miércoles, 30 de diciembre de 2015

7 COSAS QUE NO DEBEN FALTAR EN UNA FAMILIA - Homilía del domingo de la SAGRADA FAMILIA.

De la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3,12-21.

Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.



7 COSAS QUE NO DEBEN DE FALTAR EN TODA FAMILIA.

¡Hola a todos, feliz día a todas las familias!

Es un reto que las familias de hoy vivan bien, hay tantas cosas que están en contra de las familias. Parece que la moda de nuestras sociedades es ir contra toda institución, y como la familia es la institución y la célula de la sociedad también se esta en contra de ella. Pero la palabra de Dios hoy nos da varias pautas para que la familia sea mejor para bien de toda la sociedad aunque esta sociedad este en contra de ella, aunque esta sociedad quiera crucificar a la familia, y es san Pablo el que mejor nos da estas pautas.

"Vestíos de misericordia entrañable" es la primera recomendación, pues muchas veces en las familias se juzga, se dice que tal o cual integrante es la oveja negra y se marca toda la vida a la persona, incluso se la cree y hace de su vida una cosa desfigurada de persona humana o denigra su propia dignidad. Para no etiquetar en la familia, para no juzgar es necesario sentir con el corazón la miseria del otro (esto es lo que significa la palabra "misericordia"), pero se necesita ver la propia miseria para no juzgar, como dice el mismo Jesús: "como puedes ver la paja de tu hermano sino ves la viga que hay en tu ojo". Para ser misericordiosos es necesario no creerse que uno tiene derecho a juzgar a los demás, esta característica solo es para Dios, y aun así no la usa ¿como es que nosotros si la queremos utilizar? Debe de crecer más y más la bondad, la humildad, la dulzura y la comprensión, si no nos han enseñado esto, tengamos el valor de romper con esta mala tradición.

"Sobrellevaos mutuamente y perdonaos" la segunda recomendación de Pablo. Cuanta falta hace que nos perdonemos de cosas que nos hicimos los hijos o los padres desde niños, hay tantos que viven enojados en las familias por alguna mala cara de un hermano o hermana o del papa o de la mama, y cargan estas cosas hasta que uno es adulto pero se comporta como niño, vivimos rencores viejos aunque ya han pasado los años, las personas hemos cambiado, no somos los mismos. Que contrariedad pues un niño siempre perdona y lo hace con mucha rapidez y nosotros los adultos por nuestro orgullo, por nuestro amor propio cargamos con rencores. Cuantas veces los hijos no quieren visitar a los padres porque fueron malos cuando niños, y se comportan como "chabelo" haciendo berrinches. No visitar a los padres es un pecado grave; que triste ver cuando los padres ya ancianos están enfermos y ningún hijo los visita o los cuida en el hospital. Que feo que abraces a un hermano o hermana en frente de todos para dar la impresión de que todo esta bien, pero le traicionas o hablas mal de él. Perdonar es de valientes, es de sabios y sobre todo, quien perdona, tiene un corazón grande, pues si Dios nos perdona siempre es lo mismo que tenemos que hacer nosotros. 

"Que la paz de Cristo actué de arbitro en vuestro corazón" la tercera cosa que no debe faltar, y esto en el plano personal primero para que se replique en toda la familia. Muchas veces explotamos fácilmente, no sabemos como controlar nuestros impulsos y necesitamos reaccionar mejor ante las situaciones o relaciones dificiles. Además tenemos que estar en vela, pues dentro de cada ser humano hay dos fuerzas que luchan, y la paz, la tranquilidad, la bondad debe ser lo que debe estar en medio de estas fuerzas para que podamos discernir lo bueno, lo que agrada, lo perfecto. Cuantas veces vemos a tantos hermanos enojados con la vida, infelices o haciendo como que no pasa nada en sus vidas, pero están insatisfechos, infelices. Tenemos que pedir con insistencia que Jesús nos traiga la paz al corazón para que actué como arbitro con toda su riqueza.

"Y sed agradecidos", cuanta falta hace en las familias que se digan "gracias", que cuando se hagan favores o servicios se agradezcan mutuamente, incluso cuando pasamos cosas dificiles que no comprendemos en el momento, después podemos agradecerle a la persona pues aprendimos de esa situación aunque difícil.

"Enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente", cuando en las familias no se corrige, no se enseña bien a los hijos, los padres ven las consecuencias en una cruda realidad en poco tiempo y si no se superan los malos ejemplos o las malas enseñanzas se repiten y van haciéndose tradiciones familiares anómalas, defectuosas, arriesgadas o que provocan tanto dolor en las nuevas generaciones. Enseñar y corregir son dos cosas que no son fáciles llevar a cabo, pues hay que enseñar con mucha paciencia y hay que corregir con mucho amor, más con las actitudes que con palabras. Quien enseña con rigidez o a punta de golpes, obtiene hijos robots, hijos traumatizados con hacer las cosas a la perfección; quien enseña con mucha miel y tanta manga ancha, obtiene hijos aprovechados, flojos y sin sentido de vida, incluso son parásitos en nuestras sociedades; enseñar y corregir es buscar un equilibrio, "ni todo el amor (mal entendido con cosas materiales), ni todo el rigor" (mal entendido con golpes).

"Sea todo en nombre el Señor Jesús", que hermoso seria que todo lo que hiciéramos en nuestras familias fueran en nombre de Jesús. Que corrigiéramos y enseñáramos en nombre de Jesús, que fuéramos agradecidos en el nombre de Dios, que nos controláramos en nombre de Jesús, que nos soportemos (apoyemos) y perdonáramos en el nombre precioso de Jesús, que practicáramos la misericordia (sentir con el corazón la miseria del otro) en nombre de Dios. Pues si lo hacemos en nombre de Jesús, por amor a Dios lo haremos mejor, nos costará igual pero estaremos haciéndolo de manera heroica y con su ayuda.

"Y por encima de todo esto, el amor...", hay una canción de Daniela Romo que dice que "hay que hacerlo todo con amor" y en la vida sino se hacen las cosas con amor no funcionan, incluso podemos hacer muchas cosas que a los ojos humanos son admirables pero sin amor son como "campanas que suenan" dice el mismo Pablo. Incluso podemos decir que amamos a alguien pero somos muy egoístas, muy ególatras, egocéntricos, primero yo, después yo, al final yo y si queda algo yo, y esto no es amor verdadero, es un amor desfigurado o un amor a la mitad, pues Jesús dice que "amemos al prójimo como a nosotros mismos", pero el movimiento es de adentro hacia afuera, si nos quedamos encerrados en nosotros mismo cumplimos la mitad de lo que nos propone Jesús.

Las relaciones humanas no son fáciles, pero tampoco tan dificiles para no vivir felices, como dice san Pablo al final del texto de esta lectura, cada uno debe poner de su parte: la esposa respetar al esposo como proveedor de la familia, el esposo amar incondicionalmente a su esposa como Cristo ama a su Iglesia y los hijos respetar la experiencia de vida de los padres, pero también los padres no abusar de la autoridad aprovechándose de los hijos, dejandoles sus responsabilidades. Hay que recuperar los roles de cada uno con estos 7 consejos de san Pablo, y pedir con fe la unidad y la paz en las familias, pero como dice el dicho: "a Dios rogando y con el maso dando".

Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.


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