martes, 1 de diciembre de 2015

¡DEJA QUE BROTE EL RENUEVO! - Homilía del martes I de Adviento

Lectura del libro de Isaías (11,1-10):

Aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de prudencia y sabiduría, espíritu de consejo y valentía, espíritu de ciencia y temor del Señor. Le inspirará el temor del Señor. No juzgará por apariencias ni sentenciará sólo de oídas; juzgará a los pobres con justicia, con rectitud a los desamparados. Herirá al violento con la vara de su boca, y al malvado con el aliento de sus labios. La justicia será cinturón de sus lomos, y la lealtad, cinturón de sus caderas. Habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos: un muchacho pequeño los pastorea. La vaca pastará con el oso, sus crías se tumbarán juntas; el león comerá paja con el buey. El niño jugará en la hura del áspid, la criatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente. No harán daño ni estrago por todo mi monte santo: porque está lleno el país de ciencia del Señor, como las aguas colman el mar. Aquel día, la raíz de Jesé se erguirá como enseña de los pueblos: la buscarán los gentiles, y será gloriosa su morada.



DEJA QUE BROTE EL RENUEVO.

Hola hermanos y hermanas. 

Cuando un árbol es podado, después de un tiempo, le nace un renuevo o un retoño. Aunque el árbol sufre un poco es bueno que lo poden porque brotarán sus ramas con más fuerza, con más vigor y se renueva por completo, casi podríamos decir que es un árbol nuevo.

Así pasa en nuestra vida espiritual y en nuestra vida cotidiana, hay cosas que quieren brotar, hay retoños de perdón, de amor, de reconciliación que no dejamos salir por nuestro orgullo, por nuestro egocentrismo o por simple inmadurez personal, pero el Espíritu de Dios hace que broten en nosotros el amor, la paz, el buen juicio. ¡Anímate! en este adviento a que brote lo mejor de ti, deja de fuera la fiera y se un manso cordero, solo así se llevaran los contrarios, los que se hacen daño. Siempre hay en las familias dos que parecen contrarios, siempre hay en nuestros grupos parroquiales una leona y un cordero, una criatura y una serpiente, pero solo cuando salen de nosotros los buenos sentimientos o las buenas intenciones es cuando estas dos realidades de bien y mal pueden convivir.

Sacar lo mejor de nosotros mismo implica: renunciar, coraje y caricia. RENUNCIAR pues debe renunciar al orgullo, al egoísmo, a las mascaras, a las falsas suposiciones. CORAJE porque hay que ser valientes para renunciar e ir a la raíz de nuestro ser que es el amor, la compasión, la bondad. Y CARICIA pues después de vivir un intenso proceso de perdón hay que disfrutar la maravilla de estar juntos, de recuperar el tiempo perdido, de disfrutar el placer de estar uno al otro en comunión. Muchas veces necesitamos una simple caricia para seguir, una simple palmada en la espalda para impulsar y sacar lo mejor que hay en nosotros. Volvamos a la raíz, como dice Isaías y saldrá un vástago de nosotros, es decir, nuestros retoños (vástagos) nuestros hijos serán mejor, heredemos un mejor mundo, mejores relaciones y mejores ambientes para que se desarrollen y saquen también lo mejor de ellos.

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