martes, 21 de enero de 2014

Homilía del 2° Domingo del Tiempo Ordinario.

Del Santo Evangelio según san Juan: 1, 29-34.

Al día siguiente Juan vio acercarse a Jesús y dijo:
—Ahí está el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. De él yo dije: Detrás de mí viene un hombre que es más importante que yo, porque existía antes que yo. Yo no lo conocía, pero vine a bautizar con agua para que él fuera manifestado a Israel.


Juan dio este testimonio:
—Contemplé al Espíritu, que bajaba del cielo como una paloma y se posaba sobre él. Yo no lo conocía; pero el que me envió a bautizar me había dicho: Aquél sobre el que veas bajar y posarse el Espíritu es el que ha de bautizar con Espíritu Santo. Yo lo he visto y atestiguo que él es el Hijo de Dios.

***********************************************

¿Cómo es nuestro testimonio?

Hola hermanos y hermanas, paz y bien.

Este 2do. Domingo del Tiempo Ordinario, el Evangelio vuelve hacer referencia al bautismo, solo que ahora da un nuevo elemento, Juan el Bautista no solo bautiza a Jesús, sino que da testimonio de Él. también nosotros como bautizados, ¿qué testimonio damos de Jesús?

Hay tantas personas que no creen en Jesús o tienen mala percepción de la Iglesia, o creen pero no de una forma madura y responsable, piensan que los sacerdotes hacen mal algunas cosas y se retiran de Dios, por un mal testimonio de algún agente de pastoral se alejan del que es la razón de nuestra vida. A veces tienen razón, pues tomamos nuestra relación con Dios de forma superficial, vemos la Iglesia como un negocio, por desgracia algunos sacerdotes ven la parroquia o la diócesis como un negocio, parece que nos importa más lo que entra de dinero, que los que aceptan a Jesús, que los que se confiesan. También somos muy legalistas, cuadrados en nuestra fe, condenamos fácilmente en lugar de acoger con ternura y caridad a los hermanos que fallan, como si no falláramos también nosotros. Cuanto necesitamos de un testimonio creíble de amor, del amor de Dios, de la paciencia de Dios.

Hermanos y hermanas, ser bautizados no es solo un adorno, no es algo que tengamos que cumplir, es una gracia que recibimos de Dios, de su Hijo, es la gracia de ser testigos suyos en el mundo, un mundo cada vez más sin amor, sin paciencia, sin solidaridad, con más egoísmo y superficialidad. Nosotros tenemos que dar un testimonio de Jesús, un testimonio en la vida diaria, en la vida cotidiana, en nuestras relaciones, actitudes, palabras. Seamos como los vitrales que están en los templos que dejan pasar la luz del sol para iluminar a los que están dentro, dejemos pasar por nuestros ser, por nuestra vida la luz de Cristo para alumbrar a los demás. Recordemos que somos instrumentos de Dios, por el bautismo, y si ese instrumento no toca bien podemos alejar a los que se acercan de corazón a Dios. Si somos sus instrumentos de amor, entonces el mundo conocerá que Dios es amor, no tengamos miedo de testimoniar a Jesús.

Cuantos hermanos y hermanas viven sin Dios, por nuestro mal ejemplo, no busquemos honores, reconocimiento, poder, sino servir con gran humildad a los que nos necesitan, a los que necesitan el amor de Dios en sus vidas, visitemos a los enfermos del cuerpo y del alma, escuchemos a los hijos y entre los esposos, animemos a los que veamos decaídos. Anunciar a Jesús, dar testimonio de él a los hermanos es tarea de todos los que somos bautizados.

En este segundo domingo ordinario meditemos, ¿cómo es nuestros testimonio de cristianos?, los hermanos y hermanas al vernos ¿quieren acercarse o alejarse de Dios?. Ciertamente que hay muchos bautizados que dan un testimonio creíble, pero animémonos también nosotros.

¡Feliz domingo!

Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario