domingo, 28 de junio de 2015

Homilía del DOMINGO XIII DEL TIEMPO ORDINARIO


Del libro de la Sabiduría 1, 13-15; 2, 23-24.


Dios no hizo la muerte ni goza destruyendo los vivientes. Todo lo creó para que subsistiera; las criaturas del mundo son saludables: no hay en ellas veneno de muerte, ni el abismo impera en la tierra. Porque la justicia es inmortal. Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser; pero la muerte entró en el mundo por la envidia del diablo; y los de su partido pasarán por ella.

¿LA SANTA MUERTE?

Hola hermanos y hermanas, paz y bien.

En el contexto de nuestro país (México) ha crecido mucho la devoción a la muerte, y le llaman de distintos nombres: "la niña blanca", "la santísima", "la niña divina", y otros. Sin embargo la mayoría de las personas ignora que esta devoción es una imagen distorsionada, de este acontecimiento y misterio por el que pasamos los seres humanos, además que los títulos que les concedemos los podríamos pronunciar a Dios o a la Virgen María su Madre.

Las lecturas de este domingo nos ilustran muy bien sobre el misterio de la muerte, y no podemos seguir creyendo en la "santa muerte", pues no merece ni siquiera llamarla santa, solo podemos llamar santa a una persona justa o lucha por ser justa y, por supuesto a Dios, que es el SANTO, TRES VECES SANTO, pues es PADRE, HIJO Y ESPÍRITU SANTO. La muerte es fruto de la injusticia del ser humano (del pecado del ser humano), fue por el pecado que la muerte entro en el mundo, pero Dios envió a su Hijo para que con su vida, muerte y RESURRECCIÓN venciera la muerte de una vez y para siempre, de tal forma que cuando decimos: "no te preocupes, todo tiene solución, solo la muerte no la tiene", estamos ignorando que Jesús, nuestro hermano el JUSTO (santo) solucionó, por así decirlo, la paga que merecíamos por nuestros pecados. La muerte solo la podríamos llamar: hermana muerte corporal, como le decía San Francisco de Asís, en sentido de reconciliación o aceptación de esta realidad que no podemos evitar pasar todos; además antes de Cristo había una sola muerte, es decir, cuando moría una persona acababa su existencia, pero con la muerte redentora de Cristo nos ganó la vida que habíamos perdido del principio, nos salvó de padecer la muerte eterna, pero nos dejó la muerte corporal, aquella que pasó Él, ahora esta muerte corporal que todos pasamos es un trance, un estado, es el camino para ver a Dios. No podemos llamar o pedir la intercesión de una realidad que de suya no fue creada por Dios, como dice esta lectura del libro de la sabiduría.

Si creemos en esta "santa muerte" sería como cuando nuestros padres nos enseñan el camino bueno, el camino correcto, el camino del bien, pero nos aferramos a caminar por una senda oscura, negativo, un camino que solo conduce a la muerte. Por eso esta devoción tiene tanto revuelo en los ambientes de droga, de delincuencia, de narcos, porque es una devoción sombría. Dios es un Dios de vida, cuando uno no cree en nada, es como si no estuviera vivo, cuando no practicamos la justicia con los hermanos y hermanas es como si estuviéramos muertos, no permitamos que por nuestra terquedad ganemos la muerte eterna, sino la vida eterna que nos ganó Jesús por amor.

Creo que una forma de acrecentar nuestra fe en Dios, en el único Dios, podemos hacer las obras de misericordia, de hablar de estos temas tabúes, y sacar a tantos hermanos y hermanas de la ignorancia, pues esta devoción es alimentada de la ignorancia o poca formación de los católicos. Seamos misioneros de la vida, de la alegría, de la esperanza, no podemos seguir escondiendo los dones, la vida que Dios nos ha dado. En los grupos de las parroquias debemos de luchas por acabar cada uno con las criticas, con los malos entendidos, pues cuando hablamos de otros, cuando difamamos a alguien es como si matáramos a esos hermanos. Recordemos que siempre estamos con Dios si procuramos en todos los sentidos la vida, la felicidad, el bienestar de los demás, la armonía, lo positivo de la vida, integrando lo negativo y transformándolo en crecimiento personal y colectivo.

¡Buen domingo y feliz día a todos!

Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.


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