domingo, 8 de septiembre de 2013

Homilía del 23° Domingo del Tiempo Ordinario

Lucas 4, 25-33.

Le seguía una gran multitud. Él se volvió y les dijo:

—Si alguien viene a mí y no me ama más que a su padre y su madre, a su mujer y sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo. Quien no carga con su cruz y me sigue no puede ser mi discípulo. 

Si uno de ustedes pretende construir una torre, ¿no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No suceda que, habiendo echado los cimientos y no pudiendo completarla, todos los que miran se pongan a burlarse de él diciendo: éste empezó a construir y no puede concluir. Si un rey va a enfrentarse en batalla contra otro, ¿no se sienta primero a deliberar si podrá resistir con diez mil al que viene a atacarlo con veinte mil? Si no puede, cuando el otro todavía está lejos, le envía una delegación a pedir la paz. 

Lo mismo cualquiera de ustedes: quien no renuncie a sus bienes no puede ser mi discípulo.




SEGUIR A JESÚS, ES SEGUIRLO A SU MEDIDA.



Hola hermanos (as), paz y bien.

En muchas ocasiones pensamos que seguimos a Jesús de la forma correcta, sin embargo a veces lo seguimos según nuestros parámetros  según lo que pensamos que esta bien. Nos engañamos, si creemos que seguir a Jesús es seguirlo a nuestro modo, actuando egoístamente con los demás, predicando su palabra con arrogancia o sintiéndonos los buenos, creyendo que porque servimos en la Iglesia, en su Iglesia, estamos salvados.

Hoy la voz de Dios en las lecturas de este domingo nos hablan en el mismo sentido del domingo pasado, que era el tema de la humildad, solo que ahora Jesús nos enseña que para seguirlo necesitamos dejar nuestros bienes. Pero cuando Jesús habla de bienes no solo habla de los bienes materiales, sino también de los que creemos que son nuestros bienes, como el poder, el egoísmo (pensar solo en mi, en mi familia, en mis cosas, en mi, mi, mi), el individualismo, así podemos enumerar muchos bienes que poseemos como personas de este tiempo, como sociedad de este tiempo.

Este fin de semana el Papa, pidió que realizáramos un ayuno y eleváramos nuestras oraciones a Dios para que "estalle la paz" (expresión usada por el Papa Francisco), y es que esta paz no la podemos alcanzar si en nuestro corazón singuen habiendo estas cosas, estos bienes efímeros  como la indiferencia, el tedio, el cansancio, el egoísmo,  el orgullo, la cerrazón, la violencia. Si decidimos a seguir a Cristo tenemos que medirnos con su medida, y la medida de Cristo es la humildad (que es reconocer que los dones que Dios nos ha dado, son de Él y ponerlos al servicio de los demás), es el amor, al punto de decidir por el amor aunque estemos en una situación difícil, otra medida de Dios es cargar la cruz, y es lo que aveces nos cuesta hacer.

Fijémonos en el ejemplo de Cristo. Cuando el tomo la cruz en sus hombros, la cruz era una cosa horrible, la cargaban y morían en ella los criminales de su época, la cruz era un instrumento de martirio, de suplicio; sin embargo Jesús convierte esto tan horrible, en algo fascinante, en un signo de su amor por nosotros. También nosotros podemos convertir nuestra cruz de cada día (el egoísmo  la individualidad, la ira, los rostros enojados, etc.) en algo hermoso, en algo fascinante. Nuestra cruz debe, también como la de Cristo, ser signo del amor que les tenemos a nuestros semejantes, de la solidaridad, del dialogo que construyen la paz.

Tendremos paz hermanos y hermanas, hasta que haya paz en nuestros corazones, hasta que nos fijemos no solo en nuestros intereses y en los de los que queremos. También debemos de fijarnos y optar por los intereses de los que piensan distinto que nosotros, de los que nos caen mal, de los que no son responsables, de los que no son buenos según nuestros parámetros,  pues para los parámetros de Dios todos somos sus hijos muy amados, todos valemos lo mismo. Es difícil hacer esto, lo es, también a mi me cuesta, pero hay que cargar con la cruz, abrazarla como Jesús y esforzarnos.

La vida en Cristo, la vida cristiana es vivir según el parámetro de Dios, según el parámetro del amor, y no según nuestro parámetro. Es interesante como el Papa Francisco desenmascara algunos de los estilos de cristianos, que nada tienen que ver con los discípulos de Jesús, dice: "cristianos de buenos modales, pero malas costumbres", "creyentes de museo", "hipócritas de la casuística", "cristianos incapaces de vivir contra corriente", cristianos "corruptos" que solo piensan en sí mismos, "cristianos educados" que no anuncian el evangelio...

Decidamos ser discípulos de Jesús de verdad, por convicción, por amor. Discípulos esforzados, discípulos alegres, discípulos que viven en el amor, en el dialogo franco, en la paz, esta paz que tanto necesitamos.

¡Sea alabado Jesucristo!

Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.

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