domingo, 16 de febrero de 2014

Homilía del 5° Domingo del Tiempo Ordinario.

De la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios: 2, 1-5.


Cuando llegué a ustedes, hermanos, para anunciarles el misterio de Dios no me presenté con gran elocuencia y sabiduría; al contrario decidí no saber de otra cosa que de Jesucristo, y éste crucificado. Débil y temblando de miedo me presenté ante ustedes; mi mensaje y mi proclamación no se apoyaban en [palabras] sabias y persuasivas, sino en la demostración del poder del Espíritu, para que la fe de ustedes no se fundase en la sabiduría humana, sino en el poder divino.


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LA PREDICACIÓN DE JESÚS (EVANGELIO) CON HUMILDAD.


Hola queridos hermanos y hermanas, paz y bien.

Así como un papá o una mamá que no puede corregir a su hijo (a) sobre alguna cosa que ellos hacen, porque se debe tener autoridad moral para hacerlo o de aceptar con humildad que se cometió el mismo error que se quiere corregir, así también el cristiano que no vive como seguidor de Jesús, como su discípulo no puede predicar de Él con las palabras pues hay incoherencia con la vida que lleva y el anuncio del Evangelio.

Pero todos somos pecadores y todos tenemos algo de incoherencia en nuestro ser de personas, por esto mismo Jesús (que es el misterio de Dios del que habla san Pablo) debe ser anunciado con la propia vida, y si se hace con las palabras estas deben ser sencillas para que las puedan entender todos, pues uno como predicador puede traicionar el mensaje y no hablar palabras de Dios sino propias. Pero ante todo el mensaje, que es el mismo Jesús, se debe anunciar con humildad, con sencillez de corazón, con toda la pasión y fuego con la que hace que el corazón arda y anuncie a Jesús con la vida y las palabras.

Cuando uno predica, cuando se habla de Dios se debe de hacer "temblando" como dice san Pablo, temblando de miedo porque el que predica a Jesús es un hombre o mujer como cualquiera, es un hombre o una mujer débil, que puede fallar, pues "llevamos un tesoro en vasijas de barro". Cuando el que predica lo hace con este reconocimiento de si mismo, con el reconocimiento de sus pecados, entonces si es una verdadera predicación de Jesús. Cuando se habla de que se debe hacer con humildad se quiere decir que se debe hacer reconociendo la propia debilidad, es diferente la predicación de alguien que se cree sabio, santo, soberbio; a alguien que reconoce que es indocto, pecador e igual a los demás.

Cuando la predicación, cuando el mensaje, no lleva la humildad del mensajero, el anuncio de Jesús puede correr el peligro de no llegar. De por si es difícil que el mensaje llegue con intensidad y cambien a las personas, pero si no llega con humildad tendrá menos eficacia. Anunciemos a Jesús (el Evangelio) con sencillez, con espontaneidad y reconociendo que somos instrumentos insuficientes, que somos instrumentos que desafinan de vez en cuando.

¡¡¡Sea alabado Jesucristo!!!

Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.

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