domingo, 5 de enero de 2014

Homilía de la EPIFANÍA DEL SEÑOR

De la Carta del apóstol san Pablo a los efesios: 3, 2-3. 5-6

Supongo que están informados de la gracia de Dios que me ha sido dispensada para provecho de ustedes. Fue por medio de una revelación cómo se me dio a conocer el misterio, tal como acabo de explicárselo brevemente. Este misterio no se dio a conocer a los hombres en las generaciones pasadas; sin embargo ahora se ha revelado a sus santos apóstoles y profetas inspirados. Y consiste en esto: que por medio de la Buena Noticia los paganos comparten la herencia y las promesas de Cristo Jesús, y son miembros del mismo cuerpo.


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Jesús se manifiesta, 
y viene para salvarnos a todos.

Hola hermanos y hermanas, paz y bien.

Hoy celebramos la Epifanía del Señor, es decir, la manifestación de Jesús ante los pueblos. Cuando llegan los reyes a adorar al niño es como si toda la humanidad, como si todos los pueblos adoran a Jesús hecho hombre, hecho carne por nuestro amor. Dios se manifiesta, se da a conocer por medio de su Hijo amado, como dirá el Padre en el Bautismo, se manifiesta en los signos que Jesús hace, y el primero es en las bodas de Cana. 

Algunos estudiosos dicen que en lugar de una manifestación o epifanía, Jesús tuvo tres epifanías, la primera el día en que los reyes vienen a adorarlo, la segunda cuando es bautizado por Juan en el Jordán y la tercera en las bodas de Cana, así pues Dios nos da varias oportunidades de poder reconocerlo, pero tenemos que tener los sentidos bien dispuestos para poder reconocer sus manifestaciones.

En este texto san Pablo dice que se le revelo un misterio, y que este misterio es que Jesús viene para salvación de todos, nadie se queda excluido de la salvación del Dios humanado. No se manifiesta a unos cuantos, o a los más santos, o a los elegidos, se manifiesta a todos y nos salva a todos. Es interesante que Jesús se manifieste primero a los pastores, gente pobre, humilde, y despues a los magos, es signo nos hace ver que Jesús viene para todos pero pone en primer lugar a los pobres, a los humildes, como dice el canto de María (Magnificat).

En el tiempo de Pablo, como en el de hoy, se pensaba que la salvación era solo para los elegidos, para los que pertenecen a un pueblo, a un grupo, pero no es así, dice san Pablo: "la salvación es para todos". Como grupos de Iglesia también pensamos esto, pensamos que somos los elegidos de Dios, que somos sus predilectos, que somos los santos, pero en realidad todos somos sus elegidos, sus predilectos, todos estamos llamados a la santidad. La salvación de Dios viene para todos, Jesús (Dios salva) viene para todos. Por eso decimos en el salmo de hoy, "que te adoren, Señor, todos los pueblos", porque Jesús viene para todos los pueblos, para todos los hombre que quieran aceptarlo como su salvador.

Anunciemos esta buena noticia de salvación, anunciemos esta verdad de que viene para todos, aún para los que no se creen dignos de Dios, para los que no quieren saber nada de Dios, los que están desanimados en la vida, lo que han perdido esperanza, lo que han perdido la fe. Pero anunciemos esto, con nuestra propia vida, aceptando a todos por igual, aceptando que somos diferentes y cada uno es una riqueza para los demás, y si es necesario también anunciemos esto con palabras, hablando por los que no tienen voz, ayudando a los que son marginados por esta sociedad materialista y consumista.

Es necesario ser cristianos, laicos, religiosos, sacerdotes y obispos valientes para anunciar que Jesús viene para todos, aceptando a todos, compadeciéndose de todos, hacen falta seguidores de Jesús valientes que desborden de ternura para con el pecador, que desborden de misericordia con el que viene arrepentido, que sean compasivos como el Maestro, que amen como el Maestro, que sirvan como el Rey de los reyes que no tiene otro poder que servir a los demás.

¡¡¡Sea alabado Jesucristo!!!

Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.

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