miércoles, 26 de febrero de 2014

Homilía del 7° Domingo del Tiempo Ordinario

De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 3, 16-23.

¿No saben que son santuario de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? Si alguien destruye el santuario de Dios, Dios lo destruirá a él, porque el santuario de Dios, que son ustedes, es sagrado.



Que nadie se engañe: si uno se considera sabio en las cosas de este mundo, vuélvase loco para llegar a sabio; porque la sabiduría de este mundo es locura para Dios, como está escrito: Él sorprende a los sabios con su misma astucia, y también: El Señor conoce los razonamientos de los sabios y sabe que son vanos.


En consecuencia que nadie se gloríe de los hombres. Todo es de ustedes: Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida y la muerte, el presente y el futuro. Todo es de ustedes, 3,23: ustedes son de Cristo, Cristo es de Dios.

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¿quién es el sabio?

Hola, queridos hermanos (as), les deseo la paz del Señor.

Muchas veces confundimos la sabiduría con la inteligencia, pensamos que ser inteligente es igual a ser sabio. Pero ser sabio es volverse loco, dice Pablo de Tarso, y que quiere decir esto de volverse loco para ser verdaderamente sabio.

En todos los seres humanos esta Dios, sin embargo, el no puede estar, no puede acompañarnos sin nuestro permiso, es decir, somos templos de Dios pero si no queremos ser su templo nos destruimos como dice san Pablo. También la sabiduría la posee quien quiere poseerla, quien quiere tenerla, y aunque la persona sea muy inteligente no precisamente tiene sabiduría, por ejemplo, hay personas sencillas, personas que no han estudiado y son sabias. Pero hay dos clases de sabiduría, la humana y la divina: la humana, dice Pablo, es vana y hay que dejarla de lado, es la que comúnmente llamamos inteligencia, pero para poseer la sabiduría divina se necesita hacerse el loco, hacerse que no se sabe nada. 

En ocasiones hacemos las cosas solo con la inteligencia, y pensamos que es correcto, podemos hacer cosas que aparentemente están bien, pero no lo son. Incluso podemos hacer cosas que según son buenas y en realidad son desastrosas para los demás. La sabiduría divina siempre hace el bien, y quien la posee siempre hace el bien. Cuando una persona obra de forma maliciosa contra otra cree ser inteligente, pero no lo es pues atrae su propia maldad hacia ella.

El que vive de la sabiduría de Dios vive de la fe, no de los cálculos humanos. No se entra a la Iglesia a hacer política, a hacer proselitismo. Se entra a la Iglesia porque uno se reconoce pecador, necesitado de Dios, de conversión, y aun con esto quiere servir humildemente a la Iglesia, quiere servir y no mandar. Por eso en la Iglesia se llaman claramente a los ministerios, sacerdote = ofrece el sacrificio, ministro = el que sirve, diacono = servidor, catequista = el que nutre la fe, obispo = representa a Cristo cabeza, cardenal = servidor de (bisagra) comunión en la Iglesia, papa = vicario de Cristo y el más importante de todos y que no vino a ser servido sino a servir, JESUCRISTO, quien se pone a enseñarnos la humildad de un ministro, sacerdote, ministro, diacono, catequista, obispo, cardenal o papa.

Hermanos y hermanas el sabio es humilde, por eso dice Pablo que el que es sabio se hace loquito, hace como que no sabe. La Iglesia necesita de sabios con esta característica, luchemos porque los que servimos poseamos esta sabiduría divina, y quien aún no pide o no la posee que no se deje engañar, que mire más a Jesucristo, que platique más con él, que ame más a sus hermanos. No busquemos la sabiduría donde no esta, puedes encontrarla más que una plática del catequista, del sermón del padrecito, en un hermano o hermana enfermo.

¡¡¡Buen domingo y animo!!! 

Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.





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