domingo, 16 de agosto de 2020

Ten compasión de mi

Este es el grito de tantos que sufren por esta situación de pandemia, ya sea por la situación económica o por la situación social. Y muchos, incluso la Iglesia, nos hacemos como que "la virgen nos habla", no queremos ver una realidad que salta a la vista, preferimos quedarnos en nuestros rezos, en nuestras practicas rituales. Sugiero algunos puntos para salir de la indiferencia o discriminación:


* Observar el derecho, practicar la justicia. Muchos sectores de la sociedad están con la actitud de muchas personas, "sálvese quien pueda", hay que decir que es una actitud muy egoísta. Anoche me preguntaban que porque era tan egoísta conmigo mismo, me impresiono mucho esa pregunta, aveces el egoísmo ha entrado hasta la médula de nuestro ser. Es necesario y urgente salir de nosotros mismos y salir de nuestra pequeña burbuja que nos hizo pasar el confinamiento, el estar encerrados. Salir físicamente de nuestra zona de confort para ayudar a alguien más, pero salir de nuestros pequeños paradigmas mentales que excluyen a otros por el mero hecho de ser diferentes, de pensar distinto, de hacer las cosas diferente a como las hago yo. 


Es urgente pasar de la lógica del "sálvese quien pueda" al "nos salvamos juntos", para eso nos ilumina la primera lectura. Observar el derecho, es hacer las cosas legales, no dar mordidas, no hacer pactos debajo de la mesa para fregarse a otros, y a veces a los más vulnerables, un cristiano autentico no debería caer en el pecado de la CORRUPCIÓN. Practicar la justicia, seria ayudar sin interés al que esta, simplemente más fregado que yo, quien se cierra a velar por sus propios intereses sin voltear a ver al que sufre, no puede ser discípulo de Jesús, muchos poderosos económicamente hablando deben su fortuna a muchas trampas, a falsos manejos en la mercadotecnia, inventan necesidades a la gente, son injusticias que nadie ve pero que allí están, es estos tiempos difíciles seria un gran gesto de justicia devolver a la sociedad algo de lo que tanto han ganado a base de injusticias.


* No vernos como perros, sino como hermanos. Es muy fuerte la respuesta de Jesús a la mujer que le pide ayuda, es fruto de una cultura religiosa y social excluyente, que veía solo separación y odio por quien hacia las cosas diferentes al judío tradicional. Esta misma actitud esta muy presente en los ambientes eclesiales actuales, gente de iglesia que ve menos a aquellos que tienen una fe sencilla, que no vienen mucho a la Iglesia o que son poco formados, incluso son personas muy "devotas" pero que desprecian a quien va por la vida sin rumbo porque no conoce a Dios. Esta actitud presente en los ambientes religiosos, no solo católicos, es una actitud muy baja, se tratan a los demás como "perros", así como se oye de fuerte. 


Para contrarrestar este mal muy extendido es necesario tener el corazón abierto, una paciencia férrea y unos brazos listos para abrazar. Corazón abierto para sentir, empatizar, comprender, compadecerse y conocer la propia flaqueza y limitación, la propia necesidad, porque llega un momento que todos necesitamos algo de alguien. Paciencia férrea porque no hay que desesperarse o reaccionar instintivamente, para eso es necesario recordar la paciencia que nos tiene Dios particularmente a cada uno de sus hijos. Brazos listos para abrazar porque a pesar de no estar de acuerdo con lo que la otra persona hace, dice o piensa, somos hermanos que necesitamos un abrazo.


* No a una Iglesia que da migajas. Así como en los contextos sociales y económicos, también en el contexto eclesial se dan algunas actitudes de cerrazón, muchos párrocos y sacerdotes preocupados por las entradas de económicas a las parroquias más que por la ayuda de los que no tienen trabajo, pasan hambre o no tienen techo. Puede ser muy licitas las preocupaciones pero el centro de la Iglesia, el tesoro de la Iglesia, decían los santos padres, son LOS POBRES. 


Una actitud solidaria que responda al tiempo difícil que estamos pasando tendría que caracterizarse por proyectos y alianzas en favor de las personas no solo vulnerables, porque esta pandemia ha trastocado muchos ambientes que creíamos seguros. Es grandiosa la labor de la CARITAS de Madrid, que ha abasteció y abastece a muchas familias y sectores con víveres, con ayuda económica, incluso otras instituciones se unieron para ayudar a Caritas y se siguiera ayudando a muchos. Otro gran ejemplo es que los obispos de la conferencia española donaron sus sueldos para apoyar en obras y proyectos a favor de los que tienen necesidad. Ojala esto se replique en muchos de nuestros ambientes eclesiales actuales.


Creo que el encierro, el aislamiento, el ver al otro como enemigo porque puede tener el virus, ha favorecido a que nos cerremos, a que excluyamos, a que nos gane la indiferencia. Pero creo también que tenemos una gran oportunidad de sacar lo mejor de nosotros, de sacar el pecho y abrir el gran corazón que Dios ha puesto en cada uno, de compartir tus frustraciones y tu vida con tus amigos, de abrirte a pedir ayuda, de no cerrarte en ti mismo frente a los retos personales, sufrimientos y dolores. 


Es hora de pedir ayuda como la mujer, que no le importo humillarse con tal de salvar a su hija, pero también es tiempo de dar a quien pide ayuda, aveces el orgullo no nos deja pedir ayuda de la mejor forma, hay que abrir el entendimiento que tras los reclamos de un amigo, tras el silencio de otro, tras la tristeza de otro esta el grito de la mujer del evangelio: 

¡Señor, ten compasión de mi!

Fray YOLO

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