es lo que necesitamos.

Celebrar esta fiesta de la Santísima Trinidad significa, vivir en esta plena relación, en esta plena armonía, es esta unión perfecta, esta comunicación. Hoy a los católicos y cristianos no nos creen precisamente por que nos ven divididos, nos ven peleando, nos ven que no nos ponemos de acuerdo. El ejemplo de Dios Trinidad, es que son uno, que se comunican y se aman con un solo corazón y una sola alma. Los cristianos, dice san Juan, los conocerán porque son unidos, por que son amorosos. Una vez decía el gran Gandi: “yo creo en Jesucristo, pero no en los cristianos”, y tenía toda la razón, pues pareciera que no seguimos a un Dios que es comunidad y comunidad unida en el amor, comunidad que se ama aun con sus diferencias, comunidad que tiene retos y vive en la alegría.

Tenemos que dar un claro mensaje pues el que damos, muchas veces, es de división, de pleitos, de desconfianza. Recordemos que somos siempre, como los niños, aprendemos mucho más con el ejemplo que con las palabras. Seamos valientes en vencer al diablo (división) para que podamos construir de verdad la Iglesia, el Reino de Dios, el cielo en la tierra, y hacer presente la Santísima Trinidad. Todos nuestros ambientes necesitan este testimonio claro, este testimonio valeroso, este testimonio que se convierta en vida para todas las comunidades humanas. Estamos hechos para vivir en comunidad, en fraternidad, no solos. No tengamos miedo de relacionarnos, pues tenemos un Dios que es relación, que es comunidad, que es amor.

Felicidades de nuevo a la Parroquia de la Santísima Trinidad, y les deseo “que todos sean uno…, para que el mundo crea” en Jesucristo nuestro Señor. Y si hay problemas, hay que pedir al Espíritu Santo que nos lo enseñe todo, que nos enseñe como se ama el Padre y el Hijo, para que nos enseñe lo que Cristo vivió en la tierra y quiere que vivamos nosotros para ser plenos.

Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.

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