sábado, 23 de enero de 2016

Homilía - LA IGLESIA COMO UN CUERPO - del 3er. Domingo del Tiempo Ordinario.

De la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios: 12,12-30.

 12,12: Como el cuerpo, que siendo uno, tiene muchos miembros, y los miembros, siendo muchos, forman un solo cuerpo, así también Cristo.
 
 12,13: Todos nosotros, judíos o griegos, esclavos o libres, nos hemos bautizado en un solo Espíritu para formar un solo cuerpo, y hemos bebido un solo Espíritu.
 
 12,14: El cuerpo no está compuesto de un miembro, sino de muchos. 12,15: Si el pie dijera: Como no soy mano, no pertenezco al cuerpo, no por ello dejaría de pertenecer al cuerpo.12,16: Si el oído dijera: Como no soy ojo, no pertenezco al cuerpo, no por ello dejaría de pertenecer al cuerpo.
 
 12,17: Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿cómo oiría?; si todo fuera oído, ¿cómo olería? 12,18: Dios ha dispuesto los miembros en el cuerpo, cada uno como ha querido. 12,19: Si todo fuera un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?
 
 12,20: Ahora bien, los miembros son muchos, el cuerpo es uno. 12,21: No puede el ojo decir a la mano: No te necesito; ni la cabeza a los pies: No los necesito.
 
 12,22: Más aún, los miembros del cuerpo que se consideran más débiles son indispensables, 12,23: y a los que consideramos menos nobles los rodeamos de más honor. Las partes menos presentables las tratamos con más decencia; 12,24: ya que las otras no lo necesitan.
   Dios organizó el cuerpo dando más honor al que menos valía,
 12,25: de modo que no hubiera división en el cuerpo y todos los miembros se interesaran por igual unos por otros.12,26: Si un miembro sufre, sufren con él todos los miembros; si un miembro es honrado, se alegran con él todos los miembros.
 
 12,27: Ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno en particular, miembros de ese cuerpo.12,28: Dios ha querido que en la Iglesia haya en primer lugar apóstoles, en segundo lugar profetas, en tercer lugar maestros, luego vienen los que han recibido el don de hacer milagros, después el don de sanaciones, el don de socorrer a los necesitados, el de gobierno, y el don de lenguas diversas.
 
 12,29: ¿Son todos apóstoles?, ¿son todos profetas?, ¿son todos maestros?, ¿todos hacen milagros?, 12,30: ¿tienen todos el don de sanar?, ¿hablan todos lenguas desconocidas?, ¿son todos intérpretes?

La Iglesia como un CUERPO.

A lo largo de muchos siglos se ha concebido a la Iglesia semejante a un cuerpo humano, y es muy buena la comparación o la analogía, pero se nos ha olvidado que no somos semejantes a cualquier cuerpo humano, sino al de Jesús que es humano y divino. Así la Iglesia, como institución y como comunidad de hermanos, esta llamada a ser CUERPO DE CRISTO, es decir, a conjugar las realidades humanas y divinas, no dividiéndolas en dos sino concibiéndolas como sagradas las dos. Pero tenemos que tener claro cuando hablamos de un cuerpo varias cosas.

Así como el cuerpo humano por si mismo no es un solo órgano, tampoco cuando hablamos de la Iglesia podemos concebirla como un solo órgano, es una realidad, una institución, pero sobre todo una comunidad de creyentes los cuales son como órganos que componen todo el cuerpo, así que no podemos decir que solo los sacerdotes, obispos o el papa son miembros, sino sobre todo los que creemos en Jesús. Todos somos miembros y cada miembro es distinto y esa plúriformidad, esa distinción hace rico al cuerpo, así como físicamente cada órgano, cada característica del cuerpo lo hace bello. Por eso cuando criticamos a la Iglesia, nunca podemos decir que toda la Iglesia es corrupta, esclavizante, retrograda, cerrada, opio del pueblo, amansa conciencias, pues estas características o esto que encontramos en algunos miembros u órganos de la Iglesia no puede definir todo el cuerpo. Tenemos que reconocer que esto existe, pero no podemos generalizar, pues hay muchos miembros (órganos) que embellecen el ¡CUERPO DE CRISTO QUE ES LA IGLESIA! Muchos, sobre todo en el Vaticano, quisieran una Iglesia que pensara igual, que hiciera todo igual, que no se cuestionara, que todos los miembros fueran una masa de gente con posibilidad de moldearla no en los principios de Jesús, sino de los intereses de unos cuantos, pero esto también puede aplicarse a los pequeños grupos, a las pequeñas comunidades o a las parroquias.

Y como la Iglesia no puede uniformarse con ciertos criterios, ni siquiera por los de Dios, pues Él nos hizo a todos diferentes y a todos con dones, cualidades y potencialidades, se tiende a la exclusión o a la auto-exclusión. Cuando a un hermano o hermano no lo pueden o no se deja meterlo en un molde, en una camisa de fuerza, se le excluye o el mismo hermano o hermana se excluye solo porque no quiere estar en continuo desgaste. Sin embargo tenemos que decir "no al descarte", como dice el papa Francisco, no a excluir o auto-excluirse, pues si Jesús se hubiese excluido por las incomprensiones de los demás no hubiese habido esta buena concepción de ser humano que es grande porque ama, perdona y se realiza a pesar del sufrimiento, del dolor o del fracaso humanamente hablando.

De tal forma que cuando algún hermano o hermana no piensa como yo, no actúa como quisiera yo, no se deja influenciar por mi, cuando parece que no esta de acuerdo conmigo, no hay que excluirlo de mi vida, o decir que no lo necesito, que no es indispensable para mi vida, pues entonces estarás desperdiciando una oportunidad de crecer. También, si alguien no te quiere por ser diferente no te sientas mal y no pienses salir por la puerta de atrás, diciendo "bueno como nadie me comprende me voy", y aveces no es que "nadie te comprenda" sino alguien que a ti te interesa no te comprende, no te entiende, no te quiere, pero es solo una persona.

No midamos con reglas, leyes, parametros meramente humanos, pues en la comunidad de Jesús, en la Iglesia de Jesús los que más importan son los más debiles, a los que se les toma parecer son a los más debiles, a los que se toma en cuenta son a los pobres. Pues fue el mismo Dios quien quiso que los que menos valen sean los más importantes, de tal forma que si en nuestras comunidades no reinan estos parametros, somos un club de buenazos, una bola de gente buena pero que se dedica a la filantropia, a ayudar a los demás por humanismo, que tambien tiene su valor, pero no somos la comunidad de Jesús. ¿cuánto nuestras comunidades son comunidades de Jesús?

Aunque el Señor Jesús quiso que hubieran apóstoles, profetas, maestros, los que hacen milagros, los que sanan, los que socorren a los necesitados, los que gobiernan y los que tienen el don de lenguas o de interpretarlas, no quiso todo esto para que nos creyeramos más que otros o por encima de los demás. Lo quiso así para que sirviéramos a los demás, no para que nos sirviéramos o satisfacieramos nuestras frustraciones de antaño. Hermanos y hermanas, Jesús pensó diferente la Iglesia, pensemosla diferente también nosotros, pensemos y soñemos con una Iglesia más Evangélica, más Pentecostal, más Servidora, más Apostólica, más Sencilla, más Pobre. Y cuando digo más Evangélica, quiero decir, que se deje llevar más por el Evangelio, por Jesús el Evangelio vivo, y Pentecostal, para que se deje guiar por el impulso del Espíritu Santo como en pentescostés.


Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.

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