miércoles, 23 de diciembre de 2015

Homilía - DIOS HA HABLADO - de la NATIVIDAD DEL SEÑOR.

De la carta a los Hebreos 1,1-6.

En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo. Él es reflejo. de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de su majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: «Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado», o: «Yo seré para él un padre, y el será para mi un hijo»? Y en otro pasaje, al introducir en el mundo al primogénito, dice: «Adórenlo todos los ángeles de Dios.»

DIOS HA HABLADO.

Hola hermanos y hermanas. ¡¡¡ FELIZ NAVIDAD !!!

Hoy todo el universo esta de fiesta, no por recordar una fecha sino por rememorar el acontecimiento que cambio la historia humana, el nacimiento del Hijo de Dios. Todos deberíamos de estar muy contentos, pero hay tantos que no tienen la oportunidad de celebrar porque en sus países están en guerra, porque son extremadamente pobres que no hay que celebrar, y en nuestros países industrializados no celebramos bien porque nos dejamos llevar por la mercadotecnia del "dios dinero". Nos hacen trabajar todo el año en trabajos esclavizantes para mantener a la élite sin rostro que se esconde en los logos de las trasnacionales y nos hacen gastar hasta lo que no tenemos en regalos sin sentido, que nos dejan más vacíos de lo que estamos. Pero Dios sigue hablando, no se cansa de hablarnos, de darnos su mensaje a tiempo y a destiempo, incluso nos grita por medio de este acontecimiento del nacimiento de su Hijo Único.

Como dice la segunda lectura de hoy, Dios nos ha hablado de distintas maneras por sus profetas, por los profetas que surgen a lo largo de la historia, incluso habla en donde parece que todo esta en silencio. Nos habla en Belen (casa del Pan), en la paz de un establo pobre que sirve de posada a una familia sin techo, sin calor de hogar, de una familia emigrante como cualquier otra de nuestro tiempo. Nos habla por María, la virgen que fue exaltada por encima de todo ser humano en una cultura en la que la mujer no valía y como sigue pasando en algunos países de este nuestro mundo "civilizado". Nos habla en José un pobre carpintero, obrero como cualquiera que trabajan en maquilas o en trabajos mal remunerados, trabajos que solo tienen sentido si producen, si hay ganancias para aquellos que lo tienen todo y no se preocupan de nada económicamente hablando. En Belen todo habla. 

Habla también en una ciudad, la más pequeña de Israel, en un caserío en las periferias de la gran Jerusalen, como muchas ciudades de nuestro tiempo que son centros de injusticias, donde muchos niños lloran, donde muchos viven en las calles, donde pasamos con gran indiferencia al ver el sufrimiento del otro, donde nos acabamos los pocos recursos que tenemos o incluso vivimos como "perros y gatos". Pero sobre todo, Dios habla en los balbuceos de un BEBE que nace pobre, necesitado, sin techo, pero con mucho amor, con el amor de los más pobres (los pastores), lo reconocen los sabios (reyes magos), pero lo desconocen los poderosos o los que tienen miedo de perder el poder terrenal. Es DIOS que se hace carne, es la PALABRA que habita entre nosotros, es el CAMINO que nos conduce al Padre, es el HIJO que nos hace hijos de DIOS. 


Y no solo nos habla, nos grita con toda su vida, desde su nacimiento nos enseña cual es la verdadera grandeza, con su vida nos ayuda a humanizar nuestra humanidad desgastada, con su entrega hasta la última gota de sangre pone una transfusión a nuestra debilidad y nos comparte su divinidad, nos grita en cada MISA como nos grito en LA CASA DEL PAN (Belen) pues en cada Eucaristía vuelve a nacer como en Belen, llora cuando no le reconocemos, cuando sufrimos sin sentido o porque estamos ciegos y no lo ponemos en el centro de nuestra vida, llora como llora en el establo cuando no caminamos por su camino, cuando nos hemos desviado o nos hemos rendido por un obstáculo del camino. 

Hoy, hermanos y hermanas, es la fiesta de la misericordia (sentir con el corazón la miseria del otro), hoy es la fiesta de un Dios que siente y se conmueve por nuestras miseria, se abaja para levantar lo que esta caído en nosotros, nos enriquece con su pobreza, nos humaniza con su humanidad y nos hace sublimes por su divinidad. San Francisco decía: "que humilde sublimidad y que sublime humildad", pareciera que dos cosas contrarias no podrían convivir, pero en este NIÑO todo puede convivir, todo se reconcilia. Abramos nuestro corazón a la PALABRA DE DIOS, que se hizo patente, que nos hablo por JESUCRISTO, nacido de MARÍA la Virgen y del justo varón JOSÉ. ADOREMOSLE con nuestras vidas haciéndolas mejor cada día, haciendo un mundo mejor, pues el cambio, el potencial del cambio de tantas estructuras injustas va a venir o va a realizarse cuando quieras cambiar tu vida, cuando te quieras convertir de verdad.

Les deseo de todo corazón una SANTA NAVIDAD, y que el grito de Dios en Belen nos haga reaccionar del sueño en el que nos encontramos.

Fray Juan Gerardo Morga, OFMCap.




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