domingo, 4 de agosto de 2013

Reflexión del 18° Domingo del Tiempo Ordinario.

LUCAS 12, 13-21

El que amontona riquezas para sí, no es rico para Dios.

Hola queridos hermanos y hermanas, paz y bien.


Tanto en la primera lectura como en el trozo del Evangelio, trata del tema de la acumulación desmedida del dinero o las riquezas. El Papa Francisco en su reciente visita a Brasil, hablaba de este problema, y lo más preocupante, decía, es que se están descartando o marginando dos sectores de nuestras sociedades, que si las descartamos estamos destinados a derrumbar el tejido social. "La atroz cultura del dinero", es como llama el Papa a este mal que nos aqueja a todos, incluso a los sacerdotes en la Iglesia Católica, y dice el Papa, que este puede ser uno de los factores por los que los fieles se alejan de la Iglesia y pueden, porque no tienen una fe firme, perder hasta la fe en Dios. Es una clara llamada de atención a todos los que hemos consagrado nuestra vida a Dios y al servicio a los hermanos, pues si seguimos a Cristo, que "se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza", también nosotros debemos enriquecer a la Iglesia con nuestra pobreza, una pobreza que brote de un corazón sencillo, sincero, sin dobles, desapegado, desapropiado como dice San Francisco.

Después de las declaraciones del Papa sobre este tema he escuchado muchas reacciones, y he visto puntos de vista en las redes sociales. Sin duda, después de sus puntos de vista, el Papa, como él mismo dice, ha armado lío. Esto es lo que quiere, aseguro a los jóvenes reunidos con él en la Catedral de Río de Janeiro, que la Iglesia, que los seguidores de Cristo hagan lío, y es que es lo que han hecho muchos santos en la historia, basta ver a un Francisco de Asís, que con "su forma de vida" hizo que la Iglesia se cuestionara sobre su seguimiento de Cristo pobre, no se puede seguir a Cristo si se tiene riquezas, comodidades, lujos, pues quien se queda anclado en estas cosas no hace el Reino de Dios, pues su comodidad no le permite ver la injusticia, el desamor en la que viven tantas personas. Los ancianos y jóvenes están destinados, dice el Papa, a la marginación, "no se dejen marginar" les dijo. Creo que los cristianos de hoy estamos invitados, más que nunca, a seguir a Cristo pobre y crucificado, pues es así como construiremos el Reino de Dios.

El testimonio de fe de los cristianos, de una Iglesia sencilla, de una Iglesia pobre, como ha dicho el Papa, creo que seria muy valioso para que los hermanos que se han ido, regresen, para que demos un mensaje creíble del Señor. Un cristiano, un sacerdote, una religiosa, un seminaristas que no da testimonio de sencillez, de pobreza, de simplicidad, da un mensaje de Cristo a medias. Por supuesto que necesitamos del dinero, pero que esto no sea lo primordial en nuestros planes, en nuestras lineas de pastoral, que lo primordial sea la persona humana en todas sus dimensiones. 

En la segunda lectura de san Pablo a los Colosenses, hasta la respuesta de como tiene que ser el cristiano, de como ha de ser el seguidor de Cristo. "Busque los bienes de arriba", dice, "donde esta Cristo", si hacemos esto, dice san Pablo, "se manifestaran gloriosos juntamente con Cristo". A veces distinguimos tanto entre unos y otros hermanos, es un reto hacer esto, pero dice san Pablo, en este "nuevo orden ya hay distinción entre judío y no judío, entre pobre y rico, entre extranjero o bárbaro, entre esclavos y libres, sino que Cristo es todo en todos". Este nuevo orden, del que habla san Pablo, es la Iglesia, la Iglesia que tiene que voltear a los inicios de la fe en Cristo, el cual es todo en todos. El nuevo orden es el amor fraterno, todos somos hermanos, hijos pequeños (pobres) de Dios que se hizo pobre, para enaltecerlos con bienes espirituales, no materiales. 

"Dejemos el viejo yo", hermanos y hermanas, y vistámonos del nuevo, tengamos la valentía de dejar las cosas que no nos ayudan a dar un buen testimonio, que nos impiden seguir a Cristo por el camino de la pobreza, por el camino de la simplicidad, de la sinceridad. Solo si tenemos esta valentía viviremos felices, estaremos realizados en nuestras vidas, viviremos bien, pues si nos aferramos al "viejo yo" vivimos como muertos, sombríos, sin ganas de mejorar, en el conformismo y el pesimismo.

Adelante queridos hermanos y hermanas, vivamos nuestra vida con entereza, no desviemos nuestra mirada de lo esencial, que es Cristo pobre; y sigamos por su camino, ayudemos a los demás con sincero corazón y coherentemente. y recordemos que el hermano no vale por lo que posea, sino por lo que es, por eso debemos amarlo, porque posee la imagen y semejanza de Dios que es nuestro Creador y Padre.

 ¡¡¡ Feliz domingo !!!!


Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.

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