sábado, 27 de abril de 2013

Reflexión del 5to. Domingo de Pascua.


Fue por amor, no hay otra explicación.

Después que Judas salió, Jesús dijo: "Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto. Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Ustedes me buscarán, pero yo les digo ahora lo mismo que dije a los judíos: "A donde yo voy, ustedes no pueden venir".
Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros. En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros". (Juan 13, 31-35)


Hola queridos hermanos y hermanas, la liturgia de este domingo V de pascua, nos invita a mirar hacia atrás para descubrir el magnifico milagro de la Resurrección del Señor. Nos invita a preguntarnos muchas cosas, por ejemplo ¿Por qué Jesús acepta a Judas como Apóstol, sabiendo que lo traicionaría? ¿Por qué pide un amor que no es tan fácil de asimilar?

Tratemos de reflexionar en base a la primera pregunta. Jesús elige a sus discípulos, y no los elige como ahora lo hacen las empresas al contratar personal, los elige con determinadas cualidades pero que Él mismo iba a ayudarles a desarrollar, a cada uno lo trataba diferente pues cada uno era diferente, a cada uno le confiaba totalmente su misión, a pesar que podían fallarle. Así eligió a los hijos del trueno, a Pedro, a  Mateo, a Judas. Ninguno tenia una mala intención y eran hombres buenos, sin embargo cada uno se abría distinto al mensaje de Jesús, a sus muestras de afecto, a su amor. Seguramente que Judas lo entregó, no para que lo mataran, sino para que lo pudieran escuchar el sumo sacerdote y los demás miembros del sanedrín; algo de esto maneja Franco Cefireli en su película “Jesús de Nazareth”; sin embargo los fariseos y saduceos al tenerlo en sus manos, y después de que Jesús había sido muy duro con ellos en sus predicaciones, se dijeron, ya que esta indefenso, sin nadie que lo defienda vamos a acusarlo y a matarlo “pues es mejor que uno muera por la nación, que la misma nación”. Pero Judas, al igual que Pedro, Tomas y los demás discípulos, tuvo la oportunidad de arrepentirse, de reconciliarse, pues Jesús después de resucitar de seguro le hubiera perdonado, pero Judas tomo una decisión que ojala nosotros nunca tomemos, se encerró, se culpabilizó al extremo de quitarse la vida.

Ojala queridos hermanos y hermanas, nos demos una oportunidad de acercarnos a Dios, no por temor de condenarnos, sino por amor. Nos demos la oportunidad de experimentar su misericordia y no nos cerremos como Judas, que podamos experimentar su amor que sana, que libera, que mantiene la alegría en el corazón, y no seamos en vida como muertos colgados del cuello como Judas. Jesús anuncia que su glorificación se dio por la circunstancia que Judas propicio, pero le da la libertad de reaccionar como quiere, por desgracia decidió mal. No decidamos mal, decidamos el bien, decidamos el amor, pues no hay otra explicación por la que Jesús soportó tantas cosas.

Por amor elige a sus apóstoles, por amor les tiene paciencia, por amor soportó el desprecio, por amor va a la cruz y por amor resucita. Todo el seguimiento de Jesús es por amor, y si nos decimos cristianos tendríamos que asumir que el amor es la manera de Jesús, pues como nos dice: “ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros”, la medida, el ejemplo de como amar nos lo dio el mismo Cristo, amar siempre, aunque nos duela, es más si no duele puede ser que no sea verdadero amor, pues el amor verdadero pasa necesariamente por el dolor, por la cruz, por el sufrimiento, y es así como madura.

Animémonos a amar de verdad, de acercarnos a Dios por amor, para vivir en su amor con los hermanos, pues como decía San Francisco de Asís –cada hermano es un don de Dios –, aún con sus fallas tenemos que descubrir que Dios, Jesús lo ama así como es y también nosotros por ser cristianos, seguidores de Cristo, tenemos que amarlo como es. Solo así los demás reconocerán que somos verdaderos seguidores, verdaderos discípulos del Señor Resucitado.

Jesús lo hizo todo por amor, en el amor y con amor, acerquémonos a ese amor, practiquemos ese amor y veremos que todo va mejor en nuestras vidas. Y si el hermano es difícil “amalo más por esto” para que lo acerques a Dios.
Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.

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