¿A quien seguimos a Jesús importante o Jesús humillado?
Por Fray Juan Gerardo Morga.
Sin duda la mayor dificultad de los
cristianos de ayer y hoy es comprender a Jesús, y los discípulos nos dan
testimonio de que ellos, como nosotros muchas veces, no entienden a Jesús.
Hasta entre nosotros es difícil entendernos aunque hablemos el mismo idioma,
estemos en situaciones parecidas o estemos en la misma sintonía. Veamos porque
nos cuesta tanto entender.
Cuando el pueblo de Israel esperaba
a un Mesías; es decir, un salvador, un libertador; lo esperaba al estilo de un
guerrillero, o por lo menos una persona importante que iba a incidir
políticamente a favor del pueblo. Lo esperaba como un rey, como el rey David.
Nunca imaginaron que naciera en un pesebre, y menos aún que padeciera
atrocidades como lo hizo en la cruz. Y es la idea que tenemos de Dios. Apoco
no, cuando alguna persona importante visita nuestra casa queremos ponerla casi
en un nicho, queremos ofrecerle lo mejor y casi no queremos que se moleste o padezca
un mal rato mientras es nuestro huésped. Sin embargo nos desconcierta que la
persona a quien creemos importantísima sea tan sencilla como para ayudarnos con
los platos de la cena o a lavar su baño o limpiar, cuando se va, el cuarto
donde se quedo.
Es esto mismo que hace Jesús, y
ahora que dice a sus apóstoles y discípulos que tiene que padecer y morir, no
lo entienden, porque para ellos la idea de Mesías, es alguien importante que no
pasaría por el sufrimiento, sino al contrario haría pasar por sufrimientos a
los que esclavizaban al pueblo. Sin embargo “la inteligencia de la victima”,
como llaman algunos a la sabiduría de Jesús, es padecer en paz, en lugar de
contestar con la misma violencia con que es tratado. Y es que cuando nos
defendemos, aunque sea justamente, apoco no reaccionamos con la misma violencia
con que lo hacen con nosotros o a veces con más. Estamos acostumbrados a
reaccionar sin pensar, solo dejándonos llevar por nuestros impulsos, sin pensar
a quien seguimos, es decir, a Jesús victima. Y es que el Jesús que seguimos es
victima, renuncia a ser tratado como importante, a ser privilegiado; sin
embargo es victima, pero no por masoquismo o porque le gusta ser victima, sino
por que no hay otro camino para calmar la violencia, el pecado, el mal, etc.,
que con la paz, la gracia y el bien.
Si queridos hermanos, no
comprendemos a Jesús, porque en nuestros esquemas no esta el padecer, el
sufrimiento, nadie hoy quiere padecer por algo mejor, nadie quiere sacrificarse,
pero es necesario si seguimos a Jesús que padece para un bien mayor; como
nuestra madre cuando estamos pequeños, ella se sacrifica sobre manera por
nosotros y a veces sus sacrificios son coronados por las acciones buenas de
nosotros los hijos y a veces no. Si nos decimos seguidores de Jesús, tenemos
que aprender a decir no a la importancia que ponen sobre nosotros los demás,
como los apóstoles en el evangelio, no quería decir de que venían platicando en
el camino por vergüenza a Jesús, pues así como ellos seguían a Jesús nosotros
decimos que lo seguimos, sin embargo nos peleamos por el reconocimiento,
incluso queremos y decimos ser seguidores de Cristo crucificado, pero no
queremos pasar la misma o algo de la suerte que el paso, es decir, queremos el
honor, la gloria sin pasar por la cruz.
Hoy es más difícil seguir a Jesús,
pues los modelos de hombre realizado que se nos presenta, es aquel que no
sufre, que no le cuesta nada. Incluso le preguntas a cualquier joven que este
metido en no se que cosas no tan buenas, si no le importa ser famoso, tener
dinero fácil por poco tiempo, que padecer un poco para disfrutar al final de
una vida más plena, y la respuesta es que prefiere lo fácil por poco tiempo,
que lo difícil y el sufrimiento para disfrutar después de algo mejor.
Los apóstoles, y nosotros, no
entendemos a Jesús, porque no queremos renunciar a todo por seguirlo, quien
lleva cosas, honores, importancias vanas no puede seguirlo pues ama estas cosas y desprecia al mismo que
dice seguir. No podemos ser seguidores de alguien que renuncio a posesiones, si
nosotros nos afanamos por ellas. No podemos predicar el amor, si contestamos de
la misma forma como lo hacen los que nos hacen el mal. No podemos predicar la
paciencia si hacemos impacientar a medio mundo con nuestras actitudes. No
podemos predicar la paz, si no somos verdaderos pacifico, es decir, no una
falsa paz, como aquel monje que era tan humilde, tan humilde que cuando llego a
ser superior de su monasterio, obligaba a ser humilde a los demás.
Como Jesús tenesmos que pasar la
misma suerte que él paso, o por lo menos algo de esa suerte, y debemos abrazarla
como Él abrazó la cruz, es lo que significa esposo o consorte. Jesús como lo
dijo “no vino a ser servido sino a servir”, esto es lo grandioso e importante
en Él, el no vino a reclamar honores, y vaya que lo podía hacer con todo
derecho, cuanto más nosotros que decimos que le seguimos.
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