sábado, 24 de enero de 2015

Homilía del 3er. Domingo del Tiempo Ordinario.

Del libro del profeta Jonás. 3, 1-5. 10.

El Señor dirigió otra vez la palabra a Jonás: 
—Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y anuncia lo que yo te digo.

Se levantó Jonás y fue a Nínive, como le mandó el Señor. Nínive era una gran ciudad, tres días hacían falta para recorrerla. Jonás se fue adentrando en la ciudad y caminó un día entero pregonando: —¡Dentro de cuarenta días Nínive será arrasada! Creyeron a Dios los ninivitas, proclamaron un ayuno y se vistieron de sayal pequeños y grandes. 

Vio Dios su obras y que se habían convertido de su mala vida, y se arrepintió de la catástrofe con que había amenazado a Nínive y no la ejecutó.

"CREYERON A DIOS"


Hola hermanos y hermanas, paz y bien.

En ocasiones pensamos que ya es un hecho el creer en Dios, podemos creer en Él, pero muy pocas veces le creemos, estamos inseguros de su amor, de que nos ama. Dudamos, somos inconstantes. La fe es más que una costumbre, que un hecho, es una certeza que se debe renovar todos los días, es nuestro "si" a Dios, así como el "si" de los esposos en el día del matrimonio se debe renovar cada día.

Es fácil creer en tiempos en que nos va bien, en tiempos de abundancia, en tiempos en que todo nos sonrie, incluso podemos olvidar que "la fe en Dios no es fácil". Si queridos hermanos (as) la fe en Dios, creerle a Dios no es fácil, es fácil decirlo, pero permanecer, serle fiel no es tan fácil. Podemos olvidar, como el pueblo de Nínive, que nuestra fe tiene que dar obras concretas de amor, podemos pensar que no necesitamos de Dios, o que Dios se ha olvidado de nosotros porque nos pasa tal o cual situación difícil. 

Creemos en Dios pero pensamos que podemos servirle sin renunciar a nuestros vicios, sin renunciar a lo mal que puede ser nuestro testimonio a los demás, incluso podemos decirle: "yo creo en ti, pero no me pidas que sea santo". Creerle a Dios significa que voy a vivir la misma vida que Él me vino a enseñar en Jesucristo. Cuando dice la primera lectura que los ninivitas le "creyeron a Dios", inmediatamente después dice que se arrepintieron y cambiaron de vida. Creer en Dios y creerle de verdad es cambiar de vida, no seguir con la misma mediocridad.

Cuando le creemos a Dios, se nota, los demás notan que en realidad soy un creyente. Si soy uno más que dice yo creo en Dios, pero no voy a la Iglesia, yo creo en Dios pero a mi manera, yo creo en Dios pero no necesito ser santo, yo creo en Dios pero no en la gente que dice que cree, los demás lo notamos. Lo notamos cuando el servidor y el creyente no se entrega completamente, cuando el creyente no es alegre, cuando el creyente es pesimista, es chismoso, quejumbroso, no tiene iniciativa, se cree él y no cree a Dios.

Necesitamos hermanos y hermanas creerle más a Dios, creerle en nuestra vida, que se note en nuestra vida que le creemos, que se note que Él es nuestro salvador. Si necesitamos conversión hay que animarse a convertirse, a hacer penitencia (un esfuerzo) como los ninivitas. Tengamos la valentía y dejemos de ser cristianos a medias, cristianos de museo, cristianos de funeral, cristianos que dicen creerle a Dios y a su Hijo pero que no se les nota.

Solo los santos, los que mueren por Dios, los que lo confiesan sin vergüenza, los que dan buen testimonio del nombre que llevan, son los verdaderos creyentes. 

¡Buen Domingo!

Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario